Un samurái en México.

                          Un samurái en México

Vinieron a caballo, así entraron a la Ciudad de México, con sus extrañas vestimentas .El Embajador Hasekura entró a la capital virreinal. Los mirones que se detienen sobre Madero a ver los videos musicales que el Sanborns de los Azulejos proyecta en sus pantallas HD, no imaginan que esa casa aloja una anécdota internacional que va más allá de las enchiladas suizas: la de la visita del primer samurái que llegó a América en una misión oficial.

Como el zócalo les quedaba muy cerca, Luis de Sotelo y Hasekura se reunieron  con el virrey Fernández de Córdoba en el Palacio Virreinal, hoy Nacional.  Allí, el  virrey recibió los regalos y la carta que Date (gobernante) Masamune , había enviado  y que Hasekura había tratado de guardar sin arrugas durante meses seguramente doblándola como grulla de origami.

En ella Date Masamune solicitaba el envío de sacerdotes franciscanos y de un barco mercante  a Japón. También se comprometía a abastecer y socorrer las naos que cruzaban el océano de Manila a México, dar tierras a los españoles en Sendai y nombrar a Sotelo su enlace único con España.  Además la misiva aseguraba que muchos japoneses querían hacerse cristianos: ¨Quieren bautizarse para que, también con las cosas divinas, con los sacramentos, se hagan ellos amados hijos de la Santa Madre Iglesia Romana¨.

Tomándole la palabra a Masamune, los japoneses fueron invitados a participar en las celebraciones de la Semana Santa, pero para comprender por qué no se debe comer carne en esas fechas, primero debían cubrir un importante requisito: ser católico. Por tanto el 20 de abril de 1614, en la Iglesia de San Francisco cerca de donde ahora se ubica la Torre Latinoamericana buena parte del séquito fue bautizada por el arzobispo De la Serna. Sin embargo, Hasekura se negó a recibir el sacramento en México, pues deseaba ser bautizado en España y en presencia del rey.

Luego del desaire bautismal la embajada se quedó unas semanas más en la Capital hasta que recordaron que aún les faltaba medio camino por recorrer: Europa les esperaba. La travesía de Hasekura y sus samuráis llegó a su fin.

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