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A una locomotora


Enviado por   •  10 de Enero de 2013  •  328 Palabras (2 Páginas)  •  455 Visitas

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“A una locomotora”:

¡Tú serás el motivo de mi canto!

Tú, tal como te presentas en este instante, entre la borrasca

que avanza, la nieve que cae y el día de invierno que declina,

Tú, con tu armadura, tu doble y cadenciosa palpitación,

tu convulsivo latir;

Tu cuerpo negro y cilíndrico, tus cobres brillantes como el

oro, tu acero límpido como plata;

Tus pesadas barras laterales, tus bielas paralelas, cuyo vaivén

anima tus flancos a modo de lanzaderas;

Tu jadeo y tu gruñir rítmicos, que ora se agrandan, ora

decrecen a la distancia;

Tu gran reflector fijado en medio de tu negro frontal;

Tus oriflamas de vapor que flotan, largas y pálidas, ligeramente

purpuradas;

Las densas nubes que vomita tu chimenea;

Tu osatura bien ligada, tus resortes y tus válvulas, el vértigo

de tus ruedas temblorosas;

La procesión de vagones que te sigue,

A través de la tempestad o de la calma, ora rápidos, ora

lentos, corriendo sin desfallecer.

Tipo del mundo moderno –emblema del movimiento y de

la potencia- pulso del continente;

Ven a secundar la musa, ven a amalgamarte en esta estrofa,

tal como ahora te contemplo,

Con la borrasca y las ráfagas que tratan de rechazarte y la

nieve que cae;

Con la campana que haces resonar para advertir tu paso

durante el día,

Y por la noche, con las mudas linternas en tu frente oscilante.

¡Belleza de voz feroz!

Rueda a través de mi canto con tu música salvaje,

Con tus linternas oscilantes en la noche,

Con la risotada de tus locos silbatos y el trepidar de tus

ruedas que retumban despertándolo todo a semejanza de temblores

de tierra;

Nada más completa que la ley que te rige, ni más recta

(a pesar de sus curvas) que la vía que sigues:

(La bonachona dulzura no es para ti, ni el lloriqueo de las

arpas, ni las elegías de los pianos),

Tus trinos de penetrantes gritos, las rocas y las colinas t

los devuelven,

Los lanzas más allá de las vastas praderas a través de los lagos.

¡Hacia los cielos libres, desenfrenados, gozosos!

Walt Whitman

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