Amigos.
erasmoanaInforme24 de Mayo de 2015
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En la actualidad, ya nadie
parece poner en duda que gran
parte de la vida social de los
adolescentes transcurre en el
ámbito de los grupos y, muy
especialmente, en el de los grupos de amigos. Prueba de ello, es que el
tiempo que los jóvenes comparten con sus amigos se incrementa notablemente
en la adolescencia, al igual que el número y el tipo de actividades
que comparten con ellos (Rutter, Giller y Hagell, 2000; Youniss y
Smollar, 1985). Sin embargo, todavía existen algunos temas en torno a
los grupos de amistad que son objeto de debate. Uno de ellos es el referido
a las interacciones afectivas (apoyo, vinculación, ayuda, etc.) en los
grupos de amistad y, en concreto, a la cuestión de si el afecto juega un
papel importante en la influencia que el grupo ejerce sobre la conducta
de los adolescentes, específicamente, a la hora de abordar su posible
papel en la etiología de la desviación.
Los grupos de amigos han sido definidos consistentemente como
contextos en los que predomina la confianza, la ayuda mutua y, en general,
el afecto (Mitzel, 2005). Sin embargo, existen hallazgos que relacionan
el afecto a los iguales con la desviación (Engels y Bogt, 2001) y
otros que consideran el apoyo a los iguales convencionales como un
factor protector más que como un factor de riesgo de la desviación juvenil
(Kiesner, Cadinu, Poulin y Bucci, 2002). Esta contradicción se refleja
también en los principales modelos teóricos de la desviación juvenil.
Desde las teorías que enfatizan el papel del grupo de amigos como contexto
de socialización de la delincuencia, y en concreto, desde la teorías de la Asociación Diferencial (Sutherland, 1939; Sutherland y Cressey,
1974) y el Aprendizaje Social (Akers, 1977, 2006), se asume que la pertenencia
a un grupo de iguales desviado es uno de los principales factores
de riesgo de la desviación juvenil, y que es necesario que exista
afecto en las interacciones grupales para que el grupo de amigos actúe,
efectivamente, como un contexto de aprendizaje de conductas. Por el
contrario, desde las teorías en las que el papel de los iguales desviados
no se plantea como crucial y, específicamente, desde la Teoría del Control
Social de Hirschi (1969), se considera que el grupo desviado no tiene
un impacto muy relevante en la explicación de la desviación juvenil,
debido, precisamente, a que los grupos de adolescentes que se implican
en conductas desviadas se caracterizan por la inexistencia de relaciones
afectivas cálidas y por la presencia de conflictos. Por ello, en este modelo
teórico se postula que los grupos que inciden en la desviación, disminuyendo
su probabilidad, son los grupos convencionales.
Es decir, en ambos modelos subyace la idea de que los contextos
influyentes con respecto a la probabilidad de que se produzca o no desviación
serán aquellos caracterizados por la existencia de afecto y apoyo;
sin embargo, se diferencian en el hecho de que los grupos desviados
son definidos como carentes de vinculaciones afectivas por la Teoría de
Hirschi (1969), y como entornos en los que necesariamente debe existir
afecto para que se produzca influencia en las teorías de la Asociación
Diferencial y el Aprendizaje Social.
Las investigaciones previas que han analizado el papel del afecto en
la desviación juvenil, aunque proporcionan mayor apoyo a la idea de que
puede existir afecto en los grupos de amistad adolescente, se impliquen
o no en actividades desviadas (Baerveldt, Van Rossem, Vermande y
Weerman, 2004; Giordano, Cernkovich
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