Apología De Sócrates
nereaalvarez13 de Mayo de 2015
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Sócrates vivió del 470 al 399 a.C. Nació en Atenas, fue hijo de Sofronisco, un escultor, y de Fenareta, una comadrona. Según los testimonios de su época, era poco agraciado y de escasa estatura, lo que no le impedía actuar con gran audacia y dominio de sí mismo.
Sócrates fue obediente con respecto a las leyes de Atenas, pero en general evitaba la política. Creía que había recibido una llamada para ejercer la filosofía y que podría servir mejor a su país dedicándose a la enseñanza y persuadiendo a los atenienses para que hicieran examen de conciencia y se ocuparan de su alma. No dejó testimonios escritos de sus enseñanzas.
Aunque fue un patriota y un hombre de profundas convicciones religiosas, Sócrates sufrió sin embargo la desconfianza de muchos de sus contemporáneos, a los que les disgustaba su actitud hacia el Estado ateniense y la religión establecida.
En la Apología de Sócrates, obra que esta situada en el año 400 a.C, Platón, uno de sus discípulos, recogió lo esencial de la defensa que Sócrates hizo de sí mismo en su propio juicio, que se basó en una valiente reivindicación de toda su vida. Sócrates habla a los atenienses de que considera que las acusaciones hechas por Ánito y Méleto son totalmente falsas, nos dice que él toda su vida ha luchado por hacer más perfectos y mas sabios a los jóvenes, que él aun descuidando su interés personal, como es el atender un negocio familiar o preocuparse por bienes materiales se ha dedicado a escuchar y hablar con aquel que se acercase a él y estuviera dispuesto a escuchar y tratar de responder sus preguntas. Sus amigos planearon un plan de fuga, pero Sócrates prefirió acatar la ley y murió por ello.
Sócrates plantea su defensa con una doble acusación y utiliza dos etapas para seguir un orden, las cuales son falsas. En primer lugar se defenderá de las viejas acusaciones y de sus viejos acusadores. Y en segundo lugar de sus más recientes acusadores. Por tanto, sigue un orden cronológico en el tiempo.
Se ve obligado a defenderse como si se enfrentara contra unas sombras, rebatiendo a interlocutores inexistentes.
Sócrates considera que tiene dos enemigos: los viejos acusadores y los recientes. Como he dicho antes, se defenderá primero de los antiguos, ya que son los que escucharon primero acusaciones sobre él.
Las acusaciones que Méleto lanza sobre Sócrates no les describen en absoluto, ya que Sócrates no es sofista sino que él solo busca la verdad, y de ningún modo es naturalista. La mayor intención que Sócrates tiene es la de convencer tanto a jóvenes como a viejos de que no se preocupen de su persona y de sus riquezas por encima del desarrollo de su alma, porque la virtud procede a las riquezas y no a la inversa.
En muchas maneras y ocasiones, percibe algo divino y sobrenatural. Aclara que es algo que le pasa desde niño. Es una especie de voz que le disuade siempre de aquello que pretende llevar a cabo y jamás le empuja a ello. Viene a ser una voz que le prohíbe dedicarse a la vida propia, así es como Sócrates describe al daimon.
Sócrates nos manifiesta que sus razones se fundan en su conducta moral: los principios del Dios que le guían, y en las decisiones que ha ido tomando. Su misión es un don de Dios al Estado, y no a él personalmente sino que se trata de un beneficio social. Que él actúa, por mandato divino para que los ciudadanos cuiden de su excelencia; por esto no recibe nada a cambio. Él es como un tábano, puesto por el Dios para despertar al caballo grande y de buen pedigrí, pero que anda somnoliento. Con esta metáfora Sócrates se refiere a la costumbre que tenia de “aguijonear” a los atenienses con sus preguntas con la finalidad de que despertaran y fueran al encuentro de la verdad.
Sócrates piensa que si le condenan a muerte no le van a hacer más daño que a ellos
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