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Badiou


Enviado por   •  10 de Junio de 2014  •  Síntesis  •  3.449 Palabras (14 Páginas)  •  190 Visitas

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Badiou

Cuando la filosofía ya había postulado su fin inexorable, cuando ensayaba una y otra vez su propia terapéutica con respecto a ese fin, cuando conjugaba los distintos modos en que la experiencia del fin puede ser atravesada, cuando dormía el sueño de su historia consumada y extenuada por el trabajo de examen filológico de su tradición, cuando lidiaba con su espectro culpable, cuando ya solo habitaba en la academia y el saber enciclopédico, ese saber que como una profesión más, no interpela a la vida en sus apuestas decisivas. Fue entonces que un acontecimiento, como una excepción en el estado de situación de los siglos XX y XXI, emergió un deseo de filosofía. Alguien que decidió habitar su nombre en la elección por una filosofía clásica, sistemática, y a su vez, radicalmente nueva. Clásica, porque en ella se abordan sin rodeos retóricos, todas las cuestiones eternas referidas “al ser en tanto que ser”. Sistemática, porque la coherencia formal de sus articulaciones, se presenta en cualquier tema, por coyuntural que sea. Y así, la ocasión queda trabajada, pulida como un diamante, esclarecida por la verdad lógica que explicita su aparecer. Y nueva, porque nunca retrocede, nunca dimite en su anhelo de contemporaneidad, en su vocación por atrapar lo real, que aquí y ahora exige ser pensado. Esta excepción, lleva el nombre de Alain Badiou y el acto filosófico que cifra su deseo, ha surgido, como lo indica uno de los términos cruciales de su andadura, como un acontecimiento. De un modo imprevisto, incalculable, sin que pudiera ser totalmente deducido, a partir de los elementos dominantes del estado de la situación. Se podrán establecer sus referencias clásicas al origen de la filosofía, sus maestros franceses contemporáneos y los distintos vectores y secuencias teóricas que constituyen sus antecedentes. Pero Alain Badiou es un acontecimiento que corta el paño filosófico de su propio tiempo, donde su operación filosófica, su invención, encuentra un orden de composición que se presenta en el mundo desbordando a sus antecedentes. Dando curso a excepciones que caracterizan a la filosofía con nombres inéditos: Platonismo de lo Múltiple, Materialismo de la Excepción, Dialéctica Materialista de la Verdad, Comunismo de la Idea. Dilucidar el alcance de estas nominaciones, captarlas en sus tensiones dialécticas, implica un denso recorrido que separa la noción dialéctica de su versión hegeliana, en La Teoría del Sujeto (1982), en el Ser y el Acontecimiento (1988), en Lógica de los Mundos (2006) y en sus distintas apreciaciones actuales sobre la Inmanencia de las Verdades.

Tratándose de un pensador nuevo y distinto, está sin embargo implícita, a lo largo de toda su obra, una definición de aquello en lo que la filosofía consiste. Es evidente que el título “El Ser y el Acontecimiento” invita a establecer una serie con lo clásicos “Ser y Tiempo” de Heidegger y “El Ser y la Nada” de Sartre, y es perfectamente posible aceptar que en Badiou existe una clara reformulación del proyecto heideggeriano de atravesar la historia del Ser como olvido, devolviéndole, en el caso de Heidegger, su potencia reveladora al Decir del poema. Así como también encontramos una respuesta a aquel Sartre que se propone la refundación del psicoanálisis a partir de la asunción de un proyecto que le permita al Sujeto afrontar aquello que está condenado a elegir. Pero más allá de estas reformulaciones de Badiou, que nunca son meras críticas a sus antecesores, sino toma de decisiones con respecto a la creación de un Universo Simbólico nuevo, donde lo inconmensurable encuentra su estatuto lógico, encontramos en el Ser y el Acontecimiento un programa donde la filosofía vuelve a ser definida en su raíz, como si fuera por primera vez. Evoquemos, solo para recordar la singularidad irreductible de esta obra, los términos que la constituyen, aún sabiendo que la tematización obligada de estos términos excede el gesto de alabanza teórica que nos proponemos dirigir a Alain Badiou. La Ontología Matemática de lo Múltiple Puro, la Teoría del Acontecimiento como suplemento excepcional y azaroso, la esencia de la verdad como procedimiento genérico, el sujeto como fragmento local de una verdad, el retorno de la verdad sobre el campo del saber a través de un forzamiento. Aún recuerdo, que hace muchos años atrás, en una de las calles de Buenos Aires, Raúl Cerdeiras, a quien le deberemos siempre la transmisión del pensamiento de Badiou en la Argentina y en lengua española, me dijo que el Ser y el Acontecimiento, una vez transcurridos Heidegger y Sartre, era la obra filosófica mayor del siglo XX y que el futuro le pertenecía. Ahora sabemos que tenía razón. De algún modo, podemos tener una medida de ello cuando comprobamos la forma en que el Ser y el Acontecimiento funciona como un laboratorio, una fábrica de conceptos, de distintos textos que desarrollan, enriquecen, recomponen distintos trayectos y secuencias del Ser y el Acontecimiento. En la “Ética” (1994) y en San Pablo (1997), estableciendo la lógica del compromiso subjetivo en un procedimiento de verdad. Evocando a Pablo, lo que sucede cuando la gracia del Señor llega como un ladrón en la mitad de la noche para luego afrontar cómo debemos hacernos cargo de esa transmisión para todos. En Le Nombre et Les Nombres (1991), los distintos procedimientos matemáticos que permiten mostrar a las matemáticas como la verdadera morada del Ser, Condiciones (1991), donde ya se despliegan distintos registros, del fecundo diálogo con la enseñanza antifilosófica de Lacan. Diálogo que establece en Badiou ese trayecto que le impone considerar al amor, una de las cuatro condiciones de la filosofía, y por ello, decididamente más relevante, en tanto experiencia del Dos, que la funciones subjetivas del goce y el deseo. El Compendio de Metapolítica (1992), donde la política es un pensamiento presentado como una actividad subjetiva, capaz de producir nuevas verdades, siempre que se distancie de las categorías internas del consenso. Esa política, que según Badiou, debe ser pensada como el conjunto de procesos que permiten al colectivo humano discernir posibilidades nuevas con respecto a su destino. Posibilidades que deben situarse, por fuera de la forma Partido, o del principio termidoriano, función de cesación de esa política que se consagra tanto a una concepción conservadora de la ley como a una disposición de seguridad en el control de la situación. En suma, hay política para Badiou, cuando la figura central de la misma es el militante. Por último, el Pequeño manual de Inestética, donde el procedimiento artístico encuentra su examen pertinente; Mallarmé y Pessoa son convocados una y otra vez, como aquel arte donde la verdad se manifiesta, separado de la inclinación post – romántica, impregnada

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