Bailando entre la irrealidad de nuestro amor

“Bailando entre la irrealidad de nuestro amor”

El sol de verano acariciaba nuestra piel y juntos en el campo no existía nada más, el viento nuestro confidente quien susurraba cosas tan hermosas y delicadas, el riachuelo bañaba nuestros cuerpos mientras juntábamos nuestras almas como nunca antes lo había sentido. Aquel lugar escondido de la naturaleza, todo parecía un sueño tan esplendido que parecía irreal. Los rayos de aquel sol de verano dibujaban formas tan magnificas en el agua cristalina, creando un espectáculo tan esplendido que hipnotizaba nuestra mirada y se llevaba consigo nuestros pensamientos en un laberinto lleno de sueños y anhelos.

La pureza del agua corría junto con nuestros pensamientos, el dulce aroma de las lavandas danzaba en el aire, envolviendo nuestros sentidos en una fragancia embriagadora, donde la ingenuidad se relaciona con la fantasía y crea un bienestar que cura un corazón olvidado entre el dolor y el sufrimiento de su ser. Las aves con su hermoso trino parecían participar en nuestro romance, llenando el aire con melodías que resonaban en nuestro corazón.

A medida que el sol se escondía en el horizonte, los colores de ese bello atardecer pintaban el cielo con tonos inexplicables tan profundos y únicos. Nos sumergíamos en la belleza de aquel momento sintiendo como nuestras almas se fundían perfectamente, como si el universo mismo nos bendijera con su luz y calma. La naturaleza con enorme misterio se convertía en testigo y cómplice de aquello que formábamos, guardando en sus entrañas el secreto de nuestra pasión.

Finalmente, la noche llego con su manto de constelaciones en aquella noche de abril bajo Lyra y Vega. Nos abrazamos bajo el vasto firmamento, sintiendo la inmensidad del cosmos sobre nosotros y la profundidad de nuestro amor se plasmaba tan fuerte y vigorosa que la podíamos sentir a nuestro alrededor. En ese instante un sueño tejido por la naturaleza misma, donde las almas se entrelazan y danzan al compás de aquello que anhelábamos incansablemente, que nunca se termine este idilio eterno.

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