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CARTA APACHE


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2013  •  1.194 Palabras (5 Páginas)  •  451 Visitas

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TEXTO

CARTA APACHE

“Gran Jefe Blanco” de Washington:

¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento o el calor de la tierra…? Dicha idea nos es desconocida.

Sino somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos?

Para mi pueblo, cada parcela de tierra es sagrada, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado en la memoria y pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles, lleva consigo la memoria de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los humeados prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia…

Por todo ello, cuando “El Gran Jefe Blanco” de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos pide demasiado. Nos dice que reservara un lugar en el que podremos vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras que son sagradas para nosotros.

El agua cristalina que corre por los ríos y los arroyuelos no es solo agua, también representa la sangre de nuestros antepasados. Deben recordar que es sagrada y enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo en las claras aguas de las aguas cuenta los sucesos y memorias de la vida de nuestra gente.

El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras deben enseñarles a sus hijos que los ríos también son sus hermanos y por lo tanto deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. Él no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro; es un extraño que llega de noche y toma lo que necesita de la tierra. Ella no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino dejando atrás, sin importarle, la tumba de sus padres…Tampoco le importa secuestrarle la tierra a sus hijos, tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores.

Su apetito devorara la tierra dejando atrás solo un desierto. No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja… Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje y no comprenda nada.

No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar cómo se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos…; pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido solo parece insultar nuestros oídos, y, después de todo ¿para qué sirve

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