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Carlo Ginzburg1


Enviado por   •  3 de Febrero de 2014  •  Tesis  •  11.681 Palabras (47 Páginas)  •  168 Visitas

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Carlo Ginzburg1

I. El problema

ocuparse hoy de la democracia en México desde diversos puntos de vista es una posibilidad histórica, como lo fue pensarla desde uno solo. Este contexto actual no supone, sin embargo, que puedan dejarse de lado ni mucho menos olvidar los aportes o las apuestas particulares de cada una de las ciencias sociales, las cuales se han ido constituyendo no sin dificultades y cuyas consecuencias han sido, entre otras, luchar por la representación legítima de sus objetos de estudio. El planteamiento que hacemos es que la emergencia del punto de vista sociológico, como cualquier otro, no puede ser desatendido ni mucho menos sus envites particulares, que delimitan lo pensable o impensable de sus objetos de estudio, de tal modo que nos interesamos aquí en conocer cómo se constituyó así como en mostrar las herencias intelectuales a propósito de la democracia en un periodo histórico preciso.

Este ensayo, de tal suerte, tiene dos objetivos concretos. Por una parte, nos hemos propuesto rastrear lo que puede nombrarse el origen de la investigación sociológica de la democracia mexicana, así como la reconstrucción, en la medida de nuestras posibilidades, de aquellas razones sociales que hicieron posible tal emergencia. Este objetivo se concreta en ver a La democracia en México, de Pablo González Casanova, como un objeto de análisis; se abordará entonces un periodo de treinta años: de 1930, año en que nace formalmente la sociología en México, al año de su publicación en 1965. Por otra, este primer ejercicio nos obliga a descifrar lo que significaron o significan las primeras producciones sociológicas de este fenómeno para que, a los ojos de hoy, se evidencien las herencias (problemas, supuestos y demarcaciones) que la sociología ha dado a propósito de este objeto de estudio. Los dos objetivos se conectan, en resumen, para invitar al lector, según sus intereses, a valorar u observar cuánto de lo que hoy se plantea a propósito de la democracia mexicana está o no en función de lo que nos antecede, y cuánto de lo anteriormente conquistado o no se ha perdido; dotarlo incluso de mayores elementos para que se resignifique los trabajos anteriores a la luz de los nuevos tiempos.

Este ensayo representa, por otra parte, una apuesta intelectual y, como tal, debe ser explicitada. Debemos plantearnos por qué es posible enunciarla y dejar en claro los intereses que ponemos en juego3. Para el primer caso, sin agotar las condiciones de posibilidad y sus diversas temporalidades históricas, destacamos, primero, que la autonomía concedida a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM en adelante) en el periodo de 1929 a 1945, aunque relativa, nos protege institucionalmente de la censura, de la condena o de la reprobación de quienes siendo objeto de la sociología se ven incomodados por sus planteamientos, ahí sin importar el estado de las relaciones de fuerza en el que se encuentra la dinámica propia de la ciencias sociales en México. Segundo, el camino propio que ha tenido la sociología en este país ha dado origen, en algún momento específico, a la reflexión de sí misma, emergiendo lo que se ha nombrado “sociología de la sociología” y de cuyos planteamientos nos hemos servido también. En tercer y último lugar, las exigencias actuales de “investigación social”, orientadas hacia lo que se nombra la interdisciplina o multidisciplina, reclama y supone a la vez una competencia de lo que cada práctica científica involucrada reivindica, por lo que se hace posible y sobre todo necesaria la explicitación, no siempre hecha, de sus apuestas particulares.

El envite de este trabajo tiene por lo menos tres intereses, que dejamos claros. Primero, todo producto científico es deudor de las condiciones sociales en las que se produce; no es en absoluto consecuencia de un ejercicio esterilizado de ellas. Nuestro objeto de estudio permitirá mostrar, según nuestras posibilidades, cómo funciona esta proposición en un caso particular4. Segundo, ninguna disposición a ocuparse de la historia de una disciplina o, más precisamente, de sus objetos concretos en un momento específico, puede pensarse como un ejercicio puramente epistemológico, disposición ejercida la mayoría de las veces en la interpretación de la producción escrita existente. Se trata más bien de que las miradas históricas hacia los campos del saber y, particularmente, hacia sus objetos estudiados, consideren necesariamente las relaciones de fuerza entre posiciones epistemológicas, que no son sino las relaciones de fuerza de los científicos que están detrás de ellas5. Tercero y último, creemos que la probable aceptación de un planteamiento no está en función sólo de su coherencia lógica, de su argumentación plausible o de sus comprobaciones, sino del reconocimiento social del objeto abordado y, por supuesto, del reconocimiento social de los investigadores que lo sostienen, por parte de los que están implicados e inmersos en las apuestas que se invierten sobre él6.

II. Constatación de un hecho y tesis enunciadas

Desde que fue publicada y difundida la obra intitulada La democracia en México del sociólogo mexicano Pablo González Casanova, en 1965, terminada de escribir dos años antes, se fue instaurando en el sentido común de la sociología mexicana la idea de que esa investigación había representado una “inflexión” en la manera de hacer sociología en México7. Tal idea fue reforzándose con el paso del tiempo, en buena parte, al ser comunicada por la mayoría de las autorreflexiones que se han hecho de su práctica y al ser también enunciada en las aulas de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por parte de una cantidad considerable de sus profesores, al menos en el ámbito de enseñanza de la sociología8.

Al ser nosotros producto en parte de esa formación y al estar impregnados asimismo por esa difusión de ideas, lo que constatamos es que al acercarnos a la obra del sociólogo, si se revisan sus fuentes utilizadas, no se refiere ni se cita ninguna investigación sociológica que haya tratado explícitamente y bajo apuestas pertinentes al espacio sociológico, el fenómeno democrático mexicano9. No quiere decir la aseveración anterior, como se verá más adelante, que tal objeto no haya sido tocado o haya permanecido inexplorado sociológicamente. La constatación de este hecho debe ser explicada y las tesis que se han posicionado ante esta obra para dilucidar su origen o su significación, deben ser debatidas, no en sí mismas ni para ser glosadas simplemente, sino para avanzar en la comprensión del por qué, según y a partir de ellas, se asumió que esta obra particular marcó un “parteaguas” en la historia y en los legados de las prácticas sociológicas de este país

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