Comedia romantica

I parte

Categoría(s): comedia romántica

Paseamos por las callecitas de nuestra ciudad Perpiñán. Cuando acabábamos las clases el viernes al medio día nos distraíamos viendo escaparates o simplemente caminando más despacio ya que no teníamos necesidad de ir a ningún lado. A veces, nos íbamos a comer algo por ahí pero no solía ser lo normal.

Marianne  era mi vecina, un poco más alta que yo con el pelo castaño rizado que  le caía por los hombros. Siempre estaba sonriendo  a pesar de su facilidad para estresarse. Nos llevamos muy bien siempre tenemos  planes malvados y escusas que contarle a Elisabeth cuando llegamos tarde a por ella, cosa que ocurre demasiado a menudo. Elisabeth vive casi una manzana más arriba, de carácter más reservado pero con una gran capacidad y sensibilidad hacia las artes tanto plásticas como musicales y con una gran paciencia para soportar nuestras barrabasadas, por ejemplo, casi siempre que llegaba tarde era porque Marianne y yo habíamos hecho de las nuestras. La verdad es que generalizando en los rasgos nos parecíamos todas mucho, pelo rizado  más o menos oscuro y con los ojos marrones aunque Elisabeth los tuviese más rajados. Yo soy la más bajita de las tres pero mi egocentrismo podría aplastar a cualquiera. Si es cierto, somos un grupo de amigas pintoresco  y para colmo estábamos solteras.

Últimamente nuestras salidas de viernes se habían vuelto de lo más monótonas, nos conocíamos desde hacía diez años y casi con seguridad sabíamos de lo que íbamos a hablar, ya que hacía un par de semanas que nos  habíamos quedado sin chismorreos  del verano. Eran tan repetitivas nuestras conversaciones que incluso habíamos decidido ir por los callejones para llegar antes a casa.  Ya no sabíamos que contarnos pero, cuando creíamos que nuestro arsenal estaba vacío, sucedió ante nuestros ojos una fuente inagotable de entretenimiento para tres jóvenes ligeramente aburridas. Nos miramos las unas a las otras y como si nos hubiésemos leído la mente nos escondimos a la vez pues, delante de nosotras había una chica, dos años menor que nosotras  que iba a nuestro colegio y un chico, de aproximadamente nuestra edad. Caminaban despacio el uno al lado del otro sin tocarse, casi sin mirarse completamente rígidos como dos pipiolos que se acaban de decir lo que sentían el uno por el otro y, quizás así había sido.

Estuvimos en silencio, expectantes cada una en su escondrijo viendo esa escena esperando a que ocurriese algo, pero no pasó. Simplemente la chica se despidió con un gesto y se marchó sin volver la vista mientras él le seguía con la mirada hasta que desapareció. Y solo en ese momento se giró soltó un suspiro apesadumbrado y también se marchó. Salimos de nuestro escondrijo  para cotillear.

-Uf, que densos se les ve- comentó Elisabeth.- aquí hay algo que falla.

-Pues a mí me parece tan bonito… es como las telenovelas que escucho por la radio- dije llena de entusiasmo- es como Raúl y Jimena.

...