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¿Dios Existe?


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2014  •  16.789 Palabras (68 Páginas)  •  151 Visitas

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La gran pregunta... ¿Dios existe?

INTRODUCCIÓN

Antes de nada, y como principio de esta introducción, pido disculpas a todas las personas que puedan sentirse ofendidas con la lectura de las próximas páginas.

Creo que en ellas no hay falta de respeto alguna hacia el alma de las distintas religiones, aunque a veces mi escepticismo pueda interpretarse como un acto de rechazo hacia ellas.

En la actualidad ni Dios ni la religión están de moda pero, de todas formas, sé que estos temas suelen generar intensas pasiones porque, queramos o no, se encuentran profundamente arraigados en todos nosotros.

Desde lo más tierno de nuestras infancias, la sociedad, sea cual fuere, se ha encargado de que pertenezcamos a su religión y sus costumbres como si se tratasen de la única verdad posible, y eso ha supuesto un lastre que nos ha impedido ver con claridad la existencia de otros horizontes.

Tengo que decir que no hay ninguna doctrina por la que sienta especial afecto o especial aversión ya que todas son prácticamente iguales, y aunque en estas páginas escribo sobre alguna de ellas, lo que realmente quiero tratar es la teórica razón de ser de las religiones, es decir, Dios.

Aparentemente, las religiones son el camino para llegar a Dios pero casi siempre ese camino se acaba perdiendo en razones puramente económicas. Si profundizamos en los entresijos de cualquier doctrina sólo veremos un medio de vida para los que la dirigen, costeado siempre por los fieles creyentes.

No cabe duda que ha de haber ciertos sacerdotes de muchas religiones, absolutamente convencidos de la verdad del dogma que profesan, pero tengo la completa seguridad de que no son demasiados los que consiguen mantener la fe durante toda su vida, ya que la razón casi siempre acaba por imponerse.

En fin, disculpas a todos y que Dios nos guarde.

Angelberto.----------

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I

DISTINTAS TEORÍAS SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS

En este mundo en que vivimos, y quizá también fuera de él, hay infinidad de religiones y cada una de ellas predica su particular doctrina como si fuese la única verdadera; es decir, todas están convencidas de que las demás son falsas.

Prácticamente la totalidad de las tendencias religiosas adoran a un ser supremo y omnipotente al que consideran creador de todo lo que vemos y conocemos. Del mismo modo, en casi todas las doctrinas hay un premio o un castigo que recibiremos después de la muerte, en función de nuestro comportamiento durante la vida.

Salvando ciertos matices y si analizamos debidamente la cuestión, podremos observar que no hay diferencias de fondo entre todas las religiones existentes.

Según estas enseñanzas, es fundamental adorar y amar a ese ser supremo creador de todo, no hay que hacer daño a nadie y se deben seguir ciertas reglas que nunca difieren demasiado de las más ateas normas de convivencia.

La religión, lógicamente, no discute la existencia de Dios ya que es la base de su razón de ser, pero nunca se ha preocupado de que sus fieles lleguen a tener un convencimiento razonado de tal existencia.

Exactamente eso quiso probar Santo Tomás de Aquino (1225-1274) en su Suma Teológica, y más concretamente con las famosas "cinco vías": La existencia del Dios Creador.

Santo Tomás, célebre religioso nacido en Nápoles y conocido fundamentalmente por sus trascendentales estudios teológicos, tomaba como punto de partida en cada una de sus vías, un hecho de la realidad mundana, y aplicando diferentes principios filosóficos llegaba a una conclusión clara de la existencia de Dios.

Basándonos en alguna de esas teorías, que, por supuesto, son absolutamente lógicas, no hay duda de que cualquier movimiento que ahora mismo podamos ver, siempre habrá sido causado por otro, y este último por otro, y el otro por otro diferente... En fin, que todo movimiento que veamos nos hará comprender que ha sido ocasionado por una sucesión de movimientos anteriores. La cuestión es que nunca podríamos trasladarnos hacia atrás en esos movimientos sucesivos sin que llegásemos al que inició el primero de ellos, ya que lo contrario equivaldría a admitir que no hay principio, y si no hubiera principio tampoco habría continuación, y por lo tanto, no existiría nada.

En la antigua filosofía griega no se hacían estos planteamientos porque era comúnmente aceptado el hecho de que el mundo era eterno, y por consiguiente no existían razones para buscar ese principio, pero Aristóteles (384-322 a.C.) trató de demostrar la existencia de Dios desde un punto de vista teleológico, es decir, considerando a Dios como fin último del universo y motor inmóvil que genera movimiento hacia sí por una especie de atracción de amor. Según Aristóteles, no podría explicarse la coordinación y armonía de los movimientos sin aceptar la existencia de Dios.

Cuando los filósofos se refieren a Dios como motor inmóvil generador de movimientos, están dejando muy claro que no es posible que él pueda moverse ya que si también él se moviese habría que recurrir a otra causa que explicase ese movimiento, y si hubiera una causa por encima de Dios, esta última causa sería Dios y no la anterior.

Otro de los pocos defensores del planteamiento teleológico fue Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955), un jesuita francés cuyas teorías, entre científicas y religiosas, fueron condenadas por la Santa Sede ya que se desviaban notablemente de las enseñanzas de su iglesia.

P. T. de Chardin no negaba absolutamente a Dios como principio del universo, pero creía más justificable que estuviese en el final, ya que los procesos evolutivos tienden a la perfección. En sus escritos decía que "el cosmos tiende a vitalizarse, la vida a hominizarse y el espíritu a liberarse de la materia".

Chardin consideraba que el universo es una mezcla de materia y alma que evoluciona hacia el Dios-fin, y que el alma del hombre, dentro de ese proceso, surge a partir del sistema nervioso.

Para este jesuita era mucho más lógico que Dios, como ser perfecto, estuviese en el fin de la evolución, después de un proceso de superior unificación, que no al principio de lo que ahora es aún una realidad imperfecta.

Aunque Santo Tomás quiso demostrar la verdad de Dios buscándole en la causa primera, hay que apuntar que la última de sus vías pudiera tener cierto enfoque teleológico que, en cierto modo, parece acercarse a las teorías de Aristóteles

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