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EL ARTE DE AMAR


Enviado por   •  25 de Enero de 2014  •  2.643 Palabras (11 Páginas)  •  284 Visitas

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“EL ARTE DE AMAR”

El amor es un arte, así lo expresa el autor Erich Fromm en su obra “El arte de amar”. Es la respuesta a la profunda necesidad a la que la humanidad se ha enfrentado desde el inicio de su existencia: Superar el estado de separación y responder así a las dudas del existencialismo humano mediante una fusión interpersonal. Esto es trascender la soledad individual a la que nos enfrentamos.

Si es el amor la posible respuesta a nuestras dudas existenciales, debemos por ende a cuestionarnos personalmente, ¿De qué forma vemos el amor? ¿Qué significado le damos en nuestra vida? Responder a estas preguntas actualmente en nuestra sociedad occidental nos conllevaría inmediatamente a la conclusión de que es una sensación placentera que nos embarga de una gran variedad de sentimientos efusivos pero al fin y al cabo espontáneos; que tiene su origen y su inminente culminación principalmente dentro de una habitación solitaria sobre una suave y cómoda cama. Nos parece difícil aceptarlo pero bien nos podemos cuestionar, ¿A cuántas personas capaces realmente de amar conocemos? Muchos se engañarán y pensarán “Yo puedo sentir ese tipo de amor, amo a mi pareja y se lo demuestro diariamente” pero los que se atrevan a ser sinceros con ellos mismos reflexionarán y llegarán a la conclusión de que quizás el amor que sienten no es más que un mero espejismo; eso es buena señal porque es un posible significado de la aceptación que puede dar paso a una profunda introspección en lo que pensamos acerca del amor y lo que sentimos.

Aún más importante vivimos en una sociedad en la que cada vez toma mas importancia ser amados e idolatrados por quienes nos rodean, mientras esto sucede la importancia amar a los demás ha decaído gravemente a una velocidad directamente proporcional. Hoy en día las personas se preocupan por ser admirados, degustan de satisfacer su egocentrismo y su vanidad; hacen alarde de su proezas por más insignificantes o estúpidas que puedan parecer, se encuentran segados por su egoísmo y para eso buscan la belleza y la moda en el caso de las mujeres y el poder y el éxito en el de los hombres.

Todos anhelan ser amados, pero nadie se ocupa de amar a los demás y por consiguiente de aprender a amar.

Nos encontramos inmersos en un estado capitalismo que nos dicta que el producir y el consumir es lo más importante. Es en este sistema en que los valores y el amor al prójimo han perdido su importancia; en donde hemos hecho nuestro el lema de “el fin justifica los medios” y cada quien lo ha tomado como su estandarte en la búsqueda del poder, el dinero y el falso éxito. En una sociedad así ¿Qué cabida tiene el amor?

El amor que nos dice que tenemos que amar a nuestro prójimo; el amor que nos dice que lo más importante es dar sin importar el recibir algo a cambio. Amar significa entregarnos plenamente, ayudar a nuestro semejante, apoyarlo y preocuparnos por su bienestar, y todo esto solamente sería compasión y mera solidaridad si no fuera por el requerimiento más importante de todos: Vivir sus necesidades y sentimientos como si fueran nuestros, esto es hacerlos propios.

Como bien lo expresa el autor “Amar es fácil, lo difícil es encontrar algo que amar”. El objeto amoroso como lo legó a definir es esa dirección que toma nuestro amor: las diferentes formas en que se expresa. Nuevamente nos encontramos proyectados por nuestra sociedad. Nos reflejamos en el acto de la búsqueda de lo mejor, amamos aquello que creemos que nos merecemos, aquello que sea bello, practico, fácil; en fin lo que represente mayor demanda en el mercado de la vida. Todo esto, por supuesto, condicionado por la época en la que nuestra sociedad se encuentra inmersa. ¿A qué podemos referirnos con esta frase? Simplemente a que en la actualidad los medios de comunicación nos indican todo aquello que debemos amar a través de sus películas, teleseries y libros populares.

Se nos inventan historias románticas que rayan en el idealismo, capaces de distorsionar la perspectiva realista de cualquier niño, adolescente o adulto, en la que los personajes principales son dioses griegos perfectos y bellos aunque carentes de carácter e iniciativa propia lo cual parece no molestar a todo aquel que se encarga de consumir tales productos. Es más parece que la juventud actual pide a gritos historias de romance donde las estrellas sean personajes con esas cualidades. Es aquí desde esta edad temprana que se nos indica cómo es el amor y cuáles son los objetos amorosos que debemos amar, en estas condiciones, ¿Qué esperanzas tiene una persona adulta para lograr entender realmente la profundidad o la paciencia que requiere un arte tan maravillosa como lo es el amor?

Tal vez sea en el mundo oriental, el lugar en el que el amor puede encontrar un mejor y más cómodo recibimiento. Es en estas sociedades en las que la gente se preocupa un poco más por su parte espiritual dejando de lado el consumismo que nos caracteriza. En el occidente lamentablemente pocos son aquellos que comienzan a satisfacer sus necesidades espirituales. L a mayoría se centra en su vida rutinaria haciendo lo mismos todos los días; siendo la mano de obra de un sistema explotador que lo recompensa los fines de semana con una interminable lista de productos y servicios disponibles para ser consumidos que hacen que poco a poco las personas se conviertan en simples robots incapaces de sentir o de pensar de una manera menos cerrada. Se transforman en gente que poco a poco pierde la fe en sí mismo y en la humanidad.

Podemos afirmar que el amor se expresa de diferentes maneras, no solo es el tipo de amor que experimentan dos personas y que comúnmente se ve ligado al instinto de reproducción.

El amor fraternal, es el amor que sentimos hacia nuestro prójimo, así sea este un perfecto desconocido, podemos sentir amor hacia el por el simple hecho de ser un humano. No obstante en una opinión personal, es necesario cuestionarnos, ¿Realmente puedo sentir una sincera empatía hacia otra persona? ¿Soy capaz de escuchar y dar consejos a alguien sintiendo realmente sus problemas como míos? Si somos capaces de responder afirmativamente a estas cuestiones podemos afirmar que somos capaces de sentir amor fraternal hacia un semejante.

Un amor que existe realmente pero que quizás pasa a desapercibido sin ser tomado en cuenta: El amor a Dios. ¿Pero en realidad quién es Dios? Sea lo que sea esta entidad tan aclamada que ha acompañado a la humanidad prácticamente desde que ha existido sobre la faz de la tierra, podemos estar plenamente seguros solo de algo: Dios es un concepto condicionado a cada época y cultura por las que ha atravesado el hombre. Modificado a nuestra conveniencia, Dios ha pasado de ser el encargado de la armonía de la naturaleza hasta llegar a convertirse en el padre único y supremo capaz de castigar a sus malos hijos y premiar a todo aquel que sigue sus normas. Prometiendo el cielo o el infierno.

Ese amor es inmensamente voluble en sus diferentes expresiones a lo largo del tiempo y sin duda continuará cambiando sin importar la religión y la cultura en que nos desarrollemos. Lo que realmente nos debe de preocupar no es amarlo sino vivirlo. Y esto en cualquier religión es una regla de oro que a nuestra conveniencia pasamos desapercibida pensando que amándolo y procurándolo es suficiente. Vivirlo significa: “Amar a nuestro prójimo, hacer lo correcto, perseguir nuestros sueños y buscar nuestra felicidad con la única condición de no dañar o manipular a los demás en el transcurso de nuestro camino”

Y el amor erótico, quizás el más frágil y puro de los ya mencionados. Es este amor el más frágil y puro de los ya mencionados. Es este amor el que ha atravesado como un hilo rojo la historia del hombre, causante de guerras, asesinatos, suicidios e historias que con el tiempo se han convertido en leyendas. Alabado en la antigüedad y marcado con la insignia soslayada del pecado en la edad media, el amor entre el hombre y la mujer ha tomado un nuevo significado hoy en día. Más allá de los factores neuroquímicos que intervengan en este, es indudable que es solo a través de este amor que logramos superar nuestro estado individual para fusionarnos con otro ser y así de esta forma ser un solo individuo con la capacidad de responder y sentir como un todo. “Cuando amamos deseamos ser mejores de lo que ya somos. El amor transforma” dice un autor y esto es verdad absoluta.

Es por todo esto que es este amor el más vulnerable de todos llegando a ser confundido y hasta burlado. Existen distintas cuestiones acerca de este amor; una de ellas es la absurda idea que lo vincula de una manera incorrecta al sexo. Actualmente se cree que para que el amor erótico funcione necesita y se alimenta de él. Hoy en día el sexo es ese acompañante que no debe de faltar en una relación amorosa y si el sexo no se da de una manera frecuente la relación se desmorona, y todo porque desde el principio la relación simplemente se basó en una simple atracción física. Esto conlleva inmediatamente a pensar que el deseo sexual es el factor principal que origina la aparición del amor; más sin embargo sucede todo lo contrario. El amor verdadero es el capaz de despertar esta fuerza, no como simple instinto de reproducción o satisfacción de necesidades fisiológicas, sino como un acto de total entrega y fusión plena, como se describía en antiguas culturas: una unión divina surgida como consecuencia del amor puro.

Otro mito surgido alrededor de este es el “Si me amas tienes que…” Esta frase, desgraciadamente, se ha convertido en la más común en las parejas de hoy en día en un acto que demuestra egoísmo y egocentrismo absoluto. Muchas veces hasta se convierte en la causante de que la otra persona abandone amistades, deje de hacer lo que más le gusta o en casos increíblemente comunes abandone el sueño de su vida. El amor no condiciona ni es egoísta y ni mucho menos chantajista; el amor permite que las dos personas realicen su vida personal, que alcancen sus metas a sabiendas que estas fortalecen su unión y nutre el amor que ambas sienten. Ningún joven realiza tales actos egoístas alegando que es una prueba de amor el tener sexo prematuro o abandonar sus sueños si conoce realmente el arte de amar.

Existen más expresiones de amor por ejemplo: El amor a nuestros padres, el amor maternal y el que deberíamos practicare con más frecuencia en estos últimos tiempos, el amor a la naturaleza. Sin embargo en cualquier manifestación que este tome podemos tratar de verlo como un arte y no como algo común y corriente.

Como toda arte el amor requiere tenacidad, paciencia, disciplina y práctica. Los requisitos para el aprendizaje de este arte son totalmente necesarios y relativamente fáciles si los aplicamos por iniciativa propia.

“LA CULTURA DEL PSEUDOAMOR”

Como ya se ha mencionado anteriormente, nuestros padres y nosotros nos hemos desarrollado en medio de un sistema cuya característica principal es el consumismo y el empobrecimiento espiritual individual: El sistema capitalista.

Nos comportamos como simples máquinas; funcionamos mecánicamente, obedeciendo a normas de productividad y consumismo extremo. Somos robots que trabajan durante los 365 días del año, caminando por la calle o hasta estando en nuestros hogares preocupándonos a cada momento en las estrategias que podemos realizar para mejorar nuestra productividad y mejorar los ingresos del hogar, en los pocos momentos en que estamos libres somos incapaces de permanecer en soledad unos momentos realizando absolutamente nada dejando nuestra mente en blanco o solo reflexionando en nosotros y saber qué es lo que realmente queremos. Y aunque creemos que no hacemos nada nuestra mente comienza a viajar lentamente al trabajo, a la escuela, a los amigos y de pronto nos encontramos mordiendo nuestras uñas, jugando nuestro cabello o prestándole atención a la mosca que atravesó volando el lugar en el que nos encontramos.

Estamos acostumbrados a estar haciendo algo hasta cuando no estamos haciendo nada. Es esta la rutina que diariamente nos vemos orillados a realizar en un mundo occidental que nos ofrece todo para relajarnos pero no nos da como opción alternativa el estar en una soledad individual o practicar técnicas de concentración, a diferencia del mundo oriental en el que la soledad es la mejor compañía que el hombre pueda tener, en donde la soledad no es enemigo del hombre sino su aliado.

Nos encontramos totalmente automatizados como un refrigerador o una televisión que están obligados a realizar determinada función porque no cuentan con deseo propio y solo obedecen a una serie de circuitos que los hacen cumplir su misión; y así las cosas ¿Cuándo hemos observado a un tostador declararle su amor a la licuadora?

Telenovelas, revistas, la moda, la música y hasta los libros de hoy en día nos vienen regalando desde hace algunos años una nueva perspectiva acerca de la vida y por supuesto del amor. Un amor ideal y perfecto que se desarrolla en un determinado lugar en donde una joven y hermosa chica se enamora del joven apuesto y misterioso que le corresponde inmediatamente al compás de su mirada. Los dos comienzan una absurda relación que sortea todo tipo de obstáculos que disparan una secuencia interminable de secuelas donde cada dos por tres sostienen encuentros sexuales y al final se casan y son felices para la eternidad. Historias que ofrecen a las niñas pasar de cenicientas a princesas y a los jóvenes a príncipes o en casos más recientes en seres sobrenaturales.

En ninguna de estas historias podemos escuchar o leer diálogos que muestren como se desarrolla su amor hasta alcanzar el grado de maduración propio de una historia tan romántica, fomentándolo a lo largo de la historia. Susceptibles son más las chicas a adoptar estas historias y a poner en práctica lo que absorben de ellas, buscado incansablemente a su amor vampírico o motociclista para ser amados por ellos y así convertirse en los protagonistas de una historia de pseudoamor que la mayoría de las veces tendrá su final en un inminente fracaso.

Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son. La vida real sin perder su sentido de acción y aventura suele ser un poco diferente a lo que nos describen hoy en día. No hay que cegarse por el deslumbramiento que el pseudoamor nos puede causar. Dejar de ser autómatas, dejar de ser televisores cuyo fin es proyectar imágenes que recibe de un satélite. Somos seres humanos vivos, con la capacidad de razonar, creativos y originales. No hay necesidad de tratar de imitar la vida “perfecta” de los personajes de nuestras sagas literarias o telenovelas favoritas.

Seamos originales, hagamos de la soledad nuestro aliado más grande, reflexionemos y desde hoy comencemos a practicar el verdadero arte de amar. Amemos a nuestros padres, a nuestros hermanos, al prójimo (desconocido, extranjero o enfermo), a nuestra pareja, a Dios y si somos ateos, hagamos lo correcto y amemos a la naturaleza que nos rodea.

Preguntémonos ¿Realmente amo? ¿Realmente me preocupo por el bienestar y las necesidades de ese otro ser, como si fuesen mías? ¿Soy capaz de amarme a mí mismo sin caer en el narcisismo o en el egoísmo? Comencemos a practicar el arte de amar y seamos capaces de responder sinceramente a las cuestiones anteriormente planteadas. Tenacidad, paciencia, reflexión y disciplina son la clave para liberarnos de los mitos y prejuicios que la nueva cultura pop nos ha impuesto alrededor del amor. Amemos verdaderamente, el amor que una persona comienza a sentir puede lograr un cambio en su persona revolucionar su vida y contribuir a transformar el mundo liberándonos de los engranajes y las piezas mecánicas que hoy en día lo hacen funcionar.

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