El Futbol

Solo basta detenerse y observar hacia alrededor para darse cuenta que la humanidad hoy en día ha dejado de ser “humanidad”, cada hombre es una fiel copia uno de otro, empantanado en sus quehaceres, en producir, en demostrar capacidades para poder sobresalir un poco de la inmensa masa de homogeneidad en la que ni siquiera se da cuenta que esta sumergido; hombres que se esfuerzan en buscar la felicidad a cualquier costo, porque nuestra querida cultura occidental nos ha enseñado que debemos ser felices para pertenecer a la “Normalidad”, no podemos estar tristes, caeríamos dentro del saco de los mal mirados, de los que no reprimen sus emociones… Pero… ¿Quién establece los parámetros de esta normalidad? Somos Seres Humanos, no estamos diseñados para reprimir nuestras emociones, ni siquiera las negativas, ya que para poder vencerlas debemos aceptarlas, reconocerlas y de este modo aprender de ellas. Esta misma cultura es la que también se ha preocupado de domesticarnos, desde temprana edad, quedando expuestos a un sistema de escolarización que nos enseña a pensar tangible y racionalmente, a un método de “Educación” orientado a desarrollar el lado izquierdo de nuestro cerebro, que tiene que ver con la lógica, los hechos, las ciencias y las matemáticas; inhibiendo así el lado derecho en donde se desarrollan los sentimientos, las emociones, la intuición, la filosofía, la meditación, etc.

Nosotros mismos fuimos formados bajo este paradigma, por profesores instructores que se enfocaban en llenarnos de información, crear un prototipo de alumno ejemplar que al final lo único que consigue es niños desmotivados y profesores frustrados. Lamentablemente, desde mi experiencia personal, en los años que pase en el colegio siempre vi este tipo de maestros, un profesor lejano, distante, enfocado netamente a su “Labor” en el aula y dejando de lado cualquier tipo de afectividad hacia los alumnos. Quizás en aquel momento no me llamó la atención, para qué iba a querer tener una relación más cercana con un profesor, no lo creía necesario. ¿Pero que habría ocurrido si por el contrario, me hubiera topado con profesores realmente interesados en nosotros los alumnos?... Seguramente las asignaturas que en algún momento odié, habrían sido más atrayentes. Hoy como estudiante de pedagogía, tengo la visión de que el rol que tenemos como profesores, es fundamental para el desarrollo de nuestros estudiantes, los niños necesitan maestros que enseñen con una actitud amorosa, no siendo explotadores disfrazados de buenos educadores, una relación cercana y afectiva que marque positivamente el aprendizaje.

Como profesores de Educación Física, tenemos la ventaja de que podemos fortalecer esta afectividad, nuestra asignatura así lo permite, ya que estamos en pleno contacto con los alumnos, y estos entre ellos, favoreciendo un ambiente de distención, confianza y diversión, permitiéndoles la exploración en

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