El Materialismo

El Idealismo Filosófico

El idealismo filosófico es concebir del mundo como un reflejo de las ideas y de los pensamientos, es tomar la conciencia y el espíritu como lo primario y el mundo exterior como lo secundario. Por el contrario, el materialismo filosófico va de la existencia a la conciencia, del mundo real al mundo imaginario, es la forma de concebir el mundo exterior como lo primario y las ideas y el espíritu, o sea el mundo interior, como lo secundario.

El materialismo enseña, como su propio nombre indica, que la materia es la base de todo, que todo sale de la materia. Nuestras ideas, nuestros pensamientos o nuestra propia conciencia de nosotros mismos (nuestro espíritu) son un producto de la materia, es decir, son un producto de nuestra fisiología, de nuestro cuerpo, del cerebro. Hay que ser muy especulativo para afirmar que la conciencia o el pensamiento pueden existir fuera de nuestro cerebro. El producto del efecto de la realidad exterior sobre nuestros órganos sensoriales y nuestras neuronas son nuestras ideas. Éstas no caen de cielo; hasta las más abstractas, como las matemáticas, tienen su origen en el mundo físico (ejemplo: el sistema decimal debe su existencia a los diez dedos que tenemos en las manos). Así pues, no fue Dios -ente inmaterial o idea- el que hizo a los hombres a su imagen y semejanza, sino que fueron los hombres -seres reales/materiales- los que crearon a Dios a su imagen y semejanza.

Básicamente, el idealismo correspondería a la filosofía religiosa y el materialismo a la filosofía científica. Los idealistas postulan que lo ideal, esto es lo inmaterial, creó la materia o bien que la materia no existe. Por ejemplo, filósofos idealistas serían Tomás de Aquino, Maimónides, etc., quienes sostenían que Dios (Ser inmaterial) creó el mundo material. Pero, para hablar de idealismo, no sólo tenemos que hacer referencia a filósofos cristianos, judíos y musulmanes o de cualquier religión en general, sino que por ejemplo, Platón también era idealista, puesto que creía que lo que él llamaba "Idea de Bien", que hacía referencia a una entidad exterior a nuestro pensamiento (quizás volando por el cielo) y que por supuesto era inmaterial, era la fuerza creadora de todo lo demás. E incluso llegó a desprestigiar a todo lo que fuera material, a las cosas concretas diciendo que eran ilusiones de nuestros sentidos, aunque sin embargo no negó su existencia.

El materialismo es justamente lo opuesto: si bien afirma que lo inmaterial existe, la materia siempre ocupa un lugar privilegiado. Esta corriente filosófica no trabaja con la especulación, sino que va de la mano de la ciencia. Afirma que la materia es el origen de todo. Todas las cosas son conglomerados de átomos, que se mueven en el espacio y chocan, formando las cosas que vemos. La vida, incluso para el materialismo es una forma de existencia especial de la materia, que se formó a partir de la mezcla de hidrógeno y carbono. Incluso, en la vida concreta del hombre, el materialista se da cuenta de que primero está la materia y luego lo inmaterial: primero tenemos que percibir por alguno de nuestros sentidos la materia para luego poder representárnosla en nuestra cabeza. Por ejemplo, para tener la idea de una ventana, antes tenemos que haberla visto. La idea, para la corriente materialista, es lo inmaterial en la relación materia-inmaterial, ya que se entiende

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