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El Otro En La Aldea

atzinamefire19 de Marzo de 2013

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Reporte de lectura.

El Otro en la Aldea

Durante el capítulo “El otro en la aldea” de su libro Encuentro con el otro. Kapuscinski esplica diversas teorías filosóficas que han sido desarrolladas por distintos personajes, las cuales centran su atención en el desarrollo del “yo”, sin embargo, dentro de esta búsqueda por la autonomía, el individuo no lo es todo ni es lo más importante; para lograr definir esta idea, el autor retoma al filósofo Józef Tischner, el cual dedicó parte de su estudio a una teoría que nos hiciera ver de manera diferente nuestra presencia en la sociedad, esta teoría se baza en El Otro, ese ser con quien convivimos día a día, y que secretamente sin darse cuenta nos impulsa a generar nuestra identidad e incluso a hacernos conscientes de nuestro curso por la tierra, “Sé que existo porque sé que existe ese otro” dice Tischner, es así como lo aquella persona que simplemente conocemos como El Otro y que a lo largo de nuestras vidas se aparece con distintos rostros, actitudes y que lo conocemos como madre, hermano, amigo, compañero etc., logra crear en nosotros el sentido de nuestras vidas por medio de conexiones que nos aportan ideas, gustos, y todos esos factores que integran nuestra personalidad, “(...) mi Yo puede manifestarse como un ser definido tan sólo en relación con, es decir, en relación con el Otro, cuando este aparece en el horizonte de mi existencia, dándome un sentido y otorgándome un papel.”1

Sin embargo, la conciencia con respecto a la importancia del Otro en nuestra vida, ha sido minimizado a causa de la estructuración social que a lo largo de la historia se ha dado, en donde el ego tiene un papel primordial entre las personas, y cada vez más aleja la posibilidad de reconocer entre nosotros mismos que no estamos solos. Es por ello que en el texto se plantea como un deber cada persona, valorar a aquellos que contribuyen de manera consciente o inconsciente a formar nuestra personalidad y motivar nuestra existencia, para así lograr que nuestra relación con el otro no sea obstaculizada por nosotros mismos, “Tischner y los otros dialoguistas intentan sembrar en nosotros una salvadora inquietud, concienciarnos de la existencia del otro, incluso de su presencia aquí y ahora, de la necesidad de sentirnos responsables de él y, más aún, de la asunción de que esa responsabilidad es un importante deber ético.”2 El hecho de que debamos visualizar nuestra relación con el Otro de manera tan trascendente y como un deber ético, surge de sucesos como el avance de la tecnología y la globalización; factores como estos promueven falsos e inservibles vínculos de comunicación, porque si bien es cierto que con el avance de las redes sociales la “comunicación” entre los habitantes del mundo se ha facilitado, ocasionan construcciones de personas inexistentes, pues nos resulta fácil mejorar nuestras cualidades y eliminar nuestros defectos ante personas que difícilmente se darán cuenta de que se les está mintiendo, “El Yo se transmitía al Otro no sólo con la palabra sino también con la presencia, la cercanía, la permanencia en un mismo lugar, al trato directo. Nada puede sustituir esta experiencia.”3 La consecuencia de esto es la Superficialidad en nuestras relaciones, por ende, crea dificultades para encontrar identidad y autonomía, se fomenta el sentimiento de soledad.

Desde mi punto de vista, la sociedad se compone de individuos que cambian su rol en el desarrollo de esta misma, es decir, todos somos Yo y somos el Otro en determinado momento, e incluso nos volvemos parte de “Ellos”, el resto, las personas que están allí esperando conocerte, que carecen de nombre porque forman parte de una multitud y que tienen la posibilidad de juzgarte, ayudarte e incluso ignorarte. El hecho de formar parte de la sociedad y tener como recurso a otras personas, forja en nosotros carácter, ideales,

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