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El pensamiento de Mahātma Gandhi


Enviado por   •  15 de Abril de 2023  •  Resúmenes  •  8.621 Palabras (35 Páginas)  •  125 Visitas

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        EL PENSAMIENTO DE MAHĀTMA GANDHI (I)        

proyección teología y mundo actual

AÑO LII, n.º 218, Julio-Septiembre 2005[pic 1]

EL PENSAMIENTO DE

MAHĀTMA GANDHI (I)

Gaspar Rul-lán Buades[1]

  1. Introducción[2]

                       “Llévame de la falsedad a la Verdad

                        De las tinieblas a la Luz

                        De la muerte a la Inmortalidad”

                                      (Brihat-Āranyaka Upanishad I.3.28)

Estas palabras, del texto hindú del siglo VII antes de Cristo, podrían resumir la vida entera de Mohandās Karamchand Gandhi, la Gran Alma o Mahātma (Mahā = gran y Ātma = alma), el buscador incansable de la Verdad, de Dios. La originalidad de Gandhi no está tanto en la novedad de sus ideas, como en la rica síntesis que construyó, bebiendo de múltiples fuentes religiosas, filosóficas y políticas; y en la capacidad de transformar esta síntesis de ideas y valores en un instrumento de transformación social y política, que supo dar, al inmenso y multiforme subcontinente asiático, un sentido de nación, deseosa de sacudirse el yugo colonial del poderoso imperio británico. Este artículo pretende, precisamente, mostrar, en su primera parte, las diversas creencias religiosas que ayudaron a configurar el pensamiento de Mahātma Gandhi, para, en la segunda parte, mostrar la grandiosa síntesis filosófica-religiosa gandhiana, resumida en tres palabras sánscritas: Satya (verdad) Ahimsā (no-violencia) y Satyāgraha (defensa a ultranza de estas verdades).

Si tuviésemos que resumir la aportación de las distintas grandes religiones al pensamiento de Gandhi, simplificando mucho, pues muchas de estas ideas se encuentran en más de una creencia religiosa, podríamos decir que:

Del Jainismo sacó su idea básica de la no-violencia en un sentido muy amplio, como veremos; del Budismo aprendió la benevolencia, la “gran compasión” y la serenidad y paz interior; del Hinduismo extrajo su idea de Dios como Verdad y su capacidad de servicio desinteresado; y el Cristianismo le enseñó su “opción preferencial por los más pobres”, tal como se predica en el Sermón de la Montaña.

  1. Fuentes del pensamiento de Gandhi

  1. El Jainismo y Gandhi

La idea de no-violencia ha impregnado siempre el pensamiento de las gentes de la India. El Manava Dharma-shastra (Leyes de Manu), cuyos orígenes algunos autores colocan a varios siglos a. C., prescriben que aquel que quiera ayudar a otros en su bienestar debe estar guiado por el principio de la ahimsā o no-violencia (a = no y himsā = violencia) y debe utilizar palabras cariñosas y delicadas hacia ellos: “Que escuche con paciencia las palabras duras que le dirijan, Que no insulte a nadie, Ante un hombre enfadado que no muestre él ningún enfado, Que bendiga cuando es maldecido”.

Mohandās Karamchand Gandhi nació en Gujarat, al noroeste de la India, en la ciudad de Portbandar, el 2 de octubre de 1869, en una familia hindú de casta Bania. Como él mismo explica en su autobiografía, su padre era un hombre de ideas muy liberales que gustaba discutir temas religiosos con sus amigos musulmanes y parsis. Gujarat era el centro religioso de los jains y monjes de esta religión frecuentaban también su casa, y probablemente de ellos aprendió su aborrecimiento hacia comer carne pues “la repugnancia hacia comer carne que existía en Gujarat entre los jains no podía encontrase en ninguna otra parte de la India. Y estas eran las tradiciones en las que nací y crecí”[3]. Cuando a la edad de 18 años pensó viajar a Londres, su madre tuvo muchos prejuicios y miedos contra este proyecto, pero, finalmente, aun siendo una devota hindú, decidió consultar a un monje jain, Becharji Swāmi, quién dijo que el muchacho podía ir a Inglaterra si antes tomaba un solemne voto delante de su madre de no tocar “vino, carne y mujeres”. Y, tomados estos votos, el joven Gandhi pudo ver sus sueños realizados, partiendo hacia Europa.

El jainismo que, junto con el budismo, fue una reacción contra el ritualismo de la religión védica, tiene su origen histórico en el año 539 antes de Cristo, cuando el vigésimo cuarto Tirthamkara (asceta), el príncipe Vardhamāna decidió renunciar a todas sus posesiones y honores y, vistiéndose de monje, se dedicó a peregrinar en búsqueda del conocimiento perfecto que le permitiría alcanzar la salvación, convirtiéndose finalmente en Mahāvīra (mahā = gran y vīra = héroe) tal como se le conoce hoy, y en Jina (vencedor), de ahí el nombre de Jainismo.    

Aunque todas las religiones de la India predican el ahimsā o no-violencia, ninguna como el jainismo la ha llevado hasta sus últimas consecuencias. Las enseñanzas de Mahāvīra explican con detalle el significado completo de esta ahimsā que está lejos de ser un mero pacifismo o mera protección de los animales y la naturaleza. La no-violencia de los jains es la base de toda conducta moral que ha de llevar a la salvación. Las Escrituras jain distinguen cuatro formas de violencia (himsā) que se deben evitar: la violencia en el trabajo y la profesión, la violencia en la familia, la violencia para autodefenderse, y la violencia de pensamiento e intención. Los jains también insisten en que la violencia no debe usarse ni contra los seres de vida superior, como el hombre, oponiéndose, por tanto, con todas sus fuerzas, a las guerras y a la pena de muerte; ni contra los de vida inferior, como los animales, insistiendo en el vegetarianismo.

Pero los seguidores de Mahāvīra van mucho más lejos de una mera no-violencia exterior, para ellos, hay que evitar la violencia, no sólo de hecho, sino también la de omisión. Igual violencia comete, según esta doctrina, el que se enfada con alguien, como el que no muestra compasión hacia el necesitado; y tan violento es el que ataca o insulta externamente, como el que tiene la intención o el mero pensamiento o deseo de hacerlo. Finalmente, la no-violencia jain no es un mero catálogo de prohibiciones: no herir, no injuriar, no matar, etc. sino que tiene que entenderse en un sentido positivo de tolerancia, compasión y caridad, de ahí la obligación para los jains de la limosna y las obras de beneficencia.

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