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El repudio a la aristocracia y la glorificación de la mediocridad


Enviado por   •  29 de Octubre de 2018  •  Informes  •  603 Palabras (3 Páginas)  •  351 Visitas

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El repudio a la aristocracia y la glorificación de la mediocridad.

El texto “Universalizar la aristocracia: por una ética de las profesiones” de Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia, fue originalmente publicado en la entrega 75 (septiembre de 1997) de la revista Claves de razón práctica, contando con 12 páginas.

Universalizar la aristocracia quiere decir, que los profesionales orientan sus acciones sociales al logro de la excelencia de la misma, ya que es su compromiso moral asignado por medio de una vocación y misión a la cual deben dar respuesta. La excelencia de estos profesionales proporciona riqueza a las naciones y pueblos. Este objetivo merece la atención no solo los gobernantes sino la atención de las grandes masas encargadas de legislar las decisiones que favorezcan el interés común.

Los países constantemente buscan estrategias que les permita un desarrollo sostenible, que incluya el crecimiento de puestos de trabajo y el fomento de la igualdad de oportunidades, estos objetivos requieren que la competitividad aumente y esta depende principalmente de sus recursos humanos.

El primer llamado es para los profesionales, a aspirar a esa aristocracia, a sobresalir, a tomar en cuenta el verdadero sentido y naturaleza de estas actividades, deben dedicarse en cuerpo y alma a una actividad que preste un servicio específico e indispensable a la sociedad, que esté certificada académicamente, donde sea necesario un proceso de capacitación teórica y práctica para su desempeño, donde deban asumir la responsabilidad del correcto ejercicio de su profesión y por último que su actuar este encaminado a favorecer la colectividad, sin dependencia del lucro.

Para lograr ser un profesional excelente, se debe huir de la mediocridad, intentar ser lo más competente posible, porque es muy diferente un buen profesional a un profesional ético, ya que para lograr la perfección legal basta con cumplir un mínimo indispensable para no incurrir en negligencia y este mínimo representa en la profesión el no cumplimiento de su actividad social tal como es exigido.

Desde mi punto de vista, estoy de acuerdo con la problemática que enuncia el autor; nos encontramos en una sociedad mediocre, que cada día es más tolerante a la falta de compromiso por parte de los profesionales. El problema radica en que, por defender nuestra autonomía y la autonomía de las profesiones, es mayor el vació que se crea en la ética profesional, siendo ésta la herramienta que tiene la sociedad para reclamar a un profesional el efectivo desarrollo de su labor y que ésta sea útil para el bien común.

En mi caso, la contaduría es reglamentada también por un código de ética el cual estudia los deberes y los derechos de los profesionales en el cumplimiento de sus actividades profesionales y deben ser de estricto cumplimiento para todos quienes desempeñan la profesión contable. Dentro de estos principios encontramos la integridad, la objetividad, la independencia, la responsabilidad, la confidencialidad, la competencia y actualización profesional, respeto entre colegas, etc. (Ley 43 de 1990 en su Capítulo IV, Título I) El no cumplimiento de estos principios da como resultado grandes escándalos de corrupción, que generan la falta de confianza en los grupos de interés de los profesionales contables.

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