F. Nietzsche
uges307 de Abril de 2014
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SEMBLANZA
Friedrich Wilhelm Nietzsche nació en 1844, en Röcken, en el estado alemán de Sajonia, perteneciente entonces a Prusia. Su padre, pastor luterano de esta pequeña localidad, falleció cuando Nietzsche aún no había cumplido los cinco años. En 1850 su familia se desplazó a Naumburgo, donde creció rodeado de mujeres y en un ambiente de profunda religiosidad luterana. En 1858 inició la enseñanza secundaria en el internado de Pforta. En aquel lugar recibió una excelente preparación en las lenguas y la cultura clásicas.
Al terminar, en 1864 se inscribió en la Universidad de Bonn para estudiar Filología Clásica y Teología, ya que su madre le insistía en que fuese pastor luterano. Sin embargo, ese mismo año abandonó la teología y, con ella, la fe cristiana, poniendo en su lugar el ideal pagano de la Antigüedad grecorromana.
Al año siguiente se trasladó a la Universidad de Leipzig. Fue entonces cuando leyó El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer (1788-1860), que ejercería un considerable influjo en su pensamiento.
Más tarde, en 1868, conoció personalmente al compositor Richard Wagner (1813-1883) y se convirtió en su admirador.
Apenas finalizados sus estudios universitarios, en 1869 se le concedió la cátedra de Filología Clásica en la Universidad de Basilea. En 1872 publicó su primera obra, El origen de la tragedia en el espíritu de la música, que tuvo una mala acogida en los círculos académicos. En ella alabó el vigor y el vitalismo de la obra de Wagner frente al declive de la cultura oficial alemana. Poco después, en 1876, su amistad con él cesaba por entender que bajo el vitalismo de su música se escondía una nostalgia de los valores cristianos.
En 1879 Nietzsche renunció a su actividad universitaria debido a los frecuentes dolores de cabeza que padecía. La universidad le asignó una modesta pensión vitalicia que le permitió vivir dignamente. Desde entonces, su lugar de residencia fue cambiando entre diversos lugares de Italia, Francia, Suiza y Alemania, en busca de un clima propicio para su salud. Durante esta época fue cuando escribió sus obras más importantes.
A partir de comienzos de 1889 su estado mental se fue deteriorando con rapidez hasta llegar a la pérdida definitiva de la razón. Primero fue asistido por su madre, hasta la muerte de esta en 1897, y posteriormente por su hermana. Sus escritos alcanzaron fama y empezaron a ejercer un poderoso influjo en esta última etapa de enajenación mental. Finalmente falleció en 1900 en Weimar.
Marco histórico y filosófico
Nietzsche vivió durante la segunda mitad del siglo XIX europeo. Uno de los acontecimientos más relevantes de este periodo fue el fracaso de la Revolución de 1848 en Francia y en otros países. Federico Guillermo IV, que reinaba en Prusia y que había sido mentor del padre de este filósofo, permitió el triunfo de los revolucionarios en un primer momento, pero posteriormente optó por reprimirlos mediante la fuerza militar. Los movimientos nacionalistas y democráticos fueron derrotados políticamente por el absolutismo del antiguo régimen, pero sus ideas siguieron impregnando la sociedad europea.
Nietzsche rechazó estas revoluciones populares y los sistemas democráticos, porque, según él, disuelven a los individuos en la masa e imposibilitan la aparición de hombres verdaderamente superiores. Criticó los partidos políticos y las elecciones democráticas, porque en ellas los hombres ignorantes o irresponsables son manipulados fácilmente. Frente a la democracia, reivindicó la aristocracia, al estilo de las sociedades antiguas, como la griega anterior a Sócrates.
Hay que destacar también en este momento histórico el auge de la revolución industrial, que supuso el desarrollo de la siderurgia y la minería, la mejora de las comunicaciones y el rápido crecimiento de algunas ciudades.
Sin embargo, otra consecuencia de estos avances fue el enriquecimiento de una minoría de burgueses, poseedora del capital, y el empobrecimiento de un número cada vez mayor de obreros. Estas circunstancias provocaron la rápida expansión de los movimientos anarquistas y socialistas, que darían lugar, ya en el siglo XX, a la Revolución soviética y a los Estados socialistas
Nietzsche afirmó que la cuestión obrera no se había planteado adecuadamente, porque los capitalistas habían cedido ante los trabajadores, a quienes habían otorgado el derecho al voto y el acceso a una cierta cultura en las escuelas. Según este autor, si lo que se pretendía era su esclavitud, había que mantener a los obreros en la ignorancia e impedir su acceso a los derechos.
Como puede deducirse de lo anterior, Nietzsche despreció los movimientos socialistas porque defendían a la clase obrera, provocando así el resentimiento contra el hombre individual, noble y fuerte.
La segunda mitad del siglo XIX también fue testigo de la unificación alemana, promovida por Bismarck (1815-1898), canciller de Prusia, quien convirtió Alemania en la primera potencia europea hasta su derrota en la primera guerra mundial. Prusia va a encabezar la unidad de Alemania, primeramente, logrando la unificación aduanera alemana, y posteriormente, triunfando en el campo de batalla sobre Dinamarca, el imperio austriaco y Francia. Nietzsche participa como camillero en la victoria de Prusia sobre la Francia de Napoleón III y su salud sale maltrecha. Nietzsche criticó la idea de un Estado fuerte, porque, además de eliminar a los individuos, lo consideraba un ente creado por los débiles, que no pueden defenderse por sí mismos, para vengarse de los poderosos.
Tras la muerte de Kant en 1804, en el panorama filosófico de la primera mitad del siglo XIX destaca la pretensión del idealismo alemán -personificado en Hegel- por explicar la realidad como producto de una Razón Absoluta. Sin embargo, pese al aparente triunfo del idealismo, los pensadores posteriores rechazaron su doctrina, sobre todo, la izquierda hegeliana, Marx y las corrientes vitalistas y existencialistas.
El contexto filosófico se halla dominado en esta época por el positivismo, que siguiendo a su fundador Comte (1798-1857), sustituyó las explicaciones metafísicas, religiosas o artísticas por la racionalidad de la ciencia, a la que consideró el único instrumento de progreso para la sociedad. No se pregunta el porqué ni el para qué de las cosas, sino solamente el cómo de los hechos, lo efectivo, lo verificable
En este ámbito positivista, apareció el evolucionismo de Charles Darwin (1809-1882), quien pretendió dar una respuesta científica a los cambios en los seres vivos, estableciendo el principio de la lucha por la supervivencia. Descubre como principio de la evolución, la variación, la herencia, la selección natural.
Simultáneamente, otros pensadores empezaron a poner en duda las tesis positivistas. Era evidente que la ciencia había proporcionado prosperidad al hombre y a la sociedad, pero, al mismo tiempo, había supuesto su deshumanización. No era difícil advertir cómo múltiples intereses políticos y económicos ahogaban la vida de los individuos y acrecentaban el empobrecimiento de gran parte de los ciudadanos. Muchos de estos intelectuales criticaron asimismo el idealismo hegeliano por su exceso de racionalismo e insistieron en la necesidad de preguntarse de nuevo por el sentido y el destino del individuo humano concreto.
Uno de los filósofos más representativos de este movimiento fue Arthur Schopenhauer (1788-1860), quien afirmó que el auténtico motor de la vida no es la inteligencia sino la voluntad, entendida como una fuerza incesante y ciega. Propugnó que hay un mundo irreal, que es representación o producto del conocimiento de los fenómenos (en sentido kantiano), y, frente a este, otro mundo real, el de la voluntad, entendido como un deseo ciego de vivir. El ser humano anhela sin embargo el mundo de la representación, ya que solo encuentra insatisfacción y dolor en el de la voluntad. Como este último no ofrece esperanzas racionales, se ve abocado a la angustia y al pesimismo, que solo pueden ser suavizados por la expresión artística. Las ideas básicas que este autor transmitirá a Nietzsche pueden resumirse de la siguiente manera: la vida es la realidad original y la razón es secundaria y no conecta con esta realidad. Todas las esperanzas humanas son vanas y falsas (nihilismo) y la vida del hombre es una tragedia sólo soportable gracias al arte.
Aunque Nietzsche criticará el romanticismo que se extiende a lo largo del XIX, no cabe duda que participa en algunos factores fundamentales de esta corriente como son el desarrollo de los sentimientos y el irracionalismo.
A mediados del siglo XIX, un conjunto de pensadores va a establecer una filosofía cuyo eje va a ser la exaltación de lo vital y de o afectivo, frente a un exceso racionalismo propio del idealismo de Hegel. Es el vitalismo. Defienden la vida como realidad radical del ser humano. La razón no es la facultad exclusiva del ser humano para ver la realidad, también están la inspiración poética, la intuición, el instinto, lo pasional, lo inconsciente, etc. Representantes de esta corriente: Schopenhauer, Nietzsche. En el plano del raciovitalismo: Ortega y Gasset y Dilthey.
Nietzsche se enmarca en esta corriente vitalista. Siguiendo a Schopenhauer, defendió con vehemencia los aspectos irracionales de la vida individual y las manifestaciones artísticas frente a los excesos de la razón y la arrogancia de la ciencia. Denunció que estos excesos, junto al derroche de energía en los asuntos políticos, económicos y militares, había provocado la crisis de la cultura alemana.
Nietzsche: estilo y etapas de su filosofía
Nietzsche consideró
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