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Filosofía


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  1.407 Palabras (6 Páginas)  •  155 Visitas

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3.3 La mayoría de edad del ser humano

Kant rechaza las éticas materiales (empíricas y heterónomas) porque considera que no son propias de un ser mayor de edad como el ser humano. Ya sabemos que la ilustración es una reivindicación de la libertad y de la emancipación respecto a cualquier sujeción o dependencia. Kant comparte esta idea, cree que ha llegado la hora en la que el ser humano se haga cargo de su vida y decida por sí mismo. Esta emancipación exige una ética autónoma, en la que sea el propio hombre quien determine la ley moral, y ello es incompatible con una ética material; por eso Kant defiende la necesidad de una ética formal.

Ética formal

Kant considera éticas formales aquellas que carecen de contenido, o sea, que no nos dicen que hemos de hacer, sino que solo nos indican como lo tenemos que hacer.

Kant formula el imperativo categórico del siguiente modo: “actúa solo según aquella máxima por la cual puedas al mismo tiempo querer que se convierta en ley universal”. Esto también se conoce como principio de universalidad.

Kant formuló el imperativo categórico de otra manera que todavía encaja mejor con su preocupación: “trata a todo ser humano no como un medio, sino como un fin en sí mismo.” Esto significa que hemos de tratar a los demás como lo que son, seres humanos con dignidad. Actuar de modo que tratemos a los demás como fines y no como instrumentos significa actuar de manera desinteresada; esto significa por respeto y amor al deber.

3.4 Postulados de la razón

Primer postulado Segundo postulado Tercer postulado

La libertad humana La inmortalidad humana La existencia de Dios

A pesar de que los fenómenos naturales estén determinados por las leyes de la naturaleza, y aunque el ser humano forma parte de ella, hay que presuponer la libertad humana. Ésta implica la capacidad de escaparse del determinismo que las leyes físicas imponen a la naturaleza y poder decidir la propia acción. Y, por mucho que esto sea indemostrable, es necesario presuponerlo si queremos hablar de comportamiento moral. Aunque no podamos hablar del alma, aceptar su inmortalidad se hace imprescindible para que tenga sentido la exigencia de moralidad. Resulta evidente que el comportamiento correcto pocas veces se recompensa: hacer lo que debemos no suele protegernos de las injusticias y pesadumbres propias de la existencia humana. Únicamente si suponemos la inmortalidad de nuestra alma, la supervivencia después de la muerte física, podemos confiar en que nuestra virtud será recompensada justamente con una existencia feliz. Dios, como alma, es una realidad de la cual no podemos tener ninguna experiencia y, por lo tanto, ningún conocimiento. Sin embargo, su existencia acaba siendo necesaria como última garantía del sentido de la existencia humana. Solo Dios, en quien la virtud y la felicidad se identifican, puede avalar que quienes se han hecho dignos de felicidad la alcancen.

Estos tres postulados responden la tercera pregunta de Kant: ¿Qué puedo esperar si hago lo que debo?

Según Kant, si actuamos de manera desinteresada y sin esperar nada a cambio, podemos aspirar a la felicidad. Ahora bien, esta aspiración muchas veces no se ve justamente recompensada. A menudo observamos que, en esta vida, la virtud no siempre va acompañada de felicidad, y que los que, por su comportamiento, serían merecedores de ella padecen graves injusticias. Solamente la inmortalidad del alma y la existencia de Dios pueden garantizar que virtud y felicidad se llegarán a identificar algún día.

4. Hegel y el idealismo absoluto

El romanticismo es un movimiento artístico y filosófico complejo que surge en Alemania, pero se extiende por toda Europa durante el siglo XVIII y perdura hasta mediado del XIX. La actitud romántica ante la vida se caracteriza por los rasgos siguientes: sed de infinito, anhelo de libertad, revalorización de la vida.

Según los filósofos del romanticismo, el gran valor que hay que defender ya no es el rigor lógico. A partir de ese momento, el gran valor es la creatividad humana, la libertad inspiradora, el cumplimiento de un destino divino. Y es esa libertad inspiradora, el espíritu humano, lo que estructura, define y da sentido al mundo.

4.1 De Kant al romanticismo

Se devaluaron el soporte empírico y la lógica y, en cambio se privilegiaron

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