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Filsofia De La Naturalesa


Enviado por   •  11 de Marzo de 2013  •  9.411 Palabras (38 Páginas)  •  515 Visitas

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EL TEMA DE LA FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA

1. El sentido de la física filosófica

En el capítulo precedente se señaló la posibilidad de un tipo de conocimientos, denominados "físicos", cuyo objeto tuviera tan sólo la inmaterialidad individual. Tanto en el orden de la existencia como en el de la esencia, tal objeto seria realmente algo material, y en sí mismo estaría dotado de la concreta y respectiva individuación; únicamente en cuanto objeto de especulación científica se hallaría desprovisto de esta individuación, ya que las ciencias especulativas no consideran lo singular en cuanto tal, sino en tanto que es portador de una esencia o valor universal.

Sea, por ejemplo, la naturaleza "hombre" como materia de conocimiento físico. En sí misma y con independencia de toda especulación, esta naturaleza se encuentra realizada, fuera de la mente, en unos individuos que denominamos hombres. Cada uno de ellos es un ser singular, irreductible a sus semejantes; cada cual tiene su privativa y peculiar entidad, en la que ningún otro lo puede sustituir. Pero hay en todos ellos, sin embargo, una naturaleza o dimensión común, algo en lo que todos participan y por cuya virtud se constituyen como miembros de una única especie, denominada humana. La ciencia especulativa, que no logra captar la intransferible singularidad de cada hombre, se adueña, no obstante, de esa dimensión común a todos ellos y la hace el objeto de sus indagaciones. Este "objeto", por tanto, carece de materia individual; se halla desnudo de la singular concreción que realmente tiene fuera de la ciencia; es, en definitiva y bajo tal aspecto, algo inmaterial. Mas sólo en ese aspecto. Porque la misma realidad de la naturaleza "hombre", aun desprovista de la individuación, sigue siendo algo en lo que hay materia, o lo que es lo mismo, algo que en la materia es.

Todo hombre, en efecto, tiene un cuerpo, al que hace de algún modo referencia la idea universal (le hombre como especie del género "animal". Este lastre corpóreo sitúa al hombre, íntegramente considerado, en el plano de la inmaterialidad simplemente "física", por oposición a los objetos (le la matemática y los de la metafísica.

En general, todos los seres que, como el hombre, dependen de la materia, por incluirla, en alguna dosis, aun en su misma esencia y definición, son, en cuanto tales, objeto de ciencia "física”[1]. De esta manera, la voz "física" se nos presenta en la terminología filosófica con una especial significación, muy diferente de la que se le asigna en el idioma de las ciencias particulares. En el ámbito de estas vale para designar el conocimiento de un determinado tipo de fenómenos: los fenómenos físicos. En la filosofía, en cambio, denomina a la ciencia de lo que es constitutivamente material (sea o no sea fenómeno). Las realidades no fenoménicas -es decir, no observables, no aprehensibles por los sentidos- constituyen también para el filósofo objeto de ciencia física en la misma medida en que sean materiales, esto es, en cuanto de algún modo incluyan la materia en su interna estructura o naturaleza.

Si merced a la luz del entendimiento -que toma el material suministrado por los sentidos, pero lo penetra y clarifica, descubriéndonos algo que ellos no aprehenden- captamos un objeto de índole material, tal objeto será para el filósofo precisamente "físico", aunque, sin duda, por trascender la capacidad de las facultades sensoriales, ya no sea un fenómeno. Y es claro que aquí no se entiende por fenómeno únicamente lo que los sentidos por sí solos manifiestan, sino también lo que estos alcanzan cuando están ayudados por los instrumentos de que la ciencia experimental se sirve para acrecentar el humano poder de observación. En suma, para la filosofía es físico todo aquello que tiene una estructura entitativamente material.

La física de los antiguos era, a la vez, filosófica y meramente científica (en el sentido estricto de ciencia particular que hoy damos a este término). Pretendía reunir, de una manera indiferenciada, toda suerte de conocimientos relativos a los seres constitutivamente materiales, bajo la única condición de que estos conocimientos fuesen efectivamente científicos (en el amplio sentido de¡ término). Mezclábanse, así, en ella problemas filosóficos con otros que no lo son, pues las ciencias llamadas particulares aún no habían tomado conciencia de sí mismas y de su propia índole y sentido, con lo que, a veces, la unidad del saber filosófico y el meramente científico -por otras razones, provechosa en principio- degeneraba en ciertas confusiones de los respectivos campos y procedimientos.

En estas circunstancias no era raro que se estudiasen de un modo filosófico asuntos que por su misma naturaleza pedían un tratamiento muy distinto, y que, como gráficamente dice J. MARITAIN, una y la misma ciencia hubiese de explicar tanto la sustancia de los cuerpos --entendida de un modo filosófico-, como el fenómeno del arco iris. La Edad Moderna, en cambio, vino a establecer una situación enteramente opuesta. Separada de la filosofía, la ciencia fisicomatemática, de índole experimental, busca sus propias explicaciones para sus propios asuntos, limitándose así al conocimiento de los fenómenos y tratando de eliminar todas las conexiones con los problemas de índole filosófica. Esta delimitación de campos y procedimientos -en sí misma, legítima y conveniente- no siempre se ha mantenido, sin embargo, dentro de los límites correctos, y así es frecuente en nuestros mismos días que hombres eminentes en el cultivo de alguna técnica particular dogmaticen, sin el menor asomo de preparación, acerca de problemas cuyo sentido puramente filosófico se evade al tratamiento y metodología propios de las ciencias positivas. Es el error inverso al de los antiguos, que pretendían resolver problemas puramente "científicos" con métodos de índole filosófica. Y así como la moderna ciencia de los fenómenos resultó incomprensible para muchos filósofos, que llegaron incluso a negarle el valor de verdadero conocimiento científico, de la misma manera, y como en compensación, muchos hombres "de ciencia" han pretendido que el único conocimiento realmente válido de las cosas materiales es el que se elabora por los procedimientos de la ciencia experimental fisicomatemática, siendo ilusoria

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