Historia filosofía
ale4123Informe10 de Junio de 2015
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Suele considerarse a la filosofía como una disciplina laboriosa, lejos del alcance de los niños pequeños. Sin embargo, desde los comienzos mismos de su historia ha habido filósofos que promovieron su práctica por parte de los niños. Actualmente algunos establecimientos públicos y privados han abierto sus puertas a la filosofía desde el Nivel Inicial. Aquí ofrecemos una somera caracterización de ese trabajo, exploramos sus objetivos y proponemos, a modo de ejemplo, algunas actividades para realizar en el aula.
El espacio de Filosofía Ingresamos, imaginariamente, a una sala de niños de cinco años. Vemos que los chicos y la docente están sentados en ronda, en el piso. Se los nota concentrados, interesados en lo que se está diciendo. A diferencia de lo que sucede tantas veces en la sala, en este caso quien habla no es la docente, sino uno de los chicos.
Cuando algunos quieren interrumpirlo, para acotar algo, la maestra les pide que esperen, que dejen que quien está hablando pueda terminar; les recuerda a todos que cada uno va a tener su posibilidad de decir lo que piensa sobre el tema.
Quien habla es Martín, y lo que cuenta parece resultarle muy extraño, a juzgar por el énfasis que pone en su relato. ¿Sobre qué habla? Sobre los sueños. En realidad, sobre algo puntual que le sucedió algunas noches atrás. “Yo estaba jugando con mi papá y mi hermana, en la plaza, y me agarraron muchas ganas de hacer pis. Mi hermana se enojó, me dijo que tenía que haber hecho antes, que ahora nos teníamos que ir de la plaza por mi culpa. Mi papá también se enojó un poco, pero me dijo que por esta vez podía hacer detrás del árbol. Entonces me puse a hacer pis contra el árbol... y ... “. “¡Te hiciste pis en la cama!”, lo interrumpe Joaquín, riéndose. Martín se queda serio un instante, mete la cabeza entre las manos y comienza a hacer con la cabeza un gesto afirmativo. Todos se ríen, incluso Martín. La docente les pregunta a todos: “¿Alguna vez les pasó algo como lo que contó Martín?”. Instantáneamente, la mayor parte de los chicos y chicas levantan la mano. La señorita les va dando la palabra y comienzan a contar sus historias. En un momento, la maestra pregunta, “¿por qué creen que pasa eso?” Más adelante preguntará también: “¿Será posible que ahora, en lugar de estar acá, despiertos, estemos acostados, en casa, soñando que vinimos al jardín?”.
A aquellos docentes que hayan leído algo de filosofía (en la escuela, en el Profesorado o por propia motivación), quizá el tema que se está desarrollando en la sala les resulte conocido. En efecto, filósofos como
Descartes, Leibniz, Bergson, entre tantos otros, se plantearon esta cuestión de la dificultad -o imposibilidadde distinguir el sueño de la vigilia. ¿Podemos decir, a partir de esto, que los chicos de esta sala están
“filosofando”?
¿A qué llamamos “filosofía”?
Una de las primeras cuestiones que hay que tener en cuenta al plantear la posibilidad de un encuentro entre la filosofía y los niños es a qué nos referimos cuando hablamos de filosofía. Porque, claramente, si pensamos que sólo puede ser filósofo alguien capaz de leer, interpretar, explicar textos de los filósofos consagrados por la tradición, muy difícilmente los chicos encontrarán un lugar en ella (del mismo modo que tampoco lo encontrarían muchos adultos no entrenados para ese tipo de tarea específica). En cambio, si pensamos a la filosofía como un camino de búsqueda de problemas, planteos y soluciones provisorias a ellos, realizadas desde la propia situación –como la han entendido numerosos filósofos, entre ellos Sócrates, Epicuro, Montaigne- no vemos por qué no puede incluirse en ella con total legitimidad lo realizado por los chicos.
Cuando hablamos de trabajar en Filosofía con Niños no nos referimos, entonces, a una suerte de adoctrinamiento en una
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