Juan Federico Heart
qfb_gibh18 de Diciembre de 2014
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Jean-fréderic herbart
Fue una vida sencilla, simple y apacible, consagrada completamente al estudio y a una existencia laboriosa del profesor. Nació en Oldenburgo, Alemania, en mayo de 1776 y murió en agosto de 1841.Viajó por toda Alemania e hizo su secundaria en la escuela donde su abuelo había sido director; ya de estudiante se convirtió en preceptor de tres hijos del gobernador de Interlaken.
En Goettingue se recibió como doctor, con tesis exclusivamente pedagógicas y se inició en la enseñanza en la Universidad de ese lugar como privat-docente y después como profesor extraordinario. De esta época data el más importante de sus escritos, la Pédagogie genérale déduite du but de l'education, donde formula los principios fundamentales de su sistema educativo.
En los posteriores, no hará más que desarrollar y explicar las teorías que había elaborado antes de los treinta años. En 1808, fue llamado a ocupar en la Universidad de Koenigsberg, la cátedra de Kant, a la cual accedió para combatirlo. Hizo honor -durante más de 20 años- con un espíritu nuevo, a la cátedra que Kant había impartido con tanto éxito por 27 años. La fuerza de su inteligencia filosófica prorrumpió tempranamente con una extraordinaria precocidad y dadas las circunstancias, se dio un rápido desarrollo de su genio. Lo particularmente notable en él era la extrema variedad de sus gustos, su aptitud para comprender las ciencias, tanto la física como las matemáticas y para amar con delicia las letras y las artes. La música lo atraía: tocaba varios instrumentos, compuso una sonata y escribió un tratado de armonía.
LA PEDAGOGÍA INTELECTUAL DE HERBART
La pedagogía de herbart es muy extensa y haría falta una gran cantidad de análisis y de exposiciones para abarcar completamente su teoría. Puesto que no un solo tema de pedagogía teórica o de pedagogía práctica que no haya abordado y resuelto.
Lo que hace difícil sin embargo una exposición somera de las teóricas de herbart es su particular forma de pensar. Alguien dijo: “Herbart no se lee, se estudia” o de igual forma podría decirse: “Herbart no se resume, se profundiza”.
La idea clave de la pedagogía de Herbart, la que debemos seguir si queremos comprenderla, es que la Instrucciones la base, la única base de toda la educación. No hay 2 educaciones distintas, sino una misma educación estudiada estudiada de 2 formas distintas, la educación intelectual y la educación moral.
Se sabe que la palabra “instrucción” toma nueva fuerza en la punta de la pluma de Herbart. Para él, instruir el espíritu es construirlo. No se trata de pegar sobre una memoria más o menos fiel, de instruir en una inteligencia más o menos abierta, los conocimientos literarios ó científicos. Los conocimientos ya no son los adornos del espíritu como lo manifiesta los antiguos pensadores, sino que constituyen los elementos del mismo. Pero también es cierto bajo esta mirada que el espíritu no existe independiente de las ideas que se suceden, es la cohesión y es en el encadenamiento de las ideas donde hay que ver la unión de los conocimientos y vincularlos con las actualizaciones. “Los que está aislado –decía Herbart- no tiene valor alguno”. “se deduce de esto que la instrucción debe entenderse en un sentido delicado y profundo, que se le imponen a la enseñanza nuevos deberes, ya que no solo está encargada de desarrollar el espíritu, puesto que lo crea; y que es por medio de las asociaciones de los recuerdos, a través de “filas” regulares de ideas, como la enseñanza suscita la fuerza mental de la que resulta, no solo la fuerza de la inteligencia, sino también la fuerza de la voluntad.
La condición esencial para que la instrucción sea fecunda es que esta suscite” El Interés”, que sea un aliciente. Aun teórico de la pedagogía se le puede permitir ser aburrido, pero para un educador practico, para el profesor, ser aburrido es el pecado capital, “El primer deber del profesor es ser AMENO”.
El interés es la gran palabra, la palabra mágica de la pedagogía de Herbart. De la misma manera que en moral Herbart repudio el imperativo categórico, así pretendió sustituir la pura y fría obligación del deber, la dura ley de Kant, por le agradable incentivo del ideal para llevar a las almas a la virtud. “Todo está perdido, dijo, si desde el principio se es tan torpe que se hace que el estudio sea causa del sufrimiento.” El interés por la verdad, así como por el bien y por lo bello es el principio de la educación.
Interesar es excitar el apetito del espíritu. No se trata de entretener ni divertir, y hacer de la enseñanza un juego. El separo claramente a los pedagogos de su tiempo, de los “filántropos” que pretendían instruir al niño por medio del juego, no quiso que una instrucción puerilizada; no permitía que el educador condescendiera a construir un mundo infantil para el alumno. El interés, tal como él lo entendió, es al mismo tiempo el carácter de las cosas que se utiliza para llamar la atención y el sentimiento de curiosidad, de viveza y de la vida del espíritu, que se manifiesta en el alma y determina el comportamiento del espíritu.
Hay pero otra parte, dos fuentes fundamentales de interés: en primer lugar el sentimiento de curiosidad que provoca la experiencia ( erfahrung ), el estudio de la naturaleza, la búsqueda de los conocimientos, y en segundo lugar, el interés que resulta de la vida social, de frecuentar e interaccionar con los seres humanos (umbang ). La educación, en consecuencia, o la instrucción, tendrá una doble finalidad: dar a conocer las cosas y provocar el amor por los hombres.
Pero Herbart dividió para subdividir, de esa manera las 2 formas de interés se presentan cada una bajo 3 aspectos sucesivos.
El interés que se desprende del conocimiento que tiene tres fases: el inerte empírico, el interés especulativo y el interés estético. El interés empírico es el que nace de la percepción inmediata de las cosas sensibles, de la variedad de los objetos concretos de la naturaleza la enseñanza presentada a los ojos asombrados del niño. Le sigue el interés especulativo, que se deriva de la meditación prolongada de los objetos de la experiencia, de la necesidad de explicación y de la búsqueda de relaciones causales. Se descubre que los constantes porqués del niño. Es el gusto que encuentra el espíritu en comprender, en estudiar la razón de las cosas, las leyes de la naturaleza. Disfrutar ver el cielo estrellado es el interés empírico; reflexionar acerca del origen de las estrellas, de la casa de sus movimientos es el interés especulativo. Finalmente, el interés estético es el que alimenta la contemplación de la belleza de la naturaleza, de las obras de arte o de las acciones morales.
Herbart pretende que los gustos estéticos se cultiven desde temprano y debe hacerse un esfuerzo por anticipar su llegada, en este sentido el mismo artesano será un artista a su manera, y en el que belleza será para todos los hombres el encanto y la seducen de su existencia.
El interés al que dan lugar no solo los conocimientos, sino también las relaciones humanas y que para el niño deriva de su entorno, de las relaciones que establece con sus semejantes en la familia, en la escuela, en la iglesia y en la sociedad, se presenta en tres fases diferentes. En primer lugar está el interés simpático, el que siente el niño cuando participa en la alegría o en el dolor de las personas que las rodean; se desarrolla en la casa familiar, en la convivencia en la escuela. En segundo lugar se encuentra el interés social, forma agrandada de las simpatías familiares o del comportamiento escolar: se deriva de la meditación de los hechos importantes de la cooperación humana; es el principio de la caridad, de todas las virtudes sociales, de lo que se llama hoy en día solidaridad. Finalmente, el interés religioso es el colofón, el último grado de la escala que es espíritu humano alcanza para llegar a la vida completa, para ejecutar su actividad en todos los sentidos.
Para Herbart el mundo seria ininteligible si no se admitiera que un solo espirito divino concibió de deseó previamente un plan, y que una potencia divina lo realizo.
De las seis formas de interés que se acaban de enumerar no debe descuidarse ninguna. El la escuelas más humilde, así como en la mas ostentosa, es necesario que se abran sucesiva o simultáneamente todas las posibilidades de la actividad mental; es necesario que de cada una de ellas, brote para llegar al alma, un caudal de ideas. Si el interés, en general, es la condición necesaria para que cualquier estudio sea fructuoso y beneficie al espíritu, el interés múltiple –“la multiplicidad del interés” (vieleitigkeit des interesse), -no en menos necesario para que la educación alcance su objetivo y responda al porvenir del hombre. Lo que herbart pide son espíritus con amplias miradas, despiertos en todos los sentidos, activos en todas las direcciones espíritus que tengan, por así decir “muchas facetas”, y que escapen, en consecuencia, al gran problema de una instrucción parcial e incompleta, que escapen al exclusismo.
El exclusismo, es decir, la estreches de espíritu, es consecuencia obligada de una educación que se desarrolla de una sola forma de interés, por ejemplo, se encierra en el interés especulativo o religioso, sin dar cavidad al interés simpático. Se tendrá entonces inteligencia a secas, y alma sin corazón. Por otra parte, las exigencias de la vida práctica a menudo abrigan a los hombres a encerrarse en su
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