LA INFIDELIDAD

LA INFIDELIDAD:

Como un paso necesario hacia la perfección.

Vivimos en una sociedad donde los valores se han re significado, el relativismo es cada día más fuerte y el nivel de conciencia perdió su implacable valor, para convertirse en un adulador de nuestras acciones.

Estamos en una generación de los sentidos, todo nos entra por estos, y es prácticamente nuestra obligación vivir en pro y para ellos, pues permiten todos y cada uno de nuestros deseos, lo cual equivale al placer físico y síquico de la vida.

Cuando cometemos adulterio estamos en todo nuestro derecho de hacerlo, pues buscamos como fin último de todas las cosas que realizamos el placer supremo, como lo predica el hedonismo (teoría moral), de igual forma cada una de las relaciones de pareja que tengamos van formando el camino hacia la satisfacción plena, como pasos necesarios hacia la perfección del placer, tanto emocional como sexual.

La felicidad, se ha dicho desde la antigüedad es el fin de nuestra existencia, la cual está completamente ligada a la complacencia de nuestras necesidades, todo cuanto el hombre hace o intenta, tiene siempre valor de medio para otra cosa: solo el placer es buscado por sí mismo, y a la obtención del placer se encaminan, en definitiva, todos los demás esfuerzos.

Por lo anterior, es importante tener varias relaciones de pareja y más importante aún, es compararlas, en muchas ocasiones de manera simultánea, para concluir cual cumple con el verdadero objetivo de las relaciones humanas, que es “ser feliz y crecer como personas”, entonces para llegar a este idealista fin, ser infiel, no es un pecado o delito, es un escalón necesario en la búsqueda de la perfección.

También existen detractores de la infidelidad, ellos entre sus argumentos cobijan el respeto por el otro, la confianza y la comunicación, pero tiene un gran talón de Aquiles, se les olvida evaluar que la capacidad de razonamiento y la voluntad están sujetas a las emociones que la persona experimente, y aunque tenga una avanzada inteligencia emocional, termina subyugada al instinto.

Aunque seamos seres racionales, aun tenemos en nuestro cerebro una parte primitiva, pues, debemos recordar que el deseo sexual existirá siempre en nuestra vida, como parte inalienable de nuestra condición animal, es totalmente normal permitirnos el disfrute y goce, en un ambiente propicio para la experimentación de nuestras fantasías, tentaciones y anhelos, pues en unas relaciones encontraremos aspectos que sumados a otras, nos irán proporcionando esa fórmula ideal para nuestra insatisfecho cuerpo y espíritu.

Álvaro Gómez Yepes.

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