LA SEMIOTICA EN LA ARQUITECTURA.
Lessed24 de Mayo de 2014
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La importancia de la semiótica sobrevino como una parte del “giro lingüístico” esto es la importancia que adquirió en la segunda posguerra el estudio del signo, código, lenguaje en situaciones concretas, en la vida cotidiana. Este “giro” tuvo dos grande momentos: el primero, fue la preocupación y ascenso de la lingüística de un área de conocimiento a una ciencia; el segundo cobra importancia el estudio de la sintaxis y la semántica en su relación con el uso de la lengua, el texto y la conversación en prácticas discursivas concretas. Este movimiento se vio acompañado por una evolución general que veía al mundo sobre todo en su dimensión simbólica. El fenómeno del lenguaje humano se contempló en el aspecto del contenido; entre tanto a partir de los sesenta se desarrolló una conceptualización completamente distinta que con el curso de los acontecimientos sólo más tarde vino a ponerse de moda: Se basaba en avances que a fines del siglo XIX y comienzos del XX se habían realizado en fonología, lingüística y estética. El problema de la interpretación había perdido el brío de proyección audaz y especulativa, cediendo el puesto a la del análisis; los análisis funcionales vinieron a reemplazar la hermenéutica tradicional. Nadie osaba ya preguntar por la esencia del hombre; lo que ahora ocupaba la atención era su función específica en el contexto de determinados grupos culturales. No importaba tanto el aspecto histórico en el mundo del hombre sino el carácter especifico de lo simbólico que se revela como un mundo de signos.
La institucionalización de la semiótica comenzó propiamente en los sesenta, como lo demuestra, por ejemplo, la fundación en 1969 de la primera Asociación Internacional de Semiótica (nota 1); supuso un nuevo enfoque y dinamismo a los estudios sobre el signo y el lenguaje que sobre todo se debatían en los estudios de lingüística y la filosofía, pero no en el seno de las disciplinas sociales. El arribo de éstas fue posterior, no antes de los sesenta y fueron en primer lugar la historia y la política que usaron los enfoques lingüísticos y pragmáticos para sus propios objetos, para conocer lo “oculto” de sus prácticas sociales que comenzaron a entenderse como “discursivas” también.
La semiótica se ha perfilado lo mismo como una teoría general de los signos que como el estudio de la significación y el sentido en ciertos contextos y fenómenos de comunicación. Ahí donde hay producción e interpretación de sistemas de signos la semiótica tiene algo que decir. La semiótica es el saber contemporáneo (aun cuando como veremos sus orígenes vienen de muy lejos) que específicamente pretende ocuparse del sentido; en otra acepción también se ve la semiótica como una teoría del signo (Cf. Ducrot y Schaeffer, 1998). Para Greimas y Courtés (1982) la semiótica es aquello que permite las operaciones de paráfrasis (explicar o interpretar “amplificativamente” un texto) o de trascodificación (traducir de un código a otro), aquello que fundamenta la actividad humana en tanto que es intencional.
En el estudio de la semiótica es posible encontrar perspectivas más duras (fuertemente ancladas en modelos lógicos, semánticos) y otras más interpretativas y hermenéuticas que consideran al sentido no como dato cuantitativo, sino como una construcción (comunicativa y dialógica); no se trata pues de un objeto, sino de un proceso. En los medios de comunicación se obtuvo un campo muy rico de aplicación de la semiótica (nota 2) al preguntarse sobre los contextos modernos de la comunicación colectiva y muy especialmente en su relación con la cultura; en este enfoque (a diferencia de algunas posturas más duras para las cuales todo el sentido reside sólo en el mensaje mismo), es importante el punto de vista y la posición de los participantes.
Hoy
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