La Frontera Del Corazon

La frontera del Corazón

Por todos es sabido que los hombres nos encontramos siempre encerrados, en el mundo, en la sociedad, en la carne. El corazón1 humano se encuentra siempre atrapado en un espacio que paradójicamente es construido por si mismo. Y no puede ser de otro modo, pues nada puede salir y nada puede entrar del espacio desconocido en que el corazón se aloja.

Aun estamos en la caverna platónica sin poder vislumbrar realmente lo que ocurre fuera de la prisión. Aunque ya no se trata de sentidos mentirosos que impiden conocer la verdad, ahora se todo es culpa de una frontera que divide el espacio entre el corazón y el entorno. ¿Cómo podemos referirnos al hombre como “animal social”, si su núcleo esta siempre cautivo? Pues bien, cuando hablemos de comunicación, nos estaremos refiriendo al mutuo gatillado de conductas coordinadas que se da entre miembros de una unidad social (Maturana, H., & Varela, F. 1984), es decir, al fenómeno social de estimular un efecto en el otro, mediante un efecto en uno mismo.

Para entenderlo es bueno utilizar un ejemplo grafico, y como estamos hablando de un corazón encerrado sigamos la misma línea para mostrar como aun atrapados existe comunicación.

Supongamos que existen dos islas vecinas, ambas autárquicas debido a que el mar que las rodea esta siempre en tormenta, y esta forma una bruma eterna que apenas deja ver desde una isla a otra. Una de las islas tiene un volcán que un día entra en erupción y el calor aminora un poco la bruma, haciendo que los habitantes de la isla vecina alcancen a ver el brillo de la lava en el cielo. Los habitantes de la isla sin volcán se ponen celosos y utilizan todo su arsenal de fuegos artificiales y hacen resplandecer el cielo de su isla mientras en la otra los habitantes mueren calcinados.

Se pueden decir muchas cosas de esta historia, por ejemplo que la interpretación de la segunda isla con respecto a la erupción del volcán fue estúpida. Pero, ¿Cómo sabrían ellos lo que es un volcán si en su isla no hay volcanes? Lo segundo que se puede decir, es que aun cuando la división es físicamente impenetrable, existe la forma de que un estimulo provoque una reacción. Ahora, que la reacción sea correcta o errónea es otra historia. Para saberlo hacen falta mas cosas, como la repetición, la reinterpretación, la suma de conocimiento, etc.

Si volvemos al ser humano, podemos decir que su corazón es como una de las islas. Cada uno de nosotros estamos encerrados, pero de alguna forma la comunicación es posible si pensamos en ella no como un traspaso de información, sino como estimulaciones y reacciones particulares de entes cerrados.

El cerebro humano con sus miles de neuronas y estímulos eléctricos es un sistema que no permite la incorporación de ideas, o de pensamientos provenientes de un ser humano ajeno, todo lo que hay en lo que por convención llamamos mente se ha formado a si mismo por procesos y funciones autónomas. La clausura operacional

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