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La Pedadogia Del Catalicismo Liberal En Italia


Enviado por   •  25 de Octubre de 2012  •  21.601 Palabras (87 Páginas)  •  2.130 Visitas

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VIII. LA PEDAGOGÍA DEL CATOLICISMO LIBERAL EN ITALIA

48. FERRANTE APORTI Y LAS ESCUELAS DE PÁRVULOS

Muchos liberales italianos habían percibido desde la segunda década del siglo la estrecha conexión ideal y práctica que existe entre los ideales nacionales y la educación. Ya nos hemos referido a la difusión de las escuelas de enseñanza mutua sobre todo en Lombardía y la Toscana; más adelante nos ocuparemos de las escuelas agrarias. Ahora debemos subrayar el hecho —en apariencia curioso— de que el movimiento educativo de mayor envergadura y éxito en Italia se debió a los liberales y fue el relativo a las escuelas de párvulos (asili infantil1) o scuole infantili, como se las llamó para no confundirlas con las simples “salas de custodia”.

El promotor de esta benéfica actividad fue el sacerdote Ferrante Aporti, quien nació en 1791, en San Martino dell'Argine, en la región de Mantua. Aporti, siendo director de las escuelas elementales de Crema, fundó ahí, en 1828, la primera “escuela infantil” de pago. Al poco tiempo abrió otras gra-tuitas así en la misma Crema como en otros lugares. Aporti se inspiraba sobre todo en el inglés Wilderspin (cf. § 8), pero prefirió callar el origen protestante de su institución, para la cual escribió en 1833 un Manual de educación y adiestramiento para las escuelas infantiles, en el que, antes bien, se esforzaba por enlazar a éstas con la tradición educativa o benéfica católica. A pesar de ello, tropezó con no pocas oposiciones ocultas o manifiestas por parte de los gobiernos; en 1839 el gobierno pontificio prohibió las escuelas de párvulos que se habían difundido también por su territorio y contra las cuales el conde Monaldo Leopardi (padre del poeta Giacomo) había escrito un venenoso libelo titulado Las ilusiones de la caridad pública. En 1841 Aporti fue llamado a Turín en calidad de profesor de método; más tarde fue nombrado superintendente de las escuelas de párvulos y senador. En 1847 publicó los Elementos de la pedagogía. Murió en Turín en 1858.

Los asili de Aporti no eran simples salas de custodia para los niños cuyas madres no podían cuidar de ellos, sino auténticas instituciones educativas, donde se impartía no sólo una educación moral y religiosa, sino una verdadera educación intelectual que, por lo común, ocupaba cuatro de las nueve horas diarias que permanecían los niños en las escuelas. Se trataba de lecciones de lengua impartidas con método intuitivo o demostrativo, es decir, mostrando objetos o figuras acompañados de lecciones de nomenclatura así como también, más tarde, de ejercicios aritméticos muy elementales coadyuvados, a su vez, de medios intuitivos. Se llegaba hasta los primeros elementos de la lectura y la escritura. Sin embargo, la mayor parte del tiempo se dedicaba a ejercicios de gimnasia, juegos, cantos y plegarias, o por lo menos ésa era la intención del fundador. En realidad, en muchos casos el método de Aporti se aplicó de modo que la escuela de párvulos se convertía en una pequeña escuela elemental más bien que en una institución preescolar.

Pero la tendencia a dar alguna enseñanza ya desde las escuelas de párvulos tenía una cierta justificación social por el hecho de que, con frecuencia, en las ciudades, y casi siempre en el campo, los niños que los adultos enviaban a la escuela de párvulos —porque dada su tierna edad era difícil cuidarlos y no se podían emplear con provecho—, más tarde casi no tenían oportunidad de asistir con regularidad a la escuela primaria.

Por ese motivo, la asociación pro asili infantili fundada en 1834, en Toscana, por Capponi, Matteucci, Mayer y Tommaseo, por iniciativa de Lambruschini, se orientó hacia la fundación de escuelitas rurales que reunieran bajo el mismo techo una sala de párvulos y las primeras clases elementales. En Milán, con el apoyo y la colaboración del viejo Romagnosi, Giuseppe Sacchi (1804-1891), se ocupó de formar un comité para las escuelas infantiles, preocupándose por introducir mejoras de método que eliminasen o aligerasen lo aspectos farragosos del sistema de Aporti. Su lema “instruir experimentando”, era una especie de admonición contra las cristalizaciones metódicas, no sólo por lo que se refiere a Aporti, sino también, más tarde, al método

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de Fröbel, de quien fue ponderado crítico. A él se debe además la fundación de la Asociación Pedagógica de la que fue el animador principal hasta su fallecimiento.

También en Piamonte había surgido una sociedad de las escuelas infantiles, patrocinada por Cavour y Boncompagni; lo mismo sucedió en Génova, Parma y la región de Nápoles, e incluso en Trieste e Istria. El movimiento continuó incluso después de cumplida la unificación de Italia, al punto que en 1880 el país contaba más de 2.000 escuelas de párvulos.

49. LAMBRUSCHINI: VIDA Y PENSAMIENTO RELIGIOSO

Ferrante Aporti brilló más por sus dotes prácticas y su generosa dedicación a la causa de la infancia que por la claridad de su pensamiento. Sin duda alguna, fue cosa muy importante que católicos y liberales se encontraran unidos en la obra de difundir las escuelas de párvulos. Pero el problema de infundir un espíritu auténticamente liberal en una educación fundamentalmente religiosa, que abarcaba todo el periodo del desarrollo, no fue planteado en todos sus aspectos e implicaciones sino por Raffaele Lambruschini, también sacerdote y educador práctico pero, al mismo tiempo, espíritu dotado de notable profundidad y acrisolada honradez.

Raffaele Lambruschini nació en Génova, en 1788, en el seno de una familia que contaba con prelados y cardenales entre sus miembros. Ordenado sacerdote, dirigió como provicario secreto la diócesis de Orvieto suprimida por el gobierno napoleónico, y en 1812 fue exiliado en Córcega, donde pudo leer y estudiar varias materias, inclusive ciencias naturales. De vuelta en Italia cuando la Restauración, y llamado a Roma, renunció muy pronto a la brillante carrera eclesiástica que le prometían los méritos adquiridos, las dotes intelectuales y el apoyo de dos tíos monseñores, y se retiró a una finca de su familia en San Cerbone, cerca de Figline, en Valdarno. En la paz de aquel apartamiento se entregó al estudio y a la meditación, pero sin descuidar la administración de sus tierras, para lo cual empezó a tomar en Florencia lecciones de ciencias y de botánica, con la esperanza de mejorar los métodos de cultivo. De tal forma adquirió una pericia agronómica que le valió una invitación de Giampietro Vieusseux (el suizo que con su gabinete científico y literario y

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