La Poesia
camilaMonnInforme28 de Abril de 2014
803 Palabras (4 Páginas)696 Visitas
Cuarteto
Que tengo yo que mi amistad procuras? A
Que interés se te sigue, Jesús mío, B
Que a mi puerta cubierta de rocío, A
Pasas las noches del invierno oscuras? B
Serventesio
Me embriagan las mujeres de otoño. Tienen flores A
mustias bajo su brazos, y son como la tarde; B
estrellas tristes abren sus ojos en amores, A
cual un fuego rosado que arde y que no arde... B
Cuarteta
Quemándome las pestañas a
Buscando un extraño verso, b
Palabras, hilan, arañas, a
¡Caray! Cuán caro esfuerzo. B
Redondilla
Paloma blanca de la paz, a
De la guerra marca el final, b
Cúbranos la luz matinal b
Cese la matanza locuaz. A
Quinteto
Peregrino
Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.
Quintilla
Cantaba el mozo y decía:
El querer es cosa buena,
porque dobla la alegría
y parte entre dos la pena...
¡Pero nadie lo quería!
Sextina
Tal vez pienso, cuidoso, que mi Lumbre
hiere con el sereno ardor la selva,
y cansa de mis lágrimas el río;
mas cuando se me aparta y huye el día,
desierto, me resuelvo todo en llanto,
y a mis ojos deseo eterna noche.
Sextilla
Mi gloria es vivir tan libre
Como el pájaro del cielo:
No hago nido en este suelo
Ande hay tanto que sufrir,
Y nadie me ha de seguir
Cuando yo remonto el vuelo.
Sexteto
Amado Nervo
Señor, deja que diga la gloria de tu raza,
la gloria de los hombres de bronce, cuya maza
melló de tantos yelmos y escudos la osadía:
¡oh caballeros tigres!, ¡oh caballeros leones!,
¡oh caballeros águilas!, os traigo mis canciones;
¡oh enorme raza muerta!, te traigo mi elegía
Octava Real
Un monte era de miembros eminente
este que, de Neptuno hijo fiero,
de un ojo ilustra el orbe de su frente,
émulo casi del mayor lucero;
cíclope, a quien el pino más valiente,
bastón, le obedecía, tan ligero,
y al grave peso junco tan delgado,
que un día era bastón y otro cayado.
Octava Italiana
José de Espronceda
Llorad, vírgenes tristes de Iberia
nuestros héroes en fúnebre lloro;
dad al viento las trenzas de oro
y los cantos de muerte entonad.
Y vosotros ¡oh nobles guerreros!
de la patria sostén y esperanza,
abrasados en sed de venganza,
odio eterno al tirano jurad.
Octavilla
Vieja de viejas historias,
en tus días grises, lentos,
Revives añejas glorias
de los felices momentos.
¡Qué grande es tu desventura!
te afligen besos que añoras,
sin lisonjas de otras horas
se aja tu antigua frescura
Sonetos : sentimiento vesperal
Hay tardes en las que uno desearía
embarcarse y partir sin rumbo cierto,
y, silenciosamente, de algún puerto
irse alejando mientras muere el día
Emprender una larga travesía
y perderse después en un desierto
y misterioso mar no descubierto
por ningún navegante todavía.
...