Las letanis de un melancolico en psilocina
Psic Javier LealEnsayo12 de Noviembre de 2018
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09/2017
Las letanías de un melancólico en psilocina
Conceptos clave
La Vivencia
El Yo
El Habitante
Registros
Conocimiento
Plenitud
Reconocimiento
La Angustia
El Silencio
La Palabra
Obsesión
Melancolía
La Trinidad
El Flujo
Ciclo
Amor Libre
Amor Angustiante
Mismo
Apaga el boiler
todo comenzó después de un trip con nauseas algo fuertes y persistentes, durando hasta 2 horas y media esta vivencia, desde el trip fue evidente lo que era la angustia para mí, así que una vez con las náuseas mayormente superadas, me decidí a fumar y bañarme, no había suficiente agua caliente, para lo cual me deje acertadamente una nota "apaga el boiler" a consciencia de que probablemente lo olvidaría. No solo me ayudo a recordarlo, sino a recordarme y vivirme a mí mismo como nunca antes.
es imposible terminar de colocar en palabras "la vivencia", la pretensión deja un estado latente de angustia por percibir con tanta claridad lo que sucede dentro de la vivencia, de saber pues con plenitud y claridad lo que soy yo, pero tener la imposibilidad de poder expresarlo, al menos no en la claridad que las palabras puedan brindar, las palabras vienen a ser solo uno de los tantos registros que el yo, el que habita el cuerpo viene a dejar en su vivencia, aunque en particular con las palabras parece haber una fuerte necesidad por estas, pues son los únicos registros que dejamos en nuestro paso que nos es posible puntualizar de tal forma que se vuelve más claro vernos a nosotros mismos en el reflejo dentro de estas, me puedo declarar bien un amante de estas, quizá sea por la necesidad que puedo llegar a tener tan fuerte de querer verme a mí mismo, y es que aunque yo pueda saber quién soy yo desde La vivencia, y lo pueda tener en plena claridad, yo no soy capaz de verme a mí mismo, es decir, el yo no se puede ver desde el yo mismo, y esta expresión, como lo son todas las palabras viene a ser solo un intento de expresar esta situación desde la vivencia misma, desde el habitante mismo tratando de verse a sí mismo, desde el yo intentando ver al yo, se cae en la sencilla respuesta ultima de que es imposible, aunque yo pueda saber quién soy yo, yo no me puedo ver a mi mismo por mí mismo. La única forma que tengo entonces de poder verme es a través de voltear a ver los registros que voy dejando, es decir, el paso que dejo en mi paso.
Cualquier ser vivo se encuentra experimentando la vivencia, por su propia cualidad de ser vivo, y en su vivencia va dejando a su paso, un paso mismo, es en este dónde podemos encontrarnos, y hay una fascinación literalmente indescriptible en la virtud de poder vernos a nosotros mismos, de yo poder verme a mí mismo en el reflejo de estos registros. Es una fascinación tal que a veces me puedo perder entre las palabras mismas, en mis mayores adentros, tomando pues así una forma de "Melancolía", pues al navegar entre mis registros no hago otra cosa que navegar en mi pasado, es posible que entre más se adentre uno en el uso de las palabras y el lenguaje mismo, nos podamos perder entre estos, dejando de lado lo que se encuentra en la vivencia misma, pues las palabras no son propias de la vivencia, sino solo un registro del paso que tenemos en nuestras vivencias y sirven por tanto para intentar moldear lo que sucede dentro de la vivencia misma, aunque el navegar e incluso perderse entre las palabras mismas, pueda ser también parte de la vivencia.
Ahí es donde encuentro ahora el flujo, puedo reconocer con claridad ese amor mío de verme a mí mismo en ese reflejo, casi como una condición narcisista, parece que es inevitable que haya algo de narciso en el gusto de la melancolía misma, entendida la melancolía como navegar entre las palabras mismas, esto es una persona introspectiva, pensante, que decide canalizar la experiencia de su vivencia entre las palabras, un amor hacia uno mismo que toma forma obsesiva hasta el punto de desprendernos de la experiencia propia, esa que se habita en la vivencia misma desde el cuerpo, una persona así por lo tanto necesita de hablar constantemente, que aunque en la apariencia pueda demostrar silencio, en sus adentros hay un flujo constante de palabras, sin embargo hasta este punto solo hay adentro y a fuera, eso se determina dada la obsesión por estarse reconociendo con las palabras, viéndose a si mismo por medio de estas, que toman forma del pensamiento mismo, necesito entonces callarme, es importante el silencio, porque el silencio corta la obsesión.
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el silencio otorga el conocimiento que se vive desde dentro de la experiencia misma
las palabras otorgan el reconocimiento del conocimiento que se vivió dentro de la experiencia misma
la experiencia misma puede ser angustiante pues, aunque se tiene pleno conocimiento de lo que sucede
no existe un claro reconocimiento de lo sucedido mientras sucede
la angustia proviene de una necesidad de reconocerse a sí mismo
el silencio es capaz de calmar la angustia, solo así es posible escuchar
es necesario cortar el flujo consciente de las palabras
las palabras envisten todo lo que conocemos
una palabra que no ha abarcado algo, nos es entonces imposible reconocer ese algo
pues no sabemos dónde colocar nuestra atención para poder así entonces vernos en ese reflejo
aunque desde la vivencia misma podamos tener conocimiento de ese algo
cuando hablo de nosotros, hablo de mí, el habitante, y del otro del cual dejo un registro
con la palabra en sí misma, desde el instante en que la escribo, la convierto en el pasado
de ese modo el pasado y el presente coexisten en todo momento
ahí es donde se encuentra el flujo
el problema de la obsesión es que hace que olvide el momento presente
y ese amor que puedo tener al encontrarme a mí mismo reflejado en mi paso
termina por ciclarse y viciarse, de forma repetitiva, obsesiva
el silencio corta la obsesión
el silencio permite escuchar y por lo tanto reconocer
es necesario también hablar, sino no hay nada que escuchar
sino, no es posible reconocer lo conocido
el problema es ciclarse en un estado u otro
no se mucho de los problemas del silencio
pues he habitado de forma cíclica y obsesiva
los problemas de la palabra
no estoy seguro de querer conocer los problemas del silencio
porque ahora veo que no es cuestión de callar o hablar
el problema no es si habito el cuerpo o la mente
la verdadera cuestión es que soy las dos cosas al mismo tiempo
y eso solo es posible de vivenciarlo, si yo el habitante
me permito fluir entre una y otra
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Los registros que se dejan en el paso, es decir, el pasado mismo, es el que nos ayuda a elaborar y construir
las situaciones futuras, de ese modo es que los tres tiempos convergen en un mismo momento, por eso es que
"apaga el boiler" es capaz de fundir el pasado, presente y futuro en un único momento
mientras el habitante no se cicle en algún punto de este flujo de la experiencia, se sostiene un flujo
y los niveles de angustia propios de la experiencia misma, del cuerpo mismo, se regulan
cuando la angustia es constantemente regulada a partir del flujo mismo, esta logra
purificarse a sí misma, y se convierte en plenitud, en el sentido de que se vive
el momento en sí mismo, momento entendido como la trinidad, la convergencia del pasado presente y futuro
en la trinidad se encuentra la plenitud
la trinidad se encuentra en las conexiones, en la posibilidad de que adentro y a fuera se puedan comunicar
de que cuerpo y mente tengan un puente entre ellos, y los comportamientos cíclicos se encuentran al
detectar las fallas en las conexiones, la falla en una conexión implica que el habitante se quede
atascado ya sea en el cuerpo o en la mente, y con esto se entorpezca el flujo comunicativo entre una y otra,
lo cual propicia que La Sensación de La Vivencia se cicle y tome forma de angustia dentro del momento mismo
El habitante necesita fluir para poderse situar en el momento, entre más se encuentre en el momento,
mas se encuentra en plenitud, y la plenitud es un reconocimiento pleno de sí mismo, es un amor libre,
mientras que el otro, es un amor ciclado, atrapado, y por eso, angustiante
El flujo tiene que ver con la vida, pues quien vive se mantiene en un flujo constante junto a la vida, fluir de forma cíclica, repetitiva y estancada, tiene que ver con la muerte y por eso es angustiante. La vida se regula a sí misma en sus ciclos, mientras que la muerte es el fin del ciclo.
Uno Mismo y Los Otros
Hay entonces, amor angustiante, y amor libre, esto se determina en la capacidad del habitante de fluir en el momento
Y del mismo modo sucede con uno de nuestros principales reflejos, que son las personas mismas,
pues en nuestro paso dejamos también registros en ellos, por eso es posible vernos a nosotros mismos,
reflejados en los otros, es decir, yo me puedo ver a mi mismo en el otro.
Del mismo modo que con uno mismo, al momento de que dos sujetos coinciden en el mismo espacio, está sucediendo ya una conexión entre ellos, y en la medida en que más deje uno registros en el otro
y/o reconozcamos nuestras propias marcas en las ajenas, es en la medida que más nos podremos ver reflejados a sí mismos en el otro.
Entonces, la gente que más podemos amar es a la cual más podemos impactar,
la persona a la que más registros le dejamos es la persona que más nos puede reflejar,
o en su defecto, la persona que más marcas tiene parecidas a las nuestras.
Los registros son capaces de trascender el momento, por eso no es el tiempo
que pasemos con la persona, sino el impacto que dejamos y nos dejan en nuestro paso.
Amamos pues nuestro reflejo propio en esa persona, y amamos ese momento impronunciable
que se suscita en nuestro encuentro, por eso nuestro amor depende también del amor personal,
y del mismo modo que sucede con uno mismo, nuestro amor puede ser angustiante o libre
de eso depende de si la comunicación entre uno y otro se cicla de algún lado
o se permite un flujo limpio en la comunicación, en la conexión entre uno y otro
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