El saber melancólico como contra-modelo epistemológico frente a la razón instrumental
David SalazarEnsayo21 de Octubre de 2025
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El saber melancólico como contra-modelo epistemológico frente a la razón instrumental
La presente correlatoría se fundamenta en el capítulo titulado Melancolía I del libro Estancias, escrito por Giorgio Agamben (2006). El objetivo del escrito es abordar el concepto de la melancolía, para esto se retoma la teoría humoral junto con una parte de la tradición patrística, con la finalidad de resignificar la bilis negra por medio de la tristitia utilis, transformando la concepción peyorativa de esta en un vehículo de conocimiento ético y compasivo. Para el desarrollo de la correlatoría se aborda la perspectiva de Agamben junto a las contribuciones de Hugo de San Victor y Marsilio Ficino, por medio de una suerte de ejercicio genealógico que relaciona la evolución histórica de la melancolía con su potencial como contra-modelo epistemológico crítico frente a la lógica instrumental, la cual reduce al mundo y al ser humano a objetos de explotación.
De manera previa al desarrollo del texto, se realiza un breve repaso sobre la biografía de Agamben:
Nacido en Roma en 1942, Agamben completó estudios de Derecho y Filosofía con una tesis doctoral sobre el pensamiento político de Simone Weil, y participó en los seminarios de Martin Heidegger sobre Hegel y Heráclito como investigador postdoctoral. Ha enseñado en varias universidades, incluidas las de Macerata y Verona, y fue director de Programas en el Collège Internationale de Paris. (Mills, 2010)
Además, como dato curioso, Agamben es conocido por su renuencia a participar en el circuito académico tradicional. En 2004, por ejemplo, rechazó una cátedra en la Universidad de Nueva York en protesta por las restricciones de viaje impuestas por Estados Unidos a ciudadanos extranjeros, hecho que quedó registrado en un artículo de Karen Arenson (2004) publicado en la revista The New York Times.
Palabras clave: Epistemología, Ética, Política, Razón instrumental, Saber contemplativo
La correlatoría se fundamentará en la siguiente cita:
El alma humana utiliza cuatro humores: como sangre la dulzura, como bilis roja la amargura, como bilis negra la tristeza... La bilis negra es fría y seca, pero hielo y sequedad pueden interpretarse ora en sentido bueno ora en sentido malo... Ésta hace a los hombres ora somnolientos, ora vigilantes, o sea ora graves de angustia, ora vigilantes y atentos a los deseos celestes... Tuviste a través de la sangre la dulzura de la caridad, ten ahora a través de la bilis negra, o melancolía, la tristeza por los pecadores. (Agamben, 2006, p. 42)
Con esta cita como base, se formula la pregunta a la que se pretende dar respuesta durante el desarrollo del escrito: ¿de qué manera y para qué puede el saber melancólico ofrecer un contra-modelo epistemológico crítico frente a la lógica instrumental predominante?
Pero antes de siquiera poder hablar de la melancolía como una forma de crítica e incluso como un saber alternativo, es pertinente ahondar en la transfiguración que esta ha tenido a lo largo de la historia. Su desarrollo no ha sido algo lineal, pero esto se explica por su intrínseca dualidad, que la hace partícipe de una incesante danza entre la maldición y la genialidad. Es por esto que ahora se presentan los trazos del recorrido de la melancolía, que comienza como un desequilibrio corporal y llega hasta su resignificación como un modo particular y crítico de estar en el mundo y aprehenderlo.
Según la tradición hermética, yacía sobre la tumba de Hermes Trismegisto la Tabula Smaragdina, una lámina de esmeralda con un escrito en ella grabado, este versaba lo siguiente: Quod est superius est sicut quod est inferius (como es arriba, es abajo); el principio de correspondencia (Gordon, 2007).
Es en este axioma donde halla su cobijo la teoría humoral, tanto el cosmos (macrocosmos) como el cuerpo humano (microcosmos) se rigen por las mismas leyes y principios. Por ende, los humores (lo de “abajo”) se debían ver afectados de manera directa por los planetas (lo de “arriba”). Su organización se aprecia mejor en la tabla 1.
Tabla 1
Categoría | Humor | Cualidades | Planeta | Estación | Elemento | Edad del Hombre |
Caliente/Húmedo | Sangre | Caliente + Húmedo | Júpiter | Primavera | Aire | Infancia |
Caliente/Seco | Bilis Amarilla | Caliente + Seco | Marte | Verano | Fuego | Juventud |
Fría/Húmeda | Flema | Fría + Húmeda | Luna / Venus | Invierno | Agua | Vejez |
Fría/Seca | Bilis Negra | Fría + Seca | Saturno | Otoño | Tierra | Madurez |
La teoría humoral-astrológica
Fuente: deepseek
Bajo este marco teórico, la melancolía -bilis negra- tenía una connotación negativa, considerándose el más funesto de los humores. Por esto no es de extrañar que entre los síndromes fisiológicos que menciona Agamben (2006) se encuentren los siguientes: ennegrecimiento de la piel y la sangre, pesadillas, silbido en la oreja izquierda, histeria, epilepsia y una tendencia suicida. En su apartado astrológico, esta se relacionaba al planeta Saturno, que en la tradición se hallaba posicionado como maléfico y portador de desgracias. En definitiva, el melancólico era pexime complexionatus: el de peor constitución, un ser arrojado a la desdicha y la enfermedad.
No obstante, Agamben (2006) rescata una paradoja presente en el Problema XXX de Aristóteles. En este se argumenta que un desequilibrio en la bilis negra puede llevar a la melancolía; pero a su vez puede ser el sustrato de la genialidad intelectual, una delgada línea entre la locura y la inspiración cuasidivina.
La solución a esta paradoja sería dada tiempo después, en la Italia renacentista. Pero, de manera previa a este suceso, irrumpe en el camino de la melancolía la figura del teólogo Hugo de San Victor, de cuya mano se lograría su transfiguración moral. Hugo, en su Medicina del alma lleva a cabo una conversión crucial; el humor negro deja ya de ser solo patología, pasa ahora a relacionarse con la tristitia utilis, lo que la convierte en el “vehículo corpóreo del mecanismo soteriológico” (Agamben, 2006). Dicho de distinta manera, la bilis negra habilita en las personas un estado de vigilancia y atención para con los deseos celestes, e incluso tristeza por los pecadores. Como consecuencia, la melancolía trasciende lo puramente médico para pasar a instaurar un saber ético y compasivo, un conocimiento que brota de la introspección y la empatía.
En el tiempo posterior, pasa a retomarse la propuesta reconciliadora de la polaridad presente en la melancolía, la cual es abordada por parte del humanista Marsilio Ficino. Ficino descubrió en su ascendencia astrológica su relación con el planeta Saturno, proclamándose a sí mismo como -saturnino-. Esto despertó en Ficino una voluntad de conocer más acerca del estado melancólico relacionado a Saturno, con el objetivo de desafiar al determinismo astrológico, en pos de forjar el destino a su favor (Noel, 2014).
Ficino fundamentó su propuesta en la lógica neoplatónica de polaridad de extremos, según esta lógica, Saturno al ser el planeta más lejano y frío, también es el más alejado de lo divino, sin embargo, es esa misma lejanía la que le convierte en el vehículo potencial para la “estática ascensión a la contemplación divina” (Agamben, 2006). Ficino continúa tirando de la melancolía, hasta terminar por desgarrarla en dos partes: “la natural y la adusa” (Noel, 2014). Es así que el aspecto bipolar de la melancolía ya no se limita a una cuestión valorativa (buena/mala), sino que se torna en un espectro de estados que péndula entre los extremos patológicos (adusta) y un punto medio virtuoso (naturalis).
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