Literatura

EL PROCESO DE LECTURA

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El código constituye uno de los tres elementos decisivos del circuito de la comunicación. Todas las señales que el emisor utiliza con objeto de trasmitir un mensaje, pertenecen a un determinado código. Si bien la comunicación cotidiana encuentra su mayor realización en el lenguaje articulado, en nuestro caso en el código o lengua española, no podemos dejar de considerar los otros tipos de códigos que una comunidad maneja para su organización.

Es importante distinguir entre situaciones u objetos de la realidad que, de una u otra manera, nos proporcionan una información, y objetos o instrumentos que fueron creados expresamente para trasmitir y comunicar mensajes. Los primeros objetos, aunque proporcionan una información, no pertenecen a ningún tipo de código; mientras los segundos, deben necesariamente pertenecer a un código específico, para ser trasmisores de mensajes. Así, por ejemplo, el cielo nublado puede informarme que habrá tormenta, o el humo que veo a cierta distancia, puede indicarme la existencia de fuego pero, estos objetos o situaciones no son señales, y en consecuencia, no pertenecen a ningún código.

El primer ejemplo, el cielo nublado, escapa de la condición básica de la señal: instrumento creado por el hombre para la trasmisión de mensajes. En el segundo, si bien el fuego puede ser producto de la mano del hombre, el humo, que es su resultado natural, no nos proporciona ningún significado, sino, como en el primer caso, una indicación, como lo hacen todas las cosas. Pero, si una comunidad asigna determinada significación al color o a la forma del humo, como es el caso de algunos grupos indígenas, estos colores o formas sí pertenecen a un código. Esto es, el humo trasciende la indicación natural de existencia de fuego, para ser portador de determinados mensajes en virtud de su forma, color, número de apariciones, etc.

Entonces, cabe preguntarnos: ¿cómo y porqué las cosas, señales o instrumentos que comunican significados o mensajes, se convierten en códigos?

En primer lugar, las cosas que se convierten en señales y, a su vez, éstas en códigos, deben poseer tres condiciones:

a) Aceptación social de que una situación u objetos de determinados son portadores de significado. Por ejemplo, aceptar que el objeto luz de giro me comunica un mensaje del mismo modo que la costumbre y situación de quitarse el sombrero para saludar, manifiesta una señal de cortesía.

b) Posibilidad de combinación de la señal aceptada con otras señales de la misma clase. Por ejemplo: la luz verde del semáforo es susceptible de combinarse con la luz roja y la amarilla.

c) Articulación semántica, es decir, aparición de un significado frente a la desaparición

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