MAQUIAVELO EL PRÍNCIPE

MAQUIAVELO

• EL PRÍNCIPE:

Capítulo XV: “cualidades por las que el hombre y especialmente los príncipes son loados o criticados”. El comportamiento de un Príncipe debe ser evitar dejarse llevar por los vicios que hagan perder el Estado, pero no por ello dejar de tenerlos (actitudes que no se entienden como buenas), pero que en ocasiones pueden permitirse y son necesarias. Lo que se podría considerar como una buena actitud no siempre te hará conservar el Estado ni ser bueno como gobernador, así como una actitud mala no implicaría ser exactamente lo contrario.

Capítulo XVI: “libertad y parsimonia”. La liberalidad es mala para el príncipe, pues si la usa de manera inteligente no se notará que la está utilizando, por el contrario, si quiere que se note, tendrá que emplear muchísimos gastos que desembocará en gravar al pueblo y, más adelante, para evitar revueltas, desgravar al pueblo y dejar de gastar el dinero, por lo cual se ganará la fama de tacaño y perderá el afecto. Un príncipe inteligente no le debe preocupar ser considerado como mísero (tacaño). La liberalidad y el gasto a espuertas debe ser considerado positivo en el camino al principado, pero una vez en él, al príncipe no le debe importar caer en el vicio de ser considerado un tacaño.

Capítulo XVII: “crueldad y humanidad, ¿es mejor ser amado que ser temido o viceversa?”. Si un príncipe debe valorar si ser amado o temido, amado siempre suena como una buena opción, pero aquí Maquiavelo interpreta que el ser humano solo ama a su príncipe si todo va bien y de forma correcta. En el momento en el que surjan adversidades, los hombres se volverán contra él, pese a que este les haya dado lo que sea. Es preferible ser un príncipe cruel y temido (no por ello odiado). Enjuiciar aquellos que falten la ley y nunca tocar lo de los demás, depender de lo propio, ya que el amor depende de los demás y la crueldad de uno mismo para asegurar la conservación del Estado. También el Príncipe ha de ser duro con el ejército, respetando la disciplina para evitar que se le revelen.

Capítulo XVIII: “de qué forma tiene que mantener su palabra el Príncipe”. Maquiavelo ve al príncipe como una figura de imagen, en lo referente a la apariencia, el aparentar ser, que cuando se le vea y se le escuche se sienta a un hombre piadoso, íntegro, leal, humano y religioso. Maquiavelo hace una división del hombre en dos partes: la parte humana y la animal. La parte humana está relacionada con la creación de leyes y la búsqueda de la razón para poder dirigir. Cuando esto no es posible, entra en escena el animal. Maquiavelo trata al humano como un zorro que sabe engañar y escapar de la trampa, pero no luchar contra los lobos, y trata a la parte animal como a un león, que lucha contra los lobos pero que no sabe escapar. Por ello el príncipe debe tener esencia de ambas partes. Debe cuidar lo que dice, pero no tiene por qué cumplir su palabra porque los demás también mentirán y no cumplirán su palabra.

• DISCURSOS SOBRE LA PRIMERA DÉCADA DE TITO LIVIO:

Busca como se debería crear una República (casi como un manual de gobierno). Es necesario que para asegurar la permanencia del estado se unifiquen las costumbres, culturas y religiones de los diferentes pueblos, lo que garantizará y facilitará la administración del territorio. Aquellos pueblos que deseen mantener sus costumbres desearán su autonomía, lo que llevará al principio de división de la República. El pueblo debe tener el poder supremo ya que este tan solo desea NO ser dominado (ser libre), donde los nobles ansían la dominación a los pobres. Maquiavelo propone que la configuración de la sociedad republicana sea con tres clases de hombres: los principales, los medianos y los últimos. Los cargos más importantes se les asignarán a los primeros ciudadanos, los más ambiciosos de dominación, que podrán sentirse satisfechos por su lugar social y político. Para los medianos se creará el Consejo de Selectos que ayude y apoye a los anteriores en el gobierno y, por tanto, también quedará completada su ambición. La generalidad de los ciudadanos conformaría a los “últimos”, creando el Consejo de los Mil, pudiendo asistir a las reuniones de los anteriores, y pudiendo vetar cualquier decisión. Es necesario, además, un ejército. Cuanto más crece una ciudad es porque los ciudadanos son libres. Lo que hace grande a una ciudad es el bien común, no el particular, haciendo que los pueblos crezcan. El autor también habla de la virtud: Orgullo cívico y de patriotismo, un elemento fundamental para el mantenimiento de la libertad. El ciudadano virtuoso es aquel que compara su propio bienestar con el bienestar de la ciudad. Deben adquirir: participación política, educación y religión. Si se abandonan, se llegará a la corrupción y se destruirá la libertad.

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