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Materialismo aristotélico


Enviado por   •  28 de Marzo de 2022  •  Documentos de Investigación  •  1.507 Palabras (7 Páginas)  •  177 Visitas

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Apuntes Curso Filosofía de la mente, 2-2021, Universidad Adolfo Ibáñez

Prof: Dr. Nicolás Alarcón Z.

Materialismo aristotélico[1].

Antecedentes.

Aristóteles (384 aec – 322 aec) fue un filósofo griego, proveniente de la ciudad de Estagira. Fue uno de los discípulos más importantes de Platón, y sirvió de maestro a Alejandro Magno. En sus obras aborda desde la ética, hasta la astronomía, pasando por la metafísica y la física. En total, Aristóteles escribió más de 200 tratados, de los cuales sobrevivieron solo 31.

A diferencia de Platón, Aristóteles era un materialista: creía en las Ideas, pero estas se encontraban en los objetos, y no en el Mundo de las Ideas. Estas, defendía Aristóteles, no eran reales propiamente tal, sino que se parecen más a los conceptos que usamos. Por ejemplo: la Idea de gato sería una entidad inmaterial y eterna, diría Platón; en cambio, Aristóteles diría que es el concepto de gato que manejamos, y no está en ningún mundo inmaterial.


Dada su perspectiva materialista (solo existen las cosas materiales), Aristóteles busca explicar cada evento del universo apelando solamente a la interacción de los componentes físicos.

El problema del alma.

¿Qué es lo que impulsa la vida en los organismos? ¿Qué nos diferencia, en tanto humanos, de los demás animales? En De Anima (o Sobre el Alma) (2014), Aristóteles aborda el problema del alma y la esencia humana.  Él ve que en el alma podríamos encontrar aquello que dé respuesta a las preguntas anteriores: el alma sería aquello que da la vida a los organismos y, además, nos diferenciaría de los demás animales.  Para ello, su punto de partida son las investigaciones anteriores de otros filósofos. Aristóteles busca el género próximo y la diferencia especifica. Esto es, aquello que nos acerca (lo que tenemos en común) con el resto del universo, pero también señalando qué es lo que nos diferencia.


Una conclusión parcial que encuentra Aristóteles que ningún filósofo ha sido capaz de dar cuenta qué es el alma. Esto, fundamentalmente, porque la restringen solo al ser humano, o, también, porque creen que tiene partes o, incluso, porque esta subsiste luego de la muerte.


Aristóteles sostendrá que el alma (ψυχή, psychḗ)
[2] es la forma, o esencia, pero no sólo del humano, sino de todos los seres vivos. Además, esta no puede existir sin un cuerpo, siendo esta la que define a un organismo como tal. Cuando nos preguntamos “¿qué define, cuál es la esencia, de las plantas?” Aristóteles nos diría “su alma”, en tanto esta define y determina lo que una planta es. De la misma manera, el alma es lo que determina lo que nosotros, en tanto humanos, somos. Pero, si el alma es común a todos los seres vivos: ¿cómo puede ser que defina la particularidad de cada uno? En otras palabras, si el alma es común, si todos los organismos tienen un alma, ¿cómo es posible que esta nos diferencie de los gatos, o de las plantas? La respuesta de Aristóteles es bastante sencilla: no existe un solo tipo de alma. Para él, hay tres tipos de almas diferentes, y cada una de ellas es distinta a la otra.

[pic 1]

Fig 1: tipos de almas que reconoce Aristóteles. En particular, él ve que hay tres: alma vegetativa, alma sensible y alma racional. Cada una de ellas determina la particularidad de grupos de seres vivos.

Cada una de estas almas le entregan al cuerpo una capacidad particular, haciendo que sean lo son. Esto guarda relación con algo defendido por Aristóteles en su obra Metafísica (2013): el acto y la potencia. La potencia es aquello que tiene la capacidad o posibilidad de llegar a ser algo; en cambio, el acto es aquello que ya es, lo que actualmente es. Veamos un ejemplo: en acto son estudiantes, pero en potencia son profesionales de su área. Así mismo, ahora estoy en acto de estar sentado, pero en potencia de estar de pie. Esto lo podemos llevar a la explicación de los organismos, los seres vivos, pues los cuerpos (sin importar si es una planta, un gato, un perro, o un humano) tienen la posibilidad de estar vivos, pero es el alma lo que lo lleva a la vida y determina – a los cuerpos – en ser lo que son. Así, un cuerpo no posee la vida en sí misma, sino que es el alma que le da la vida. Al mismo tiempo, es el alma que le otorga ciertas facultades que determina a los cuerpos para que sean lo son. Dicho de otra forma: es el alma la esencia de cada organismo. Es la entidad definitoria de cada organismo. Así, una planta es una planta en virtud de su alma; si se despojara de su alma, esta dejaría de ser planta. Lo mismo sucedería con nosotros: lo humano estaría definido por nuestra alma, nuestra esencia. Veamos otro ejemplo, el cual puede arrojar mayor claridad a lo expuesto anteriormente. Un ojo es definido por lo que hace, esto es, tener la facultad de ver. Un ojo de vidrio no posee dicha facultad, por lo que no es un ojo propiamente tal. Así mismo, un cuerpo sin alma no es un ser vivo, en tanto la facultad de la vida es dada por esta última. Lo mismo ocurre con la esencia, con lo que somos en realidad: es el alma lo que determina lo que será el cuerpo. Todo esto es común a todas las almas: lo más básico que otorga el alma es la vida. Sin embargo, no es lo único que hace. El alma posee distintas facultades, las que cambian en los diversos tipos de organismos que encontramos.

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