Meditaciones Del Quijote
lrekun116 de Mayo de 2012
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Acta Poetica 29 (2)
OTOÑO
2008
Apuntes para pensar las Meditaciones del Quijote de José Ortega y Gasset con el psicoanálisis
Cristina Múgica Rodríguez
Partiendo de un estudio sobre Ortega y Gasset y el psicoanálisis, este trabajo pretende apuntar vínculos entre las Meditaciones del Quijote y el pensamiento
psicoanalítico y bordar en torno a la noción de amor intellectualis, a la dicotomía entre la latencia y la patencia, a la perspectiva y la construcción de la realidad, a la estética, el concepto y el sentido, a la cultura, a la novela realista y a las dimensiones trágicas y cómicas del héroe.
Palabras clave: Ortega y Gasset, psicoanálisis, filosofía, obra cervantina.
Based on a book about Ortega y Gasset and pychoanalysis, these notes are intended as an exploration of Meditaciones del Quijote in relation to freudian
and lacanian thought. The notions by Ortega considered in this paper are: amor intellectualis, latency and the manifest, perspective and construction
of reality, aesthetics, the concept and the sense, culture, the realistic novel, and the tragic and comic aspects of heroism.
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Acta Poetica 29 (2)
OTOÑO
2008
Cristina Múgica Rodríguez
Instituto de Investigaciones Filológicas, unam
Apuntes para pensar las Meditaciones del Quijote
de José Ortega y Gasset con el psicoanálisis
Nota introductoria
En su libro Ortega y el psicoanálisis (1997), Carlos Enrique García Lara trabaja sobre la relación con el pensamiento psicoanalítico
de quien promoviera y prologara la primera traducción
de las obras completas de Sigmund Freud al español. El presente trabajo es un intento por encontrar en las Meditaciones
del Quijote vínculos con las teorías psicoanalíticas freudianas y lacanianas para pensar de otra manera lo que Ortega y Gasset elabora en relación con la importante obra cervantina.
A lo largo de mis lecturas, encuentro en las Meditaciones del Quijote (1914) diversos temas que, si bien se desprenden de y se conjugan en torno al Quijote, también se dispersan o disgregan;
se agrupan y concatenan para reacomodarse de distintas
maneras. De este modo, he partido de las consideraciones de Ortega relativas al objeto de las meditaciones, esto es, del Quijote como objeto estético, tal como aparecen en el prólogo “Lector...”. Posteriormente, he intentado seguir en la “Meditación
preliminar” la pregunta por el ser de las cosas, la dicotomía
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entre patencia y latencia; los planteamientos sobre la construcción
de la realidad y la perspectiva, la alétheia o revelación, la contraposición entre experiencia de los sentidos y cultura, el arte mediterráneo, el concepto y el amor intellectualis. Finalmente,
me asomo a las ideas sobre la novela realista y su carácter tragicómico, el héroe y la autenticidad presentes en la “Meditación primera”.
Dado el carácter exploratorio de este trabajo, me he permitido
anotar algunas resonancias que, desprendidas de mi principal
objeto de estudio, remiten a la propia novela cervantina y, en ocasiones, a otros autores.
Referencias a Freud en la obra de Ortega y Gasset
Ortega y Gasset se refiere explícitamente a Freud en algunos trabajos. En el artículo “Psicoanálisis, ciencia problemática” (1911), cuestiona el carácter científico de la disciplina inaugurada
por el psiquiatra vienés. De esta manera, ubicando el pensamiento freudiano en el terreno de la verosimilitud, afirma que estas doctrinas resultan, “más que falsas, no verdaderas, pero científicamente sugestivas” (Ortega y Gasset, “Psicoanálisis,
ciencia problemática”, 218). El filósofo agrega que las ideas de Freud plantean un tema de discusión psicológica o, mejor, lógica y que el vienés “se planta de un salto, si no en la metafísica, en los confines metafísicos de la psicología” (220). Advierte finalmente que el pensamiento freudiano carece de fórmulas matemáticas para establecer conexiones entre series de variaciones fenoménicas. Por otra parte, en este mismo trabajo,
Ortega aborda brevemente algunos de los hallazgos de Freud en relación con los estudios sobre la histeria, la noción de expulsión o remoción (Verdrängung), lo inconsciente, el pensamiento por asociaciones, los lapsus, el síntoma y los recuerdos
encubridores.
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En 1920, en el apartado “La psicología de cascabel” del ensayo
El Quijote en la escuela, Ortega se refiere a las tesis del vienés en relación con los traumas de infancia y la presencia de ésta última en el psiquismo adulto; propone una pedagogía que eduque
la vitalidad espontánea, “analizándola en sus componentes, hallando métodos para aumentarla, equilibrarla y corregir sus deformaciones”,
en vez de ejercer represión sobre la vida pulsional de los niños (Ortega y Gasset, El Quijote en la escuela, 301).
En 1922, Ortega y Gasset, en el “Prólogo” a las Obras completas
de Freud, a propósito de la Interpretación de los sueños afirma:
Su libro sobre la vida de los sueños es una de las producciones
más interesantes del pensamiento contemporáneo. En él desarrolla Freud la idea de que nuestra conciencia fabrica constantemente
símbolos de la sexualidad, a la vez de una pureza sublime y de una inmaterialidad platónica (Ortega y Gasset, “Prólogo”, 302).
Finalmente, en el artículo “Vitalidad, alma, espíritu” de 1924, Ortega establece una distancia radical con el psicoanálisis a partir de su concepción integral de la vida psíquica:
Creo que en el sistema de Freud hay algunas ideas útiles y claras:
pero su conjunto me es poco afín. Para no hablar de cuestiones
particulares, indicaré sólo que la psicología de Freud tiende a hacer de la vida psíquica un proceso mecánico, bien que de un mecanismo mental y no físico. Ahora bien: yo creo superada en principio por la ciencia actual esa propensión mecanicista,
y me parece más fecunda una teoría psicológica que no atomiza la conciencia explicándola como mero resultado de asociaciones y disociaciones entre elementos sueltos (Ortega y Gasset, Vitalidad, alma y espíritu, 452).
Ahora bien, más allá de las referencias directas a Freud, García
Lara lee a lo largo de su libro importantes coincidencias
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entre el filósofo y el fundador del psicoanálisis en cuanto a la división constitutiva del sujeto, al problema de la verdad en los terrenos epistémico, ontológico y ético y a la consideración del deseo como motor del psiquismo. Estas nociones aparecen en la obra del filósofo español en un nivel que pudiera identificarse
como “latente”, para tomar una noción del propio Ortega de la que hablaré adelante y que consiste en un nivel de “profundidad”
o, siguiendo a Julián Marías, estructural.1
El objeto de las Meditaciones
Escritas en forma de ensayos (de exagium, acto de pesar algo, palabra emparentada con exigere y con examen), las Meditaciones
consisten en una exploración que, más allá de las superficies
de las cosas, se adentra en territorios donde se pierden asideros y apoyos. Meditar es, siguiendo el discurso del libro que me ocupa, abrir camino, en un esfuerzo “doloroso e integral”,
con la tensión del ánimo. El objeto de las meditaciones de Ortega y Gasset es una novela a partir de la cual quiere preguntar
por España, por la historia, por la realidad, por la verdad,
por la interpretación, por la cultura, por la novela realista, por la condición subjetiva.
En el prólogo “Lector...”, en contra de Miguel de Unamuno, Ortega hace un llamado a entender a Don Quijote como una “cosa artística”, hecha de una “sustancia llamada estilo”. En sus palabras:
cada objeto estético es individuación de un protoplasma-estilo. Así el individuo Don Quijote es un individuo de la especie de Cervantes (Ortega y Gasset, Meditaciones del Quijote, 87).
1 Cfr. el prólogo de Jaime de Salas Ortueta al libro de García Lara, Ortega y el psicoanálisis.
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De esta manera, el filósofo señala que, lo que se trasluce, más allá del personaje, es el discurso de un escritor. Se trata de un quijotismo, sí, pero no del personaje, sino del propio Cervantes.
“Y no el de Cervantes en los baños de Argel, no en su vida, sino en su libro” (87). En sus Ideas sobre la novela, Ortega
dirá que la condición artística de dicho género radica en su estructura, esto es, de un organismo a partir del cual emana una forma (Ortega y Gasset, Ideas sobre la novela, 399).
En la sección dedicada al Quijote en España, sueño y verdad (1965), María Zambrano sintetiza la discusión que con Unamuno
entabla Ortega como una en la que, al mito que construye el primero, contrapone el segundo la ambigüedad que implica la novela, con lo que se establece un dilema entre las “razones de amor” de las que habla Ortega (en las que se implica a veces la ironía) y la fe voluntariosa que defiende Unamuno:
¿Queremos ser lo uno o lo otro? ¿Seguir representando en el mundo nuestro personaje, seguir viviendo nuestro ensueño ancestral,
o queremos mirarnos, conocernos, disolver este ensueño
en la luz del conocimiento, bien que amoroso? (Zambrano, España, 16).
Al decir de Zambrano, si Unamuno presenta el cristianismo de don Quijote como una forma de revelación poética de la pasión trágica del ser, Ortega, por
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