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Mito De Las Cavernas


Enviado por   •  8 de Junio de 2014  •  5.967 Palabras (24 Páginas)  •  181 Visitas

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Platón: el mito de la caverna

--Ahora, continué, imagínate nuestra naturaleza, por lo que se refiere a la ciencia, y a la

ignorancia, mediante la siguiente escena. Imagina unos hombres en una habitación

subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la luz. Se encuentran en

ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les inmovilizan las piernas y el cuello, de tal

manera que no pueden ni cambiar de sitio ni volver la cabeza, y no ven más que lo que está

delante de ellos. La luz les viene de un fuego encendido a una cierta distancia detrás de

ellos sobre una eminencia del terreno. Entre ese fuego y los prisioneros, hay un camino

elevado, a lo largo del cual debes imaginar un pequeño muro semejante a las barreras que

los ilusionistas levantan entre ellos y los espectadores y por encima de las cuales muestran

sus prodigios.

--Ya lo veo, dijo.

--Piensa ahora que a lo largo de este muro unos hombres llevan objetos de todas clases,

figuras de hombres y de animales de madera o de piedra, v de mil formas distintas, de

manera que aparecen por encima del muro. Y naturalmente entre los hombres que pasan,

unos hablan y otros no dicen nada.

--Es esta una extraña escena y unos extraños prisioneros, dijo.

--Se parecen a nosotros, respondí. Y ante todo, ¿crees que en esta situación verán otra cosa

de sí mismos y de los que están a su lado que unas sombras proyectadas por la luz del fuego

sobre el fondo de la caverna que está frente a ellos.

--No, puesto que se ven forzados a mantener toda su vida la cabeza inmóvil.

--¿Y no ocurre lo mismo con los objetos que pasan por detrás de ellos?

--Sin duda.

--Y si estos hombres pudiesen conversar entre sí, ¿no crees que creerían nombrar a las

cosas en sí nombrando las sombras que ven pasar?

--Necesariamente.

--Y si hubiese un eco que devolviese los sonidos desde el fondo de la prisión, cada vez que

hablase uno de los que pasan, ¿no creerían que oyen hablar a la sombra misma que pasa

ante sus ojos?

--Sí, por Zeus, exclamó.

--En resumen, ¿estos prisioneros no atribuirán realidad más que a estas sombras?

--Es inevitable.

--Supongamos ahora que se les libre de sus cadenas y se les cure de su error; mira lo que

resultaría naturalmente de la nueva situación en que vamos a colocarlos. Liberamos a uno

de estos prisioneros. Le obligamos a levantarse, a volver la cabeza, a andar y a mirar hacia

el lado de la luz: no podrá hacer nada de esto sin sufrir, y el deslumbramiento le impedirá

distinguir los objetos cuyas sombras antes veía. Te pregunto qué podrá responder si alguien

le dice que hasta entonces sólo había contemplado sombras vanas, pero que ahora, más

cerca de la realidad y vuelto hacia objetos más reales, ve con más perfección; y si por

último, mostrándole cada objeto a medida que pasa, se le obligase a fuerza de preguntas a

decir qué es, ¿no crees que se encontrará en un apuro, y que le parecerá más verdadero lo

que veía antes que lo que ahora le muestran?

--Sin duda, dijo.

--Y si se le obliga a mirar la misma luz, ¿no se le dañarían los ojos? ¿No apartará su mirada

de ella para dirigirla a esas sombras que mira sin esfuerzo? ¿No creerá que estas sombras

son realmente más visibles que los objetos que le enseñan?

--Seguramente.

--Y si ahora lo arrancamos de su caverna a viva fuerza y lo llevamos por el sendero áspero

y escarpado hasta la claridad del sol, ¿esta violencia no provocará sus quejas y su cólera? Y

cuando esté ya a pleno sol, deslumbrado por su resplandor, ¿podrá ver alguno de los objetos

que llamamos verdaderos?

--No podrá, al menos los primeros instantes.

--Sus ojos deberán acostumbrarse poco a poco a esta región superior. Lo que más

fácilmente verá al principio serán las sombras, después las imágenes de los hombres y de

los demás objetos reflejadas en las aguas, y por último los objetos mismos. De ahí dirigirá

sus miradas al cielo, y soportará más fácilmente la vista del cielo durante la noche, cuando

contemple la luna y las estrellas, que durante el día el sol y su resplandor.

--Así lo creo.

--Y creo que al fin podrá no sólo ver al sol reflejado en las aguas o en cualquier otra parte,

sino contemplarlo a él mismo en su verdadero asiento.

--Indudablemente.

--Después de esto, poniéndose a pensar, llegará a la conclusión de que el sol produce las

estaciones y los años, lo gobierna todo en el mundo visible y es en cierto modo la causa de

lo que ellos veían en la caverna.

--Es evidente que llegará a esta conclusión siguiendo estos pasos.

--Y

...

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