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Nietzsche


Enviado por   •  24 de Octubre de 2013  •  Informes  •  486 Palabras (2 Páginas)  •  268 Visitas

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En el Prólogo, Nietzsche nos cuenta que, a los treinta años, Zaratustra, se retira a la soledad de la montaña, donde le acompañan sus dos animales heráldicos: el águila, símbolo del orgullo, y la serpiente, símbolo de la inteligencia. Alli aprende su sabiduría, y un día decide bajar a predicársela a los hombres. En el descenso hacia ellos tropieza con un eremita «que no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto». Al llegar a la ciudad encuentra al pueblo reunido en el mercado y «comete la gran tontería de todos los eremitas»: hablar al pueblo, es decir, hablar a todos y no hablar a nadie. Sus discursos son, pues, para todos y para nadie. El fracaso es total, y el pueblo se burla de él. Sin embargo, Zaratustra les ha enseñado la doctrina del superhombre, mostrándoles

además la imagen del último hombre. Tras enterrar a un volatinero qué había caído a tierra mientras divertía al pueblo («tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no hay nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión: por ello voy a enterrarte con mis propias manos»), Zaratustra descubre una

nueva verdad: no se debe hablar al pueblo. Desde ahora «cantaré, dice, mi canción para los eremitas solitarios o en pareja; y a quien todavía tenga oídos para oír cosas inauditas voy a abrumarle el corazón con mi felicidad». Zaratustra se retira orra vez a la montaña, y así acaba «el Prólogo de Zaratustra».

La primera parte comienza con un discurso sobre las tres

transformaciones: cómo el espíritu se convierte en camello, y el

camello en león y el león por fin, en niño. El tema central de

esta primera parte es la muerte de Dios. Ese peso debe dejar de

abrumar al hombre, afin de que éste pueda conquistar, no «el

otro mundo», sino este mundo suyo. Siguen luego ataques contra las virtudes que actuan como adormideras (el sueño del justo), contra los trasmundanos (esos ingratos que se imaginaron estar sustraidos a su cuerpo y a esta tierra), contra los que desprecian el cuerpo y predican la muerte, etc. Entre estos discursos de tipo doctrinal, algunos- como el titulado Del árbol de la montaña- describen las peregrinaciones y diálogos de Zarathustra con aquellos pocos a quienes quiere convertir en sus discípulos. Los capítulos dedicados a la amistad, al matrimonio, a las mujeres (¿vás con mujeres? ¡No olvides el látigo!) ofrecen una serie de vivencias personales de Nietzsche, algunas reconocibles en su biografía pero superadas y elevadas a un plano general. Al final Zarathustra predica la muerte libre para los superfluos, y acaba contraponiendo a las falsas virtudes combatidas la imagen de la virtud futura: la virtud que hace regalos. En las últimas lineas Zarathustra se despide de sus discípulos y vuelve a la soledad.

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