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Noticia De Un Secuestro

Caritolabonis12 de Abril de 2013

740 Palabras (3 Páginas)487 Visitas

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Capitulo IX

Maruja se dio cuenta de que estaba en manos de los secuestradores que quizás matado a Marina y a Beatriz, y se negaban a devolverle el radio y el televisor para que no se enterara. Pasó de la solicitud encarecida a la exigencia colérica, se enfrentó a gritos con los guardianes para que la oyeran hasta los vecinos, no volvió a caminar y amenazó con no volver a comer. El mayordomo y los guardianes, sorprendidos por una situación impensable, no supieron qué hacer. Susurraban en conciliábulos inútiles, salían a llamar por teléfono y regresaban aún más indecisos. Trataban de tranquilizar a Maruja con promesas ilusorias o intimidarla con amenazas, pero no consiguieron quebrantar su voluntad de no comer. En las noticias del mediodía vio por fin a Beatriz, rodeada de su gente y en un apartamento lleno de flores que reconoció al instante a pesar de los cambios: era el suyo. Sin embargo, la alegría de verla se estropeó con el disgusto de la nueva decoración. La biblioteca nueva le pareció bien hecha y en el lugar en que ella la quería, pero los colores de las paredes y las alfombras eran insoportables, y el caballo de la dinastía Tang estaba atravesado donde más estorbaba. Indiferente a su situación empezó a regañar al marido y a los hijos como si pudieran oírla en la pantalla.

Capitulo X

El mensaje del padre García Herreros resolvió muchos problemas y dio esperanza. A Alberto Villamizar no lo podía creer le había parecido un milagro, pues en aquellos días había estado repasando nombres de posibles mediadores que fueran más confiables para Escobar por su imagen y sus antecedentes. También Rafael Pardo tuvo noticia del programa y lo inquietó la idea de que hubiera alguna filtración en su oficina. De todos modos, tanto a él como a Villamizar les pareció que el padre García Herreros podía ser el mediador apropiado para la entrega de Escobar. Era evidente que Escobar estaba usando a Villamizar como instrumento para mandar recados al gobierno sin dar nada a cambio. Su última carta era ya una lista de quejas interminables. Que la tregua no estaba rota pero había dado libertad a su gente para que se defendiera de los cuerpos de seguridad, que éstos estaban incluidos en la lista de los grandes atentados, que si no había soluciones rápidas iban a incrementar los ataques sin discriminaciones contra la policía y la población civil. Se quejaba de que el procurador sólo hubiera destituido a dos oficiales, si los acusados por los Extraditables eran veinte. Cuando Villamizar se encontraba sin salida lo discutía con Jorge Luis Ochoa, pero cuando había algo más delicado éste mismo lo mandaba a la finca de su padre en busca de buenos consejos. El mismo don Fabio mandó la propuesta. Le hizo saber a Escobar que Villamizar estaba dispuesto a dejarse llevar con todos los riesgos dentro del baúl de un automóvil. Pero Escobar no aceptó. “Yo tal vez hablo con Villamizar, pero no ahora”, contestó. Tal vez temeroso todavía del dispositivo electrónico de seguimiento que podía llevar escondido en cualquier parte, inclusive bajo la corona de oro de una muela.

Capitulo XI

Maruja quiso ponerse la ropa con que había llegado, previendo una liberación intempestiva que la hiciera aparecer frente a las cámaras con la triste sudadera de secuestrada. Pero la falta de nuevas noticias en la radio, y la desilusión del mayordomo, que esperaba la orden oficial antes de dormirse, la pusieron en guardia contra el ridículo, aunque sólo fuera ante sí misma. Se tomó una dosis alta de somníferos y no despertó hasta el día siguiente, lunes, con la impresión pavorosa de no saber quién era ni dónde estaba. Los periodistas de más confianza se quedaron en los corredores del apartamento, hasta que Villamizar los invitó a salir para cerrar la casa. Otros hicieron campamentos en camionetas y automóviles frente al edificio,

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