Reflexión sobre el sentido de la vida

El sentido de la vida (Reflexión)

Desde hace un par de años he intentado encontrar el sentido de la vida. He buscado las propuestas de diversos filósofos y, fuera de la religión que suele esconder la respuesta detrás de una fuerza mayor, pude darme cuenta de que la vida no tiene sentido por sí misma. Los seres humanos, conscientes de su existencia, son el resultado del proceso evolutivo que empezó hace millones de años. Somos una mera peculiaridad en este planeta que nos parece tan inmenso, mismo que en una foto del universo ni siquiera es un punto. La vida humana no tiene sentido.

Con el tiempo también he reflexionado acerca de la cantidad de personas que han sido conscientes de su existencia y han caminado en este mismo planeta; no soy capaz de dimensionar lo que esa cifra sería. Las personas mueren todos los días y, a excepción de un selecto grupo destacable, se pierde todo rastro de su existencia. La vida de una persona va difuminando su rastro con el pasar de los años. Incluso las personas más destacadas serán borradas de la historia cuando la humanidad se extinga. La vida humana racional no tiene sentido.

Intentar dimensionar la vida del universo es imposible. Con sus excepciones, nos resulta difícil entender las cosas que no somos capaces de experimentar directamente, por lo tanto, intentar ver la historia humana, como una totalidad, para encontrarle sentido a la vida tendría un fallo fundamental. Una vida humana tiene menos sentido.

Si nos enfocamos en lo que podemos experimentar directamente, pasamos de un pensamiento cósmico inalcanzable al pensamiento humano con que ya contamos. Cada persona tiene la opción de perseguir el sentido que quiera dar a su vida, ya sea una elección consciente o inconsciente, pues experimenta situaciones diferentes en contextos diferentes. Una vida humana puede recibir un sentido.

Aceptar que la vida no tiene sentido no significa resignarse a vivir atormentado, sino quitarse la carga que implicaría un sentido cósmico trascendental. En alguna ocasión leí algo acerca de tres sentidos benevolentes para la vida: la paz, la sabiduría y el amor. Perseguir uno no significa renunciar a otro y permiten vivir una vida interesante y en armonía con otras personas. Es probable que puedan agregarse más sentidos benevolentes, dando más espacio a la diversidad de personas que cohabitan este planeta. Cada vida humana puede perseguir su propio sentido.

Mi vida no es especial siquiera comparada con las miles de millones de vidas que tienen lugar en este mismo momento. Mi muerte, junto con el sufrimiento y el aburrimiento, son garantía de mi vida, y eventualmente seré olvidado, pero he tenido tiempo para aceptar esta idea y estar en paz con ella. Como alguna vez pensé (creo) “fui antes de ser, y seguiré siendo después”. Dicen que cuando morimos no nos llevamos nada, y de verdad lo creo, pero mientras estemos vivos, merece esforzarse para vivir una buena vida. Hay cosas que quiero hacer para disfrutar de la mejor vida que me sea posible. Le he dado un sentido a mi vida.

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