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Republica


Enviado por   •  5 de Junio de 2014  •  433 Palabras (2 Páginas)  •  160 Visitas

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Este libro remarca lo antes dicho en el libro II acerca de la debida censura a las poesías que desvirtuaban la verdadera realidad de las cosas y desencaminaban las almas de los niños y jóvenes. Ya no tomando férreamente los nombres de los poetas Hesíodo y Homero, Sócrates se propone a atacar a la poesía en todo su conjunto.

Para Sócrates, la poesía sólo mostraría la copia de otra copia, siendo su objeto totalmente imperfecto y erróneo, pero introduciéndose como "verdadero" en las almas de los ignorantes, debido al agradable ritmo y colorido con el que se presentan sus cuestiones, haciendo pensar que el poeta lo sabe todo, mas no es así.

Sócrates da el ejemplo de una cama, la cama en el mundo inteligible es perfecta, inmutable, atemporal y obra de la divinidad, pero aquel artesano que construya una cama basándose en la idea de una cama, construirá una copia de la original, siendo así imperfecta, mutable y temporal, ahora, si bien esta cama es una copia, el artista se propone pintar esa cama imperfecta, lo que genera que su producción sea la copia de otra copia, una producción totalmente esquivada de la verdad. Eso es lo que hace el poeta, tergiversar la verdad e introducirla en los corazones de los jóvenes que todavía no alcanzan el poder distinguir lo alegórico de lo que es real, mediante palabras, ritmo y armonía, así de este modo los desorientan.

Para el viejo filósofo, lo que se les debe permitir a los poetas, son los himnos a los dioses y héroes y las fábulas en donde se elogia la justicia, las virtudes y todos los otros valores éticos.

Al final del diálogo, Sócrates le indica a Glaucón que no sólo el justo tendrá disfrute de su accionar en la vida terrenal, sino también en la inmortalidad, éste sería el premio final para el alma del justo y virtuoso. Para que resulte comprensible ello, Sócrates cuenta el mito de Er, quien muere en una batalla, pero a los pocos días de morir, resucita y cuenta como en el otro mundo hay un lugar en donde se recompensa al hombre de acuerdo a la vida que tuvo en el mundo mortal y donde se juzga y castiga a todos los tiranos e injustos que obraron mal en este mundo.

Dando por finalizadas las conjeturas metafísicas de la trascendencia del alma al otro mundo, se puede distinguir como los justos recibirían una vida con toda clase de premios de los hombres y de los dioses, tanto en este espacio, como en el eterno, siendo los más dichosos y felices en todo el cosmos.

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