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Variacion Y Cambio Linguistico

mi3r3s25 de Febrero de 2013

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3. EL CAMBIO LINGÜÍSTICO

La lingüística diacrónica estudia los fenómenos relacionados con el cambio histórico en las lenguas.

¿Cómo cambian las lenguas?

El cambio en las lenguas es una consecuencia directa de la capacidad creativa d ellos hablantes; esta creatividad no se desarrolla de forma caótica, sino que sigue unas reglas tanto estructurales como psicolingüísticas y sociolingüísticas.

A diferencia de lo que ocurre con las ballenas, este proceso de cambio es muy lento en el caso de las lenguas, prácticamente inapreciable en una vida humana (las evidencias del cambio en las lenguas las tenemos en los textos escritos).

¿Cómo detectar el momento en que se introduce un cambio en la lengua? Para los estudiosos de los textos antiguos no era fácil advertirlo. Una señal de que se está produciendo un cambio en una lengua es la presencia de dudas y vacilaciones de los hablantes.

William Labov: “podemos observar en vivo y en directo la aparición y el desarrollo de un cambio lingüístico si analizamos las dudas de los hablantes, la variación social, la estilística, la difusión de las nuevas tendencias”.

El cambio fónico

Es posiblemente el cambio más perceptible. La evolución de los sistemas de sonidos en las lenguas tiene su reflejo, en su traslación a la escritura, en las vacilaciones ortográficas.

Sin embargo, el cambio fónico es más profundo que el desajuste entre pronunciación y ortografía.

Cuando cambia un solo elemento en ese tupido entramado que es la lengua, todos los demás se ven afectados, y el sistema entero se reajusta. Buena muestra de ello es el reajuste del sistema de fricativas en español. En todos estos casos de cambio fónico se produjeron sucesivos cambios encadenados que modificaron sustancialmente las oposiciones fonológicas en el sistema de sonidos.

El que los hablantes del español en América, Canarias y parte de Andalucía no distingan entre /s/y /θ/ tiene su origen en otro de estos cambios encadenas. En el español actual sólo contamos con las oposiciones entre /s/, /θ/ y /x/. En los dialectos seseantes se conservan únicamente /s/ y /x/; en los ceceantes, /θ/ y /x/.

Como vemos, el inventario de sonidos de una lengua varía a lo largo de su historia, y esos cambios tienen consecuencias en otros niveles, como el léxico. También provocan diferencias dialectales, que son las más perceptibles para los hablantes. Este proceso tiene lugar a lo largo de muchos años.

El cambio morfosintáctico

Al igual que ocurre en el nivel fónico, en el gramatical también las lenguas varían con el tiempo. Las mismas relaciones gramaticales (sujeto, objeto, complemento,...) se pueden expresar mediante mecanismos diferentes: orden de palabras, preposiciones o flexión, como pasaba con las declinaciones latinas. A lo largo de los siglos, una misma lengua puede ir variando su tendencia hacia unos u otros.

En español actual, por ejemplo, contamos con un reducto resistente del sistema de casos latinos: los pronombres personales átonos lo, los, la, las, le, les. Los cuatro primeros unen la función sintáctica de CD (acusativo en latín) con la marca morfológica de masculino / femenino. Los dos últimos, en cambio, se reservan para el CI (dativo latino), sin diferencia de género. Esa peculiaridad hace que sean un punto débil del sistema; los hablantes tendemos a reutilizarlos para marcar, por un lado, la oposición más general entre masculino (verle) y neutro (verlo), y, por otro, la diferencia entre personas (a Pedro le vi bien) y cosas o animales (al perro lo vi bien).

Los cambios analógicos favorecen la regularidad: en ellos, se modifica una forma para ajustarla al patrón de otras. Por ejemplo, los verbos anglosajones han tendido a regularizarse con el tiempo: el verbo helpan (help) tenía como pasado healp y como participio holpen.

La estandarización de la lengua y, sobre todo, el nacimiento de la imprenta, frenaron el proceso de regularización, pero no lo detuvieron.

El cambio léxico-semántico

En el terreno léxico, los contactos entre pueblos acaban permeando sus respectivos repertorios de palabras. Hay lenguas más resistentes al contacto y otras más abiertas.

En español, se calcula que tres cuartas partes del léxico común son palabras patrimoniales, en su mayoría procedentes del latín, pero también de lenguas prerromanas o del griego; en inglés, sin embargo, un 60% se ha incorporado como préstamo. La presencia musulmana en la península ibérica supuso la entrada de un elevado número de préstamos árabes que caracterizan nuestra lengua frente a sus hermanas romances. La colonización de América también tuvo su repercusión en la base léxica del español, no sólo por la incorporación de términos de origen amerindio, o de procedencia africana (esclavos), sino por el cambio semántico producido al utilizar significantes conocidos para significados nuevos.

Los cambios en este nivel no consisten sólo en la incorporación o el olvido de palabras, sino también en modificaciones semánticas (variaciones en el alcance de sus significados), en las cuales la metáfora y la metonimia suelen jugar un papel importante. (Ejemplo de palabras que han sufrido avatares pintorescos: bártulo procede de Bartolo, nombre de un famoso jurista boloñés del s. XIV cuyas obras eran de texto fundamental para los estudiantes de derecho → libros de estudio → cualquier tipo de enseres).

Los caminos del cambio semántico parecen, muchas veces, paradójicos. Por ejemplo, los expertos han encontrado que existe una relación etimológica entre la palabra inglesa black (de color negro), y el término ruso belo (de color blanco).

(El Tesoro de la Lengua Castellana, publicado en 1611 por Sebastián de Covarrubias, fue el primer diccionario monolingüe de una lengua viva (o vulgar, hablada por el vulgo); en él, además del significado de las palabras, se establecía su origen).

El cambio pragmático: la cortesía en la evolución de las lenguas

La pragmática rige el cambio comunicativo para que resulte socialmente adecuado.

La cortesía es uno de los principales mecanismos de engrase pragmático. En la evolución de las lenguas queda muy de manifiesto su influencia en cuestiones como los pronombres personales: en japonés la primera persona del singular significaba originariamente “esclavo” o “sirviente”; el ciao italiano procede igualmente de sciavo. Muchísimas lenguas tienen, como el español, formas pronominales de respeto; actualmente, en el habla de los jóvenes españoles, especialmente en grandes ciudades, el avance del tuteo es tal que muchos están perdiendo la capacidad de utilizar usted – ustedes conjugados con el verbo.

Lo “políticamente correcto” también es fuente de cambios: palabras como ciego se sustituyen por invidente o por expresiones periféricas mucho más largas: deficiente visual, persona con discapacidad visual,...

La propagación de los cambios

El cambio comienza en un punto débil del sistema, en una zona de equilibrio inestable. La expansión inicial es lenta, pero si la tendencia continúa, llega un momento en que se acelera y se extiende con cierta rapidez; por último el ritmo vuelve a bajar; es lo que algunos expertos llaman “patrón lento – rápido – rápido – lento”, o curva de crecimiento en forma de S. Durante este tiempo, que puede durar siglos, la forma antigua y la nueva coexisten; en la medida en la que ésta va siendo adoptada por más grupos sociales, la primera pierde terreno. Finalmente, si la solución novedosa alcanza a los grupos de prestigio, el rasgo se introduce en la norma y desplaza definitivamente a la forma antigua. Por lo tanto, la variación estilística y social puede ser indicio de un cambio en ciernes

(Todos los cambios han ido precedidos de variación, pero no todos los casos de variación sociolingüística desembocan en un cambio).

Un ejemplo prototípico en español puede ser la pérdida de /d/ en las terminaciones en -ado. El fenómeno comenzó en los participios hace cinco siglos. A principios del s. XX, se extendió a otros contextos (sustantivos, como recado) incluso en el habla culta. A pesar de esta expansión social, se apreciaban diferencias estilísticas claras: en la lectura o habla cuidada la /d/ se restituía. En los 60, el matiz de prestigio asociado a la conservación de /d/ detuvo un poco la tendencia en determinados grupos sociales. Pero esa reacción no parece haber avanzado, sino que se va imponiendo la pérdida, por la “tendencia a huir del prestigio elitista”.

Actualmente la Academia admite un debilitamiento notable en los participios en -ado y en ciertos nombres, aunque recomienda evitarlo en el habla esmerada y en las terminaciones -ido, -ida.

La Real Academia Español juega un papel unificador y garante de cohesión, ralentizando la desintegración que podría derivarse de una dispersión geográfica como la de nuestra lengua. Esa normalización es uno de los principales retos a los que se enfrentan las lenguas de signos en general, y la LSE en particular, con el objetivo de disminuir la velocidad de los cambios y la dispersión.

¿Por qué cambian las lenguas?

Las causas del cambio están enraizadas en las tres dimensiones que explican la existencia de las lenguas: su estructura interna, su presencia en la mente de los hablantes y su uso social. Los

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