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Análisis de la carta del Indio Seattle

mariaaaalia24Ensayo1 de Junio de 2021

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En el año 1854, Franklin Pierce, Presidente de los Estados Unidos de América, realizó una propuesta por una amplia cabida de tierras en el noroeste de los Estados Unidos, lugar en el que habitaban los miembros de la tribu india Swaminsh, ofreciéndoles a cambio la creación de una reserva para el pueblo indígena. Como consecuencia, recibió una carta por parte del Jefe indio Seattle, la cual será analizada brevemente a continuación.

Naturalmente, comenzando con las aproximaciones de sus primeras palabras dirigidas al Presidente, es entendida de inmediato la relación entre el Jefe indio y el Presidente estadounidense, puesto que expresa: “Apreciamos mucho esta delicadeza porque sabemos la poca falta que le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco vendrá con sus armas de fuego y tomará nuestras tierras.” Quiero hacer énfasis en esta última oración, debido a que permite adentrarnos a la época en la que fue escrita la carta y hacernos saber que los indios eran amenazados si no cooperan con el hombre blanco y sus deseos. Es decir, viéndolo de esta forma, el Presidente realizó esta propuesta y les dio a entender a los indios que tenían opciones por pura cortesía, puesto que su respuesta esperada, y casi obligatoria, era un sí.

Continuando con las ideas de la carta, a lo largo de esta, el Jefe indio Seattle reitera la relación que poseen “los de piel roja” con la naturaleza y cómo toda la historia de su pueblo se encuentra plasmada en esta. Analiza nuevamente la propuesta del Presidente y manifiesta su pensamiento en las siguientes palabras: “El Gran Jefe Blanco nos dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir cómodamente. Él se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos.” Muy claramente quiere dar a entender que su pueblo es hijo de la naturaleza y a esta pasar a ser posesión de Pierce y él ofrecerles una “reserva indígena”, su pueblo será hijo del “Jefe Blanco”.

Más adelante, en el corazón de la carta, expone sus preocupaciones y confusiones ante el comportamiento del hombre blanco. Considera las ocasiones en las que fue testigo de animales pudriéndose en los bosques y praderas, asesinados por los hombres blancos por mera diversión, o cuando las ciudades y estructuras invaden las tierras y cubren la vista hacia el campo verde. Dice, asimismo, que por inferioridad intelectual u otra cosa, no puede entender las acciones de los estadounidenses, que simplemente es un hombre de piel roja.

Entre los párrafos manifiesta su deseo de que, en caso de aceptar la propuesta, el Presidente Pierce y su gente debe prometer enseñarle a sus hijos respetar la tierra y apreciar los beneficios que trae consigo, respetar todo lo que la compone ya que todo está relacionado entre sí. Asimismo, recuerda, que comparten un mismo Dios y que este, al igual que la naturaleza, no es de su pertenencia, es de todos.

Sin embargo, me atrevo a decir, unas de las frases que más deja huella y nos hace cuestionarnos son las siguientes: “Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá también a los hijos de la tierra. (...) Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra.” Deja a plena vista lo esencial de la naturaleza. Todo está conectado, como dijo anteriormente, hasta la extinción de especies que nos resultan a primera vista insignificantes, podría ocasionar un efecto dominó que resultaría en una catástrofe y en la extinción de las demás especies, incluyendo la nuestra.

Finalmente, concluye diciendo: “¿Dónde está el matorral? Destruido ¿Dónde está el águila? Desapareció. Es el final de la vida y el inicio de la supervivencia.” El ser humano depende de las demás especies y de su entorno,  cualquier perturbación en los elementos que nos rodea, es un ataque indirecto a

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