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Antecedentes Y Consecuencias Del Descubrimiento De America


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2014  •  4.522 Palabras (19 Páginas)  •  537 Visitas

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ANTECEDENTES Y CONSECUENCIAS DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA

Tomado de Google

Demografía

Artículo principal: Catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos.

Antecedentes del descubrimiento de América.

Al llegar a sus fines el Siglo XV, Europa entraba en los albores de la época Moderna. Finalizaba la Edad Media, el feudalismo entraba en su ocaso al comenzar a delinearse los grandes reinos. Un hecho se considera el hito que marca el fin de la Edad Media: la caída de la ciudad de Constantinopla en manos de los turcos islámicos, en 1453.

Después de la caída del Imperio Romano de Occidente, Europa entró en un milenio de gran descomposición política. El feudalismo fue la modalidad con que las poblaciones lograron subsistir, resistiendo los embates de los bárbaros invasores. Pero la ciudad oriental de Constantinopla, subsistía como capital del Imperio Romano de Oriente; siendo una civilización cristiana. A lo largo de los siglos, el comercio había logrado establecerse entre Europa y el Oriente, a través de la ruta de Constantinopla; aportando al continente europeo muchos productos como principalmente las especies, las sedas y los perfumes del Oriente.

Las especias eran productos vegetales procedentes sobre todo de ciertas zonas del Oriente, especialmente la actual Indonesia y de la costa de la India, que se usaban como medio de condimentar y hasta hacer comestibles los alimentos a menudo mal conservados de que se disponía. Éstos eran principalmente el jenjibre, la menta, la nuez noscada, el clavo de olor, el azafrán y, sobre todo, la pimienta, que se consumía en grandes cantidades. La ruta de su importación a Europa - incluso las que hacían un trayecto parcialmente marítimo por el Océano Índico - confluían en el Mediterráneo oriental, especialmente en Alejandría y Constantinopla.

En posesión de Constantinopla a partir de 1453 y poco después de Alejandría, los “infieles“ turcos, seguidores de la religión de Mahoma, se convirtieron en quienes sacaban la mayor parte de las ganancias de ese comercio, que desde los tiempos de Marco Polo había sido lucrativo para diversas ciudades italianas, como Venecia, Génova, Pisa, Florencia, Nápoles y Sicilia, algunas de las cuales llegaron a tener importantes flotas comerciales.

Las Cruzadas del Siglo XII, habían llevado a muchos aventureros europeos, tras el objetivo central de recuperar de manos de los turcos infieles los Santos Lugares de Jerusalén. El impulso religioso de la cristiandad se había aliado con los objetivos políticos de los Reyes Católicos, que habían ido unificando, aunque fuera parcialmente, los territorios de la Península ibérica; y había robustecido la lucha para expulsar a los árabes de los territorios que habían llegado a ocupar, especialmente en el sur, en el Reino de Granada, la actual comarca de Andalucía.

La navegación había adquirido un nuevo desarrollo. Algunos nuevos elementos habían permitido que los navegantes con espíritu aventurero se animaran a salir del cerrado ámbito del Mar Mediterráneo, y a alejarse cada vez más de las cercanías de las costas oceánicas. La brújula permitía conocer el rumbo con certeza, y el astrolabio junto con las cartas estelares, permitía determinar bastante bien la posición de los buques, aún totalmente alejados de las costas familiares.

El aliciente para obtener una ruta entre Europa y el Lejano Oriente, libre de las interferencias de los turcos y de otros numerosos riesgos que amenazaban el comercio y diezmaban las caravanas, era enorme. La posibilidad de sustituir las extensas y costosísimas rutas terrestres por una ruta marítima, que podría emplear los nuevos buques - las rápidas carabelas - significaba aumentar enormemente los volúmenes de mercaderías y disminuir en igual forma los costos. Quien lograra ese objetivo, pasaría sin duda a ser muy rico y poderoso.

El mundo de la navegación representaba, sin duda, representaba en esa época una actividad fascinante para todos los que tuvieran espíritu aventurero y ambicionaran fortuna. Al desarrollo de la navegación en el Mediterráneo, se unían la aparición - especialmente gracias a la incorporación del timón - de nuevos tipos de barcos que para su tiempo eran grandes, bien maniobrables, y de gran velocidad.

El desarrollo de la navegación a vela - que sustituyó progresivamente a los grandes barcos de remo - produjo principalmente la carabela, aparecida hacia 1440; un barco de madera, de alrededor de 25 a 30 metros de largo (en términos navales, eslora) por alrededor de un tercio de ancho (en términos navales, manga). Estaba provista de 3 o 4 mástiles y en su cubierta se elevaban a proa y a popa sendos “castillos” que servían de alojamiento a sus oficiales. Cargaban entre 60 y 100 toneladas, y eran operadas por una tripulación de entre 15 y 30 hombres. Resultaron ser barcos muy marineros, capaces de sortear con buenos resultados las condiciones de navegación más difíciles de la navegación en alta mar.

La navegación exploratoria del océano Atlántico tuvo un gran empuje a principios del Siglo XV, por otra de Enrique el Navegante, hijo del Rey de Portugal que empleó abundantes recursos económicos para desarrollar una ruta marítima hacia las Indias - como se llamaba al Oriente - bordeando el continente africano. En 1438 Enrique el Navegante fundó un centro naval en Sagres, un saliente cercano al Cabo de San Vicente, donde constituyó una escuela de navegación reuniendo a navegantes expedientes, con diversos especialistas en cuestiones vinculadas a la navegación.

Las expediciones marítimas impulsadas por Enrique el Navegante y tras su muerte por su sobrino el Rey Juan II de Portugal, llevaron a los portugueses a ir descubriendo y asentándose progresivamente en las costas de África hacia el sur, hasta que en 1487 Bartolomé Días descubrió el Cabo de Buena Esperanza, lo que abría la ruta oriental hacia las Indias.

Empeñados con todas sus posibilidades en expulsar a los moros de la Península ibérica, los Reyes Católicos, Isabel reina de Castilla y Fernando rey de Aragón, habían unido sus reinados por su matrimonio. Pero los persistentes progresos que sus vecinos del Reino del Portugal Algarve hacían navegando por “la mar océano“ hacia el sur, y al parecer acercándose cada vez a establecer la ruta marítima hacia el Oriente, no podían pasarles inadvertidos. Paradojalmente, el éxito de su objetivo de expulsar a los árabes dejó abiertas las puertas entre el Mediterráneo y el océano, el estrecho de Gibraltar,

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