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Economia Durante El Regimen Colonial


Enviado por   •  24 de Agosto de 2013  •  4.478 Palabras (18 Páginas)  •  517 Visitas

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IV. LA ECONOMÍA DURANTE LA COLONIA

LA ECONOMÍA colonial del reino de Guatemala siempre se baso en agricultura, ya que la región nunca fue rica en metales preciosos, salvo la región hondureña, y eso limitadamente Haciendo usos de conceptos modernos es posible distinguir dos “sistemas” agropecuarios, no separados sino interdependientes: el comercial o especulativo, y el de consumo interno o no especulativo. El primero incluyo la agricultura de exportación y unos pocos productos de consumo mayoritario entre la población española (por ejemplo la azúcar, el trigo, el ganado mayor), que requerían una cierta inversión, y explotaciones agropecuarias de algún tamaño, que era propiedad de los españoles y criollos. El segundo estaba en manos de los indígenas e incluía tanto productos de origen americano (por ejemplo maíz y frijol), como traídos de Europa (por ejemplo trigo y azúcar a partir del siglo XVII, cerdos, ovejas, gallinas, etcétera).

AGRICULTURA COMERCIAL

La agricultura de exportación dependió siempre de un producto principal, que era el que “movía” la economía al otorgar el efectivo que permitía efectuar las importaciones de España. En la primera época de la Colonia ese producto fuel el cacao, pero ya a finales del siglo XVI entró en crisis, al competir desfavorablemente con el que los propios españoles producían en Ecuador (Guayaquil) a menor precio. Si bien el cultivo de cacao no desapareció de Guatemala, sí dejó de ser el producto “motor” de la economía.

En sustitución llegó el añil, que se convirtió desde los inicios del XVII en la base de la economía del reino. Sin embargo, después de 1630 entró en crisis como resultado de la imposibilidad de exportarlo en las cantidades que se había venido produciendo. Durante el resto de ese siglo las exportaciones se estancaron una vez que bajaron al nivel que se podía exportar. Sólo en el último tercio de esa centuria aumentaron un poco, pero la producción creció de verdad sólo hasta después de 1750, y alcanzo sus cifras más altas en la última década del siglo. A partir de entonces hubo altibajos y se dieron años en que no se pudo exportar la cosecha por problemas con las flotas. En los mejores años del siglo XVIII se habían exportado un millón de libras (en años excepcionales se llegó a sobrepasar el 1300 000), pero a partir del 1811 la exportación se estancó en alrededor de 450 000 libras, no pasando de 350 000 después de 1817. Es probable que una parte de la producción haya salido de contrabando por Belice.

La exportación del añil estaba controlada por las grandes casas comerciales (generalmente de peninsulares) de Guatemala, que a su vez se encontraban relacionadas con casas comerciales de Cádiz. Estos grandes comerciantes tenían el completo monopolio de la exportación y establecían las calidades y sus precios; compraban a los grandes cosecheros, que a su vez lo hacían a los pequeños productores (“poquiteros”). Debían de llevar su producción a Guatemala, donde se efectuaban las transacciones. Después, ya en propiedad de los exportadores, el añil salía hacia Cádiz. Si bien en un principio hubo una distinción más o menos nítida entre productores y exportadores, conforme pasó el tiempo mucho de los exportadores se convirtieron en productores, generalmente por haberse quedado con plantaciones que les habían dado en garantía por los préstamos. Los grandes comerciantes eran también prestamistas, adelantaban dinero a los productores sobre la siguiente cosecha, parte del cual les entregaban en mercancías que los comerciantes importaban de Europa. Al producirse la falta de pago, algunas grandes plantaciones pasaron a manos de los comerciantes capitalinos. Así, el marqués de Aycinena llegó a tener fincas añileras de El Salvador y a poseer barcos con los que efectuaba la exportación.

El gobierno español intentó, sin éxito, romper este sistema monopolista. Por una parte, busco evitar las manipulaciones de las calidades y de los precios a través de una feria controlada, en San Vicente (El Salvador), por otra, fundó el Montepío de Cosecheros de Añil (1782) para que se encargara de los préstamos. Ambos esfuerzos fracasaron, pero provocaron tensiones y descontentos en el proceso, tanto de parte de los productores de las provincias como de los grandes comerciantes de la capital. El Montepío aumento año con año sus préstamos, que nunca era de verdad amortizados, pues solo se pagaban los intereses y los productores solicitaban nuevos préstamos, que aumentaron de 434861 pesos en 1800 a 666 352 en 1820. Además, no se permitió prestar al principio cosechero, la familia Aycinena.

Las grandes casas comerciales de la capital también controlaban (aunque en este comercio habían mas criollos que peninsulares) el tráfico de ganado para el abasto de la ciudad de Guatemala. El ganado venía de haciendas de Honduras y Nicaragua, aunque cerca de la capital había tierra aptas para esta producción, los grandes ganaderos provincianos compraban su ganado a los pequeños (“pegujaleros”), para después constituir con el suyo grandes hatos, que conducían a las cercanías de la ciudad de Guatemala, a la hacienda Cerro Redondo, donde tenía lugar la feria con unas 40 000 a 50 000 cabezas. Los hacendados guatemaltecos, vinculados económica y familiarmente a los grandes comerciantes, controlaban el abasto de carne a la ciudad, adquirían el ganado para repastarlo en sus haciendas y, a lo largo del año, beneficiarlo conforme se necesitaba.

Se puede considerar que al principio el trigo y al azúcar fueron asimismo parte de la producción agropecuaria comercial o especulativa. El primero se sembraba en terrenos propiedad de españoles, llamados “labores de pan llevar”, por trabajadores indígenas cuyo trabajo, según ya se explicó, se pagaba a menor precio que el del operario voluntario (un real diario, en lugar de dos).

A pesar de que este sistema favorecía a la población de origen español, y que también ellos eran los dueños de los molinos de trigo, con el aumento de la demanda poco a poco, a lo largo del siglo XVII, los indígenas pasaron a cultivar trigo e incluso a procesarlo. Así escribió Fuentes y Guzmán, refiriéndose al pueblo de Comalapa, pero indicaba que igual era para los demás del Corregimiento del Valle, que teníaLarguísimas siembras y cosechas de trigo, de que no pagando diezmo, ni teniendo el costo que acá nos tiene a los dueños (él lo era de una labor en la zona de Petapa) de semejantes haciendas; porque ellos por sus personas y las de su Calpul, al corto gasto de una fanega de maíz, y diez de doce reales de carne de vaca para sus convidados

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