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Esclavitud, Capitalismo Y Coonialidad

MarcelClaude18 de Noviembre de 2014

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ESCLAVITUD, CAPITALISMO Y COLONIALIDAD

Marcel Claude

Diciembre 21, 2012

La institucionalización de la esclavitud y su larga duración en el proceso histórico que da curso al desarrollo capitalista, no puede entenderse exclusivamente como un fenómeno económico ni como un mero modo de organización productiva. Ésta necesariamente se inscribe en un modo de dominación más complejo e integral. Lo que se sostiene en este documento es que la esclavitud fue consustancial al éxito del capitalismo y que éste, a su vez, es parte de un todo integral que es la colonialidad del poder, constituyéndose en una suerte de colonialidad de lo económico.

El lucrativo negocio de la esclavitud en el Atlántico

Según el historiador negro, Patrick Manning, un total de más de diez millones de africanos sometidos a esclavitud llegaron al Nuevo Mundo entre 1500 y 1900; cerca de doce millones fueron embarcados en navíos desde África y más de un millón y medio encontró la muerte en la travesía. Al mismo tiempo, seis millones de esclavos salieron del África Subsahariana hacia el Oriente y unas ocho millones de personas fueron esclavizadas en el continente africano. Se estima en cuatro millones el total de víctimas directas de la esclavitud en suelo africano, mientras muchos otros murieron jóvenes debido a las condiciones penosas de su vida de esclavos . España y Portugal fueron las primeras naciones en legitimar dicho comercio autorizando a sus colonias sudamericanas a poseer esclavos de origen africano como bienes muebles. Originalmente era solo prerrogativa los nobles, pero, cuando la población autóctona se redujo fuertemente, el comercio de esclavos se convirtió en una actividad no restrictiva y en función de la demanda. El desarrollo de la industria del azúcar en Cuba, La Española y Puerto Rico, así como las numerosas expediciones mineras al interior de esos territorios, estimularon la expansión del tráfico de esclavos a través del Atlántico.

La economía de plantación aplicada a la producción azucarera en gran escala instalada por los portugueses en Brasil hacia fines del siglo XV, utilizando mano de obra esclava proveniente del África, le permitió a Brasil llegar a ser el primer productor mundial de caña de azúcar. Estas plantaciones prosperaron gracias al empleo de más de 100 mil africanos esclavizados, aunque en la América española un número dos veces más grande fue –en esa época- destinado a la esclavitud. Sin embargo, no sólo los portugueses participaron de este negocio, ya que otras naciones europeas como Francia, Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Suecia y Alemania fueron también actores en el comercio negrero transatlántico. Estas naciones lucharon no sólo en contra del intento de Portugal para monopolizar el comercio de esclavos, sino también, en contra de las pretensiones de España de reservarse para sí misma el territorio americano. De allí que durante el siglo XVI, los navíos negreros españoles fueran el objeto militar de los ataques de otras potencias europeas, al igual que los fuertes y los numerosos puestos de venta de esclavos portugueses emplazados en África occidental, así también los franceses intentaron quebrar el monopolio portugués en Senegal y Gambia, mientras en Inglaterra la reina Isabel I promulga un edicto prohibiendo a sus súbditos la captura de africanos, pero, sin reprobar la compra-venta de éstos ni su sometimiento a la esclavitud. Ya en 1530 los ingleses estaban instalando emplazamientos para el tráfico de esclavos en África y, a fines del siglo XVI, los holandeses también habían sido autorizados para instalar una red de tráfico de esclavos en el continente africano, abandonando el comercio del oro y del marfil. La idea de los holandeses era llegar a buenos acuerdos con los productores de azúcar de Brasil, a fin de que no fuesen exclusivamente los portugueses quienes suministraran la demanda de esclavos.

Por su parte, tanto Dinamarca como Suecia también manifestaron un gran interés por el tráfico de esclavos a través del Atlántico. El rey Adolfo de Suecia autorizó la fundación de una “Compañía Sueca del Sur”, dedicada a dicho tráfico y los propios daneses crearon también su compañía. De esta forma los barcos negreros salían de Copenhague hacia Guinea y de allí entregaban sus cargamentos de esclavos en Virginia, Brasil y las Antillas, incluso los suecos se asociaron con los holandeses para la producción de navíos negreros y muchos fuertes construidos en África para depositar los esclavos eran dirigidos por soldados suecos. En Francia, por su parte, en 1635 el gobierno crea la “Compañía de las Indias Occidentales” cuyo objetivo era suministrar directamente esclavos a las colonias francesas del Caribe. Sin embargo, hacia 1640, a pesar de todos los esfuerzos realizados por diferentes Estados europeos, los comerciantes holandeses tenían la supremacía del tráfico en la costa oeste de África, así como de los mercados en Brasil y del Caribe.

Entre 1645 y 1700, la demanda de esclavos africanos en las colonias de las Antillas francesas y británicas, aumentó a un ritmo fenomenal. La expansión considerable de la producción azucarera en las colonias británicas de Barbados, Antigua y Jamaica y en la colonia francesa de la Martinica, era de tal magnitud que la oferta de mano de obra servil africana proporcionada por los barcos negreros franceses e ingleses no era suficiente y es allí donde los holandeses supieron cubrir esa brecha en la demanda. Es así como 100 años después de la llegada de Colón al Nuevo Mundo, los negros africanos constituían la más importante reserva de mano de obra que no provenía de América propiamente tal. Lo anterior en virtud de que la importación desde Europa de mano de obra blanca bajo contrato era del todo insuficiente para responder a la demanda y la población servil indígena, fuertemente diezmada, era incapaz de reproducirse. En 1650, las colonias españolas acumulaban en forma exclusiva más de 375 mil esclavos africanos, de los cuales 30 mil en América Central y cerca de la mitad en las islas del Caribe.

De hecho, a mediados del siglo XVIII, la expansión económica de la mayor parte de las colonias europeas en América, se había vuelto dependiente del sistema esclavista que tenía a los africanos en situación de servidumbre. En todas partes donde se hubiesen creado empresas lucrativas, ya sea en el sector agrícola o minero, la mano de obra utilizada eran negros importados como esclavos, fuerza de trabajo que se había convertido en un recurso fundamental. Era tan importante este factor productivo que, con el fin de contener el predominio holandés sobre el suministro de esclavos africanos hacia las colonias inglesas, el gobierno del rey Carlos II apoyó la formación, en 1663, de un compañía encargada del comercio de esclavos en África, la cual incluso tomó el nombre de “Royal Adventures Company”, financiada por los más grandes aristócratas de la Corte, entre los cuales el duque de York y hermano del rey que fue elegido presidente de la compañía. Así es como el gobierno británico y el mismo rey de Inglaterra se involucraron directamente en el tráfico de esclavos negros a través del Atlántico que era mucho más lucrativo que el comercio de oro o marfil. Posteriormente esta compañía –luego de algunos reveses financieros- se convirtió en la “Royal African Company” en 1672, la que en realidad hizo el gran negocio, dado que no tardó mucho en convertirse en la única compañía responsable del tráfico de esclavos hacia las colonias inglesas en América, cuyos precios estaban entre 16 y 18 libras esterlinas per cápita. Entre 1680 y 1700, esta compañía entregó cerca de 30 mil africanos en El Caribe y durante los 30 años posteriores a su fundación, ésta empresa experimentó un crecimiento sustantivo en el volumen del tráfico transatlántico, estimándose en unos 600 mil africanos deportados durante ese período mayoritariamente hacia las plantaciones de Brasil y El Caribe. Sin embargo, no sólo participaron grandes compañías en este negocio, ya que existían pequeños comerciantes muy activos en el suministro de esclavos.

Ahora bien, aunque durante el siglo XVIII se expandió fuertemente el cultivo de la caña de azúcar en toda América y El Caribe, las colonias británicas en Norteamérica comenzaron también a invertir en el cultivo del tabaco y del algodón, lo cual obviamente estaba sustentado en el uso de mano de obra esclava importada desde África, por lo que la esclavitud se convirtió en una institución fundamental para el conjunto de las colonias, y así, la demanda de esclavos africanos estaba en un creciente aumento en toda América, reforzándose la práctica en África –por parte de los oferentes de esclavos- de buscar cautivos hacia el interior del continente negro. Tanta era la presión sobre la oferta que en 1697, los ingleses abolieron el monopolio que habían instaurado con la “Royal African Company” en relación con las colonias de Inglaterra en América, lo que permitió a los comerciantes de esclavos ingleses mayor libertad y un gran incremento en su campo de acción. También los ingleses entraron en acuerdos y contratos con la Corona de España y fueron éstos quienes mejor profitaron de los contratos con España en cuanto al suministro de esclavos, aportando más de 150 mil esclavos a las colonias españolas entre 1713 y 1739, cuando perdieron definitivamente la licencia. Sin embargo, fueron los portugueses que hasta 1735 aportaron la mayor cantidad de esclavos hacia América: entre 1700 y 1735 más de 300 mil cautivos fueron embarcados en naves portuguesas hacia Brasil, donde Rio era el primer puerto negrero de la Colonia. Posteriormente, en los años 1740 los

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