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Historia De La Guerra Militar En Nicaragua


Enviado por   •  17 de Enero de 2014  •  2.092 Palabras (9 Páginas)  •  612 Visitas

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NICARAGUA: el Período de la Anarquía

En Nicaragua, la transición de la Colonia al Estado Nacional fue particularmente dolorosa, pues el militarismo y el caudillismo se insertaron en el contexto de una profunda rivalidad regional entre León y Granada, que constituían virtuales ciudades-estado; es decir, núcleos políticos y económicos casi autónomos cuyo dominio se extendía sobre las regiones circundantes.

León, capital de la provincia durante la Colonia, era el centro político, intelectual, religioso y comercial del Partido de Occidente, Nueva Segovia y parte de Matagalpa, cuya población total llegaba a los 122 mil habitantes. A través de su puerto, el Realejo, intercambiaba productos con los puertos centroamericanos y suramericanos en las costas del océano Pacífico.

Granada era una importante plaza comercial debido a su control sobre la salida hacia mar Caribe, por la vía del lago de Nicaragua y el río San Juan. Además, era el centro económico de las fértiles tierras de Masaya y Rivas, así como de la ganadería chontaleña. Esta ciudad-estado constituía el eje de los departamentos Oriental y Meridional, así como de una parte de Matagalpa; en conjunto, controlaba una población aproximada de 135 mil habitantes.

Las Guerras Civiles

A la secular rivalidad entre León y Granada se sumó el choque entre los partidarios del sistema republicano y los monarquistas que apoyaron la anexión de Centroamérica al Imperio Mexicano en 1822. El 16 de enero de 1823, un movimiento encabezado por Juan Argüello, Manuel Antonio de la Cerda y otros criollos republicanos tomó control de Granada con el apoyo de Cleto Ordóñez, carismático caudillo popular y hábil artillero.

Aunque Iturbide fue depuesto de su trono en México el 19 de marzo de ese mismo año, en la lejana provincia de Nicaragua los odios políticos atizados por la anexión no se aplacaron. Las fuerzas republicanas ganaron control sobre Granada y León mientras que los criollos conservadores, encabezados por las familias Sacasa y Chamorro, el obispo Nicolás García Jerez y algunos ex funcionarios españoles, se atrincheraron en las villas de Managua y El Viejo. En 1824, estalló una cruenta guerra civil que se prolongó hasta enero de 1825, cuando una misión encabezada por el general salvadoreño Manuel José Arce, obligó a ambos bandos a firmar la paz.

Concluida el conflicto militar, se procedió a elegir a las nuevas autoridades del Estado. El poder ejecutivo quedó en manos de Manuel Antonio de la Cerda y Juan Argüello, como Jefe y Vice-jefe, respectivamente. Asimismo, se conformó una Asamblea Legislativa que promulgó, el 8 de abril de 1826, una Constitución Política por la cual Nicaragua se organizó como un Estado de la República Federal de Centroamérica.

Sin embargo, la paz no duró mucho. En 1827 estalló una guerra regional cuando el Presidente de la Federación, apoyado por los conservadores guatemaltecos, intentó imponer su autoridad sobre los Jefes de Estado. Los sectores liberales en toda Centroamérica se unieron bajo el liderazgo del general hondureño Francisco Morazán.

Manuel Antonio de la Cerda y Juan Argüello tomaron partidos contrarios, el primero con los conservadores y el segundo con los liberales. Pronto estalló una guerra entre ambos que culminó con el fusilamiento de Cerda en Rivas, el 17 de noviembre de 1828.

Poco después, el general Francisco Morazán asumió la presidencia de la Federación, y colocó en la jefatura de Nicaragua a su tío político Dionisio Herrera. Sin embargo, la resistencia a las reformas impulsadas por Morazán y los gobiernos liberales desencadenó otras dos guerras federales, en 1831-1833 y 1837-1839.

Estos hechos repercutieron en la vida política nicaragüense. En enero de 1837, fue asesinado el Jefe de Estado José Zepeda, quien, al igual que Herrera, pertenecía a la red familiar de Morazán.

El 30 de abril del siguiente año, la Asamblea Constituyente de Nicaragua rompió con la Federación, y condicionó el retorno a la unión centroamericana a la firma de un nuevo pacto que garantizara la autonomía administrativa interna de cada Estado.

En 1844, la tradicional rivalidad entre Granada y León se vio agudizada debido a la modificación de sus jurisdicciones administrativas. De acuerdo a la división territorial contemplada en la Ley Electoral de 1838 el distrito de Managua pertenecía al Departamento Oriental, cuya cabecera era Granada.

Sin embargo, el ayuntamiento de Managua se negó a seguir pagando impuestos a la cabecera departamental, acusando a la “aristocracia” granadina de derrocharlos. Asimismo, pidió formar parte del Departamento Occidental, y el gobierno central aprobó su solicitud el 29 de enero.

El Cabildo de Granada atribuyó esta decisión a la influencia del Comandante General de Armas, el leonés Casto Fonseca, quien se había convertido en el árbitro de la vida política del país desde el asesinato del Jefe Zepeda.

Las rivalidades internas del país se entrecruzaron con los conflictos regionales entre conservadores y liberales. En 1844, el caudillo salvadoreño Francisco Malespín invadió Nicaragua donde se habían refugiado algunos partidarios y familiares del ex presidente federal Francisco Morazán. Como resultado, en enero de 1845 la ciudad de León fue reducida a cenizas.

El Caudillismo

Una vez derrotados los leoneses, el control del poder ejecutivo pasó a manos del hacendado granadino José León Sandoval, quien fue electo Director Supremo en 1845. Sin embargo, sus esfuerzos por reorganizar el Estado se vieron obstaculizados por las rivalidades entre los caudillos regionales.

Los caudillos eran, por lo general, fuertes terratenientes que tenían mucha influencia sobre sus peones. Sin embargo, también surgían líderes de los sectores marginados, que se distinguían por su capacidad para aglutinar a las masas rurales o urbanas. El carisma, o poder de atracción personal que gozaban los caudillos dependía, en buena medida, de su proyección como héroes, gracias a su audacia, fuerza física o valor.

A cambio de apoyo militar, los caudillos recibían prebendas y privilegios si el líder principal lograba conservar o hacerse del poder. Las prebendas incluían, con frecuencia, cargos públicos e impunidad en casos de corrupción. De esta manera, las actividades militares y políticas se transformaron en un medio de enriquecimiento y ascenso social. El caudillismo funcionaba, pues, como un sistema de clientelismo en forma de pirámide, con jefes locales, regionales y nacionales. Lo que unía al caudillo y a sus seguidores no era un conjunto de ideas o principios, sino más bien un sentido de lealtad personal.

Fruto Chamorro, hijo

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