Los Olmecas

Manifestaciones artísticas.

En el arte mesoamericano en general, no hay nada fortuito; los objetos, las ideas y el tiempo mismo están regidos por una concepción del mundo, por una cosmogonía. En esta los dioses están concebidos de forma dual (femenino/masculino) pero no muestran su rostro; el hombre no es el que representa a los dioses, se recurre a otros seres de la naturaleza como los animales. Este es el caso del jaguar, el “corazón del monte” (tepeyolotl). El jaguar es un elemento iconográfico muy utilizado; su mandíbula aparece en varios campos plásticos del arte olmeca. Sin embargo sólo vemos la superior, ya que la inferior no existe porque se prolonga hasta el inframundo, algo muy parecido a lo que sucede con las portadas zoomorfas de Río Bec, en la zona maya.

Otro caso lo tenemos en la tierra, la cual al ser una entidad cosmogónica, no puede tener rostro propio. Por ello los olmecas recrearon uno: los mascarones simbólicos. Estos están compuestos por múltiples fragmentos de piedra, digamos a manera de mosaico, y se considera que son una envoltura sensible de la tierra, esto es, una recreación del cosmos en un ámbito terrenal. Los encontramos en las ofrendas rituales, y se cree que están vinculados a los edificios circundantes.

Otro elemento relacionado a ofrendas funerarias es el hacha, la cual está por lo general labrada en un material que viene de la familia del jade (en el caso de las pequeñas). El color, un tanto verduzco, fue considerado como “precioso”. Algunas tienen cinabrio (polvo rojo), lo que liga a estos objetos con ritos funerarios. Es precisamente en la iconografía usada en donde se manifiesta otra vez parte del pensamiento cosmogónico; personajes zoomorfos de boca, nariz y ojos felinos y que, en algunos casos como en la escultura del “señor de las limas”, carga a un ser vivo.

Las máscaras también están vinculadas a las ofrendas olmecas. Debemos recordar que este elemento funerario es muy común en Mesoamérica. Muchas de ellas tienen también cinabrio y son pesadas, lo que hace suponer que su uso era meramente funerario. En éstas se marca bastante bien el manejo de las formas ya que se repiten motivos como la boca felina y el estrabismo.

Aunque los objetos artísticos de este ámbito cultural estén en gran parte ligados a ritos funerarios, no se limitan a tan sólo eso. A cualquier campo de la vida cotidiana podía serle dada una connotación cosmogónica pues todo en este mundo estaba directamente relacionado a una concepción clara y estructurada de las cosas. Este pensamiento se recrea también a través de escultura (cabezas colosales, hachas, estelas, altares) y pintura rupestre (como en el caso de la cueva de Cacahuaziqui, en Guerrero).

Un factor importante a tomar en cuenta es que la zona olmeca no tiene canteras cercanas, lo que implica que para obtener piedra había que recorrer varios kilómetros en busca de enormes bloques de varias toneladas que transportaban por medio de ríos. Esta es una explicación a la falta de arquitectura en piedra en la zona, sin embargo sí encontramos varios tipos escultóricos. Uno de los más destacados son las cabezas colosales. La cabeza olmeca es una escultura monumental, algunas de ellas están en 1.20 m. de altura en promedio. La parte trasera del cráneo es aplanada (tal vez haciendo referencia a un sistema de deformación craneal). Estas esculturas se sostienen por medio de un zócalo porque la parte inferior delantera del rostro no es plana sino que sigue la forma de la quijada. Todo se inscribe en un espacio específico

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