Mary Patricia Plangman

Nació con el nombre de Mary Patricia Plangman en Fort Worth, Texas. Unos días después de que el padre se divorciará de su madre, tuvo que ser educada en casa de su abuela. El nuevo matrimonio de la madre, que siempre irá unido al odio hacia su padrastro, Stanley Highsmith, por haberle robado el amor materno. Según contó la propia Patricia Highsmith, su madre le confesó que durante su embarazo había tratado de abortar bebiendo aguarrás. Highsmith nunca superó esta relación de amor y odio, que la acompañó durante el resto de su vida por el hecho que vivió obsesionada con su madre, Mary Coates, poseída por el deseo de agradarla, de estar con ella. Y que por esas razones llegó a convertir en ficción en el cuento La Tortuga, en el cual un joven apuñala a su madre.

También sus inicios profesionales contribuyen mucho a la exploración de la personalidad. Los años de estudiante en Nueva York, en la prestigiosa Barnad College, una universidad para mujeres. Su vocación por la escritura fue tempranísima; La escritora norteamericana, maestra indiscutible de la novela de crimen, fue una voraz lectora, preocupada sobre todo por cuestiones relacionadas con la culpa, la mentira, que más adelante serían los temas centrales en su obra. Empezó a escribir gruesos volúmenes desde los 16 años hasta su muerte con ideas sobre relatos y novelas, así como diarios.

Un continuo cambio de identidad, presente también en los personajes de sus ficciones, sumado a los cambios emocionales, del amor que se convierte en odio, incluso llegando al deseo de estrangular a la pareja, sobrecargaban su sistema nervioso, desquiciando el equilibrio de su conducta. A la vez, una frialdad emocional congénita inspiró numerosos momentos de ficción y dieron vida a personajes que enardecieron la pasión de muchos lectores, despertando el ardor del hombre civilizado por conocer los lados ásperos de la existencia.

Publicó su primer cuento a los 24 años en la revista Harper´s Bazaar. En 1950 publica su primera novela, Extraños en un tren, por la que saltaría a la fama un año después con la adaptación al cine de Alfred Hitchcock. Y, en 1943 empezó a trabajar para la editorial Fawcett haciendo sinopsis de cómics. En 1945, tras una breve estancia en México de cinco meses, surgen los cuentos En la Plaza, Estado de Guerrero, y El coche.

Vivió encerrada en sí misma, aprisionada por un carácter imposible, que nadie supo explicar ni menos justificar. La sorpresa es que los deseos confesados en el secreto de sus cuadernos coinciden con los representados por sus personajes en los textos de ficción. Fue una persona que vivió encerrada en su miseria, no por voluntad propia, sino por la incapacidad de actuar de manera diferente. El ayer, sus padres, los recuerdos de la infancia, los supuestos idilios de juventud en vez de aliviar su mente, la reafirman en su desgracia. Parece como si su cerebro fuera habitado por una

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