AGROINDUSTRIA
val3nn2 de Abril de 2013
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Movimientos y agrupaciones de distinta índole, empujados por una nueva camada empresarial, abrieron las puertas de la historia agrícola argentina. Así, partir de 1880, la agricultura experimentó una destacada evolución, mediante la incorporación de tecnología y nuevas tierras, merced a la creciente inmigración.
La nueva mano de obra, promovida por la clase dirigente de entonces, permitió el arrollador progreso de la Argentina. En palabras de Gustavo G. Levene: "El envión de progreso de la Argentina gringa, que tan visibles pruebas exhibía, encontraba en la inmigración y en la llegada de capitales extranjeros su factor fundamental. Conviene puntualizar que la marea humana y la del dinero arribados encontraban aquí una sociedad con natural inteligencia para recibir y coordinar el progreso que así se aceleraba".
En su autobiografía, Alberto Gerchunoff relata: "En mi memoria se han fijado pocos recuerdos del viaje. Lo que no olvido es el momento en que pasamos la frontera, en el límite de Graieff. Mi padre me indicó al cosaco que cuidaba la última casilla del territorio ruso y me dijo con júbilo: «Míralo bien; no verás cosacos en la Argentina. La Argentina, niño mío, es un país libre, es una república, es decir, donde todos los hombres son iguales»".
Convertidos en colonos, los inmigrantes pasan a ser pequeños empresarios que producen, con riesgo y vuelcan su dinero en arrendamientos. Y pese a que deben luchar contra el favoritismo y la especulación, para que la tierras conquistadas quedaran a su alcance también, progresivamente van mejorando y, en general, logran condiciones de vida mejores que las que dejaron en sus países. La implementación de un ambicioso plan educativo, de base popular, contribuye a la movilidad social y económica.
La falta de encono entre clases sociales que se advierte en el campo y las ciudades pequeñas abona tal concepción. Se trata de una historia reciente, sólo es necesario detenerse en un almacén de ramos generales y escuchar ricas historias que todo parroquiano entrado en años está dispuesto a contar. Claro que hubo errores. El Estado se mantuvo renuente al desarrollo de una mayor institucionalidad. Pero el desarrollo se verificó.
Los propietarios de las tierras desarrollaron un carácter empresarial y fueron claros exponentes de una clase de emprendedores de relevancia mundial. Por ello, la sorprendente expansión agrícola no puede explicarse únicamente por el corrimiento de la frontera. Se basa, también, en el uso adecuado de las ventajas comparativas. Además supieron innovar tanto en lo organizativo como en lo tecnológico para construir ventajas competitivas.
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De esta forma, la empresa rural desató un proceso de eslabonamiento hacia abajo, es decir hacia el consumidor final, con procesos de adición de valor. Tales procesos si bien pueden calificarse de baja sofisticación, es claro que apuntaron a los clientes finales. La visión de eslabonamiento, aunque rudimentaria, permitió entender la importancia de trabajar con cierta armonía. Este fenómeno, poco reconocido por la historia, recién se ve detenido en los años 40.
La disponibilidad de tierras fértiles disparó el proceso de eslabonamiento hacia delante. Ello explica la aparición de las industrias de alimentos, bebidas y textiles. Industrias de la talla de Canale (1875); Alpargatas (1883); Bodega Trapiche (1883); Quilmes (1888); la industria láctea La Martona (1891), y Molinos Río de la Plata (1902). También nacen frigoríficos; molinos azucareros, e industrias del cuero.
Y merced al desarrollo agrícola, surgen otras industrias como las del ferrocarril; la construcción, y la maderera, entre otras, que hacen a los eslabones hacia atrás. Entre ellos se destaca la industria de la maquinaria e implementos agrícolas,
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