ARQUITECTURA NEO

Comencemos con un poco de historia, ya que los síntomas de esta nueva

crisis tienen cierta similitud con la vivida en la década del 30, que también

fue producida por la codicia del ser humano, debido a que especuló hasta

lo máximo, tal como ocurrió en nuestros días.

En 1929, el mundo se sumergió en la peor crisis financiera del siglo, y hoy,

a ochenta años de aquella época, la economía internacional vuelve a temblar.

El 24 de octubre de ese año se produjo una quiebra en el mercado de

valores de Nueva York, que provocó un largo período de deflación. La crisis

se trasladó rápidamente al conjunto de la economía estadounidense, europea

y de muchas otras áreas del mundo.

El crack de 1929 tuvo claros precedentes en Europa y también en los Estados

Unidos. En 1927, ocurrió la caída del mercado de valores de Alemania; en

1928, se repite el hecho en Gran Bretaña; y en febrero de 1929, en Francia.

Tras la Primera Guerra Mundial, la bolsa de Nueva York era ya la más importante

del mundo. Durante la década de 1920, la economía estadounidense

experimentó un proceso de crecimiento continuo, que llevó a denominar

ese período como los felices años veinte. Sin embargo, a finales de esa década,

la base sobre la que se asentaba el crecimiento económico se fundamentaba

cada vez más en la especulación financiera y no en la producción

real —algo muy similar a lo que sucede en esta nueva crisis y, sin duda, en

las que vendrán—, pues el ser humano no termina de aprender. Su ceguera

por especular, su desmedida ambición, el querer tener cada día más lo

transforma en un arma mortal que en algún momento se dispara, y de ahí

las consecuencias de las crisis, sin ponerse a pensar que de esta vida solo

nos llevamos lo que vivimos y debemos dejar todo lo material que, bien o

mal, hayamos conseguido.

Es importante que el ser humano quiera mejorar el mundo que compartimos,

obteniendo una mayor calidad de vida en todos los aspectos,

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