Bartolomé De Las Casas

CAPÍTULO XI

FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, UN INTELECTUAL CRISTIANO DE AVANZADA DEL SIGLO XVI

A Bartolomé de las Casas se le conoce como el defensor de los indios y con justa razón debido a que gran parte de su vida la dedicó a luchar por los derechos de los indígenas, los cuales fueron sometidos a la llegada de los españoles al continente americano conocido en aquellos años como “las indias, estos indígenas por los que este personaje luchaba, eran víctimas de maltratos y humillaciones por parte de sus conquistadores. En aquellos años nos encontramos con que existía una búsqueda obsesiva por el perdón lo que provocaba que las iglesias aceptaran todo tipo de aportaciones como bienes, herencias, etc., para “condonar” los pecados, lo cual para Bartolomé era algo que no se debía admitir ya que se había convertido ya en un negocio para la iglesia y un supuesto descanso para quienes daban sus aportaciones

Don Bartolomé tenía una visión muy diferente a lo que comúnmente tenían sus compatriotas, estos pensaban solo en hacerse ricos de la noche a la mañana mediante el despojo de los bienes y las tierras de los indígenas y no conformes con eso, los mataban aplicando castigos sumamente terroríficos, violaban a las esposas de estos y a los niños los dejaban morir de hambre. Por el contrario, este Fray veía a los indígenas como hermanos los cuales tenía derechos ya que quienes habían interrumpido su paz eran los colonizadores, siempre tuvo muy presente que en los valores del cristianismo estaba el origen y fuente de legitimidad para traer a los indios a la verdadera religión. Al ser llamados todos al reino de Dios, los indígenas debían recibir de su propia y libre voluntad la santa fé y el libre bautismo y aquellos que no quisieran hacerlo no debían ser castigados por nadie, esto que dice Fray Bartolomé suena muy bien pero desafortunadamente era nadar contra corriente, de alguna manera pudo contener mas no erradicar los abusos cometidos a nuestros hermanos.

A pesar de todo el esfuerzo que hizo Bartolomé, la ambición y la codicia de los peninsulares continuaron imponiéndose, aunado a lo anteriormente descrito, el uso de las armas y el empleo del caballo más las enfermedades traídas por los europeos provocaron casi la extinción de las personas que habitaban las tierras colonizadas, al personaje mencionado en el presente texto le tocó vivir en carne propia todos los abusos cometidos contra quienes no tuvieron culpa alguna de ser fuente de muerte y despojo.

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