Batalla De Las Termopilas
analil12 de Junio de 2013
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BATALLA DE LAS TERMOPILAS
POSICION DE LOS EJERCITOS
Jerjes y su ejército se encontraban en Traquis (Tesalia), los griegos en el paso. (Paraje conocido por los griegos como las termopilas).
Los persas tenían bajo su control toda la zona norte hasta Traquis.
Los griegos esperaban el ataque con: trescientos hoplitas espartiata; mil de tegea y mantinea (quinientos por cada ciudad); ciento veinte de orcómeno, en arcadia, y mil hoplitas del resto de arcadia (a ese número ascendían los contingentes arcadios). De corinto había cuatrocientos hombres, doscientos de fliunte y ochenta de mecenas. éstas eran las fuerzas que habían llegado desde el Peloponeso, en tanto que de beocia lo habían hecho setecientos tespieos y cuatrocientos tebanos. los griegos solicitaron ayuda a los lucros opuntios y a los focenses quienes se presentaron en traquis, al saber que era urgente su llegada, que los atenienses tenían el mar controlado, y los eginetas en la parte naval, así que no debían tener miedo. que no era un dios quien atacaba, sino un hombre, y para los hombres la desgracias es conforme a la naturaleza de cada ser, y entre más importante es el hombre más fuertes son sus desgracias. así que el enemigo también sufriría en su afán.
Leónidas, de Esparta era el general que tenía a sus órdenes a todas las tropas.
Este fue a las termopilas con 300 hombres que había escogido, iba acompañado de tebanos, se empeñó en que fueran los únicos griegos que lo acompañaran porque tenían fama de ser partidarios de los medos. Tenía el propósito de averiguar que harían, si apoyarlos o rehusarse a unirse. A pesar de sus verdaderas intenciones enviaron tropas para apoyar a los griegos.
Como el contingente de Leónidas era tan numeroso los griegos decidieron enviarlo al frente, así los aliados no se pondrían a favor de los medos y se unirían al ejército. Pero antes enviaron unas avanzadillas ya que no creyeron que la batalla fuese a decidirse tan rápido. Pues en ese momento celebraban las fiestas carneas y las olimpiadas.
Los persas llegaron al desfiladero, los griegos que se encontraban ahí, tuvieron miedo, tanto que pensaron en retirarse, los peloponesios querían ir al Peloponeso y hacer frente ahí, pero los focenses y locros se negaron así que Leónidas decidió seguir ahí y enviar por ayuda a las ciudades.
Jerjes envió un espía, para saber cuántos eran y que hacían, porque en Tesalia había oído que era un pequeño ejército, liderado por Leónidas, descendiente de Heracles. Cuando el espía llego a las inmediaciones del campamento, no pudo ver todo, pero observo a los lacedemonios, que una parte del ejército realizaba ejercicios atléticos y los otros se peinaban. Regreso y conto todo a Jerjes, el cual no sabía que pensar, si se estaban preparando para morir o matar. Así que mando llamar a Demarato, hijo de Ariston, comenzó a hacerle preguntas para entender las acciones de los lacedemonios, y este le dijo:
“En otra ocasión –cuando emprendimos la expedición contra Grecia-, ya me oíste hablar de esos individuos, pero, ante mis palabras, al decirte qué desenlacé preveía para esta empresa, te burlaste de mí. Porque atenerme a la verdad en tu presencia, majestad, constituye mi máximo objetivo. Por eso, préstame especial atención en este momento. Esos individuos están ahí para enfrentarse a nosotros por el control del paso, y se están preparando con ese propósito; pues, entre ellos, rige la siguiente norma: siempre que van a poner en peligro su vida es cuando se arreglan la cabeza. Y entérate bien: si consigues someter a esos hombres y a los que se han quedado en Esparta, no habrá en todo el mundo ningún otro pueblo que se atreva a ofrecerte resistencia, majestad. Pues en estos instantes vas a luchar con el reino más glorioso y los más valerosos guerreros de Grecia.”
Al terminar Jerjes pregunto qué que táctica iban a usar para ganar ya que eran tan pocos.
“Majestad -le replicó Demarato-, trátame como a un embustero, si las operaciones no se desarrollan tal como te digo”
Jerjes no quedo muy convencido. Dejo pasar 3 días, creía que los griegos huirían, al cuarto día al ver que no se iban se enojó y mando al ejército para que los capturaran vivos, pero en la batalla las bajas fueron numerosas, nuevos soldados sustituían a los caídos, los griegos eran pocos pero eran guerreros. La batalla duro todo el día. Ante las bajas q sufrieron los medos se retiraron, en su lugar llegaron los persas denominados los inmortales, liderados por Hidarnes, pero no obtuvieron mejores resultados, sufrieron la misma suerte. Los lacedomonios combatieron con una valentía digna de admiración, demostraron que sabían combatir perfectamente con sus diferentes técnicas, una de ellas: simulaban huir sin romper la formación, los barbaros al ver que huían, iban contra ellos, pero cuando iban a ser alcanzados se volteaban, así terminaron con una gran cantidad de persas. Como los persas no pudieron apoderarse de nada, por más que lo intentaron, se retiraron. Cuentan que el monarca salto 3 veces de su trono temeroso por la suerte de sus tropas.
Al siguiente día los barbaros creyeron que roma estaría debilitada, que no resistiría y como el ejército era poco numeroso, regresaron al ataque, pero los griegos estaban preparados y también atacaron, con excepción de los focenses que vigilaban el sendero de la montaña. Al seguir la misma situación del día anterior los persas se retiraron.
Jerjes no sabía qué hacer, entonces Epialtes de Melide hijo de Euridemo, creyó que obtendría una buena recompensa al decirle que había un sendero que atravesaba las montañas y conducía a las termopilas. Con esto Epialtes causa la desgracia de los griegos, y por temor huye a Tesalia, fue exiliado, los pilagoros pusieron precio a su cabeza, cosa que habían aceptado los anfictiones en las termopilas. Tiempo después regreso a anticira donde fue asesinado por Atenadas, pero este lo mato por otro motivo. Aun así fue recompensado por los lacedemonios.
Existe otra versión que dice que fuero Onetas de Caristo, hijo de Fanagoras y Cordialo de Anticiria los que ayudaron a Jerjes dándole la referencia del paso de la montaña. Pero según Herodoto la versión no merece credibilidad, porque hay que tener en cuenta que los Pilagoros no pusieron precio a las cabezas de Onetas y Coridalo sino a la de Epialtes, también porque este huyo debido a esa acusación. Además también guio a los persas por el sendero que rodea la montaña y esa responsabilidad se le atribuyo a él.
Jejes estaba satisfecho con la información así que sin perder tiempo, mando a Hidarnes acompañado de sus hombres.. El sendero comienza donde el rio Asopo atraviesa la cadena montañosa por el desfiladero. La senda Anopea se extiende a lo largo de la cresta de la montaña y termina a la altura de la ciudad de Alpeno. Cerca de la roca conocida con el nombre de Melampigo y de la residencia de los Cercopes, por donde, precisamente alcanza su máxima angostura.
Despues de haber cruzado el Asopo, siguieron toda la noche, para al amanecer haber llegado a la cima, donde se encontraban mil hoplitas focenses, que habían sido enviados a vigilar la montaña. Estos se percataron de que los persas habían subido, su ascensión paso inadvertida pero sus miembros hacían mucho por ese motivo los focenses se dieron cuenta de que estaban ahí y prepararon sus armas, cuando los persas vieron a los focenses preparados para el ataque se sorprendieron, pues no esperaban tener dificultad para atacar y encontraron a los focenses armados. Hidarnes tuvo miedo de que los focenses fueran lacedemonios, y le pregunto a Epialtes, cuando este le informo con exactitud, preparo a los persas para el combate, los fosences al ver la lluvia de flechas huyen hacia la cima de la montaña, dispuestos a morir, creyendo que el ataque era precisamente para ellos. Los persas no hicieron caso de ellos y comenzaron a bajar por la montaña.
El adivino Megistias fue el primero que anuncio a los griegos que se encontraban en las termopilas que morirían, lo observo en las entrañas de los guerreros. El segundo, unos desertores informaron de la maniobra de los persas cuando todavía era de noche. Y el tercero los vigías que bajaron de la montaña cuando amanecía.
Los griegos pensaron, estudiaron la situación, unos se negaban a retirarse y otros se querían ir, finalmente se separaron, una parte se retiró y la otra se quedó ahí con Leónidas. Cuentan que fue Leónidas quien preocupado de que perdieran la vida les dio permiso de irse, ya que él y a los espartiatas el honor les impedía irse del lugar que debían de defender. Herodoto menciona que presenta esta versión a título personal: cuando Leónidas se dio cuenta del desánimo, miedo y pocos ánimos de combatir y el peligro en que se encontraban los lacedemonios, asi que les dijo que se retiraran, porque para él sería una deshonra marcharse, además de que ahí dejaría una famosa gloria y la prosperidad de Esparta no se vería aniquilada.
Los griegos consultaron a la pitia sobre aquella guerra, la cual les respondió que Lacedemon seria devastada por los barbaros o que su rey moriría. Decía así:
“Mirad, habitantes de la extensa Esparta,
o bien vuestra poderosa y eximia ciudad es arrasada
por los descendientes de Perseo, o no lo es; pero, en
[ese caso,
la tierra de Lacedemón llorará la muerte de un rey
[de la estirpe de Heracles.
Pues al invasor no lo detendrá la fuerza de los toros o de los leones, ya
que posee la fuerza de Zeus. Proclamo, en fin, que no se
detendrá hasta haber devorado a una
[u otro hasta los huesos”
Herodoto
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