Biografía del almirante Сristóbal Сolón
billyoneTutorial21 de Agosto de 2013
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Trazar un perfil biográfico de Cristóbal Colón, sobre todo durante los primeros años de su vida, plantea el problema de las incertidumbres y lagunas que aún hoy siguen existiendo. La biografía del Almirante está enmascarada por muchas atribuciones y supuestos hallazgos, imputables a la proyección histórica de su figura y del descubrimiento de América, además de la polémica que a lo largo del tiempo ha suscitado y las noticias confusas y contradictorias ofrecidas por su hijo Fernando, tal vez intentando reivindicar un origen noble para el descubridor.
Los indicios más verosímiles plantean que probablemente Cristóbal Colón nació en Génova, hacia 1450, en el seno de una familia de modestos menestrales, con intereses comerciales. Fue el mayor de los cinco hijos del matrimonio de Domenico Colombo y Susana Fontanarossa. Por el contrario, Salvador de Madariaga defiende que era converso, de ahí el intento de ocultar su origen; García de la Riega le atribuye un origen gallego; para Luis de Ulloa era un noble catalán -cuyo nombre real sería Joan Colom-, marino, enemigo de Juan II de Aragón, contra quien luchó, que era el supuesto Scolvus que habría llegado a Norteamérica en 1476, ofreciéndole el proyecto de descubrimiento a Fernando el Católico en beneficio de Cataluña. Estas dos últimas hipótesis halagaron a gallegos y catalanes, pero han sido refutadas: el supuesto origen catalán no ha sido demostrado por ningún documento mientras que se falsificó la documentación para demostrar un origen gallego.
Respecto al supuesto origen genovés, en una primera etapa de su juventud, Colón compaginó su dedicación a la manufactura -la de su padre- con los primeros contactos con el mar, probablemente como grumete. Hacia 1473 debió abandonar la ciudad de Savona, donde residía su familia, y parece ser que fue entonces cuando empezó a trabajar en el activo comercio genovés, viajando hasta las colonias de esta ciudad en el Mar Egeo -como la isla de Chío-. Asimismo, algunos investigadores indican que participó en campañas navales al servicio de Renato de Anjou y quizá también bajo el mando del corsario Colombo o Coulon el Viejo -con el que no guardaba ninguna relación familiar, pues era un corsario gascón llamado, en realidad, Guillermo de Casenove-.
Trascendencia de su estancia en Portugal
En 1476, Colón llegó a Portugal, al parecer, de una forma rocambolesca: como superviviente del naufragio en un combate naval entre mercantes y corsarios. Durante nueve años, hasta 1485, Colón residió en Portugal, donde actuó como agente de la casa Centurione en Madeira y realizó frecuentes viajes, tanto a Génova como a otros destinos, adquiriendo conocimientos marinos y entrando en contacto con diversas fuentes de información:
-Sabemos que viajó a Inglaterra; al oeste de Irlanda, donde él mismo dijo que vio a un hombre y a una mujer que habían llegado de Catay por el oeste, cruzando el Atlántico; y quizá llegase hasta Islandia, lo que ha servido para plantear si pudo conocer alguna noticia acerca de los viajes de los vikingos a través del Atlántico Norte.
-También frecuentó las rutas portuguesas por la costa occidental de África, visitando San Jorge de Mina, la gran factoría portuguesa en Guinea. Y quizá conociese las Islas Canarias. Ello quiere decir que conocía la Volta da Mina y, por lo tanto, la circulación de los alisios en el Atlántico.
-Ya casado, vivió en la isla de Porto Santo y en Madeira, y quizá viajó también hasta las Azores; por tanto, cabe suponer que conocía bastante bien lo que se ha dado en llamar el «Mediterráneo Atlántico»: el espacio entre los tres archipiélagos de la Macaronesia e incluso más allá.
Durante su estancia en Portugal contrajo matrimonio en 1480, en el que cabe destacar dos importantes aspectos:
-Su mujer, D.ª Felipa Monis de Perestrello, pertenecía a la clase alta portuguesa de fines del siglo XV. Presumiblemente, sus relaciones personales abrieron a Colón muchas vías para la maduración de su proyecto y, entre ellas, los investigadores sugieren contactos con la Orden de Cristo, que le habrían proporcionado influencias considerables.
-Por otro lado, el suegro de Colón, al que no llegó a conocer al haber fallecido antes del matrimonio, tuvo una participación muy directa en la colonización de las islas atlánticas. Distintos autores afirman que fue fundamental para Colón el hecho de poder consultar la documentación acumulada por el padre de D.ª Felipa: mapas, noticias de viajeros y, sobre todo, referencias a restos recogidos en alta mar, presumiblemente arrastrados por las corrientes marinas desde tierras situadas al oeste de las islas hasta entonces conocidas.
Y en Portugal, en el contexto de una sociedad volcada en la exploración del Atlántico, con el objetivo último de sortear el continente africano para llegar a la lejana Tierra de las Especias, es donde Colón, sin duda, concibió y maduró el proyecto de llegar a las maravillas del Extremo Oriente que describió Marco Polo, pero por una ruta radicalmente distinta: por el oeste, a través del Atlántico.
En la elaboración de ese proyecto se conjugaron múltiples factores. Aparte del aliciente que Colón pudiese encontrar en un Portugal volcado sobre el Atlántico, los investigadores han barajado toda una serie de influencias decisivas:
-Las mencionadas relaciones que le pudo abrir su matrimonio y la posible documentación de su suegro.
-El mito de las islas atlánticas (San Barandiarán, Antilia, la Isla de las Siete Ciudades) que ya había originado varias expediciones en su búsqueda.
-La influencia de su hermano Bartolomé, que, aunque sea olvidada a menudo por la historiografía, tuvo un peso considerable. Sobre Bartolomé Colón se conoce muy poco; únicamente que acabó residiendo en Portugal junto a Colón y que fue su eficaz colaborador en todo momento. Bartolomé se ganaba la vida elaborando mapas y esferas, como especialista en cosmografía y navegación.
La formación de Colón era autodidacta aunque su hijo Fernando dijera que había estudiado en la Universidad de Pavía. El mismo Cristóbal Colón reconocía esa formación autodidacta -nacida de la práctica y del trato con «gente sabia»- en una carta a los Reyes Católicos, al decir que «en la marinería [Dios] me hizo abundoso, de astrología me dio lo que bastaba, y así de geometría y de aritmética».
La historiografía tradicional mantiene que las ideas de Colón se asentaban sobre tres bases teóricas y científicas que integraron las premisas esenciales de su proyecto. Las tres fueron elaboradas en el mundo clásico y, a través de Ptolomeo, se proyectaron con absoluta vigencia dogmática hasta el Renacimiento:
-La esfericidad de la Tierra.
-La unicidad del Océano y la subsiguiente posibilidad de atravesarlo navegando hacia Occidente.
-Las dimensiones atribuidas al globo terráqueo y al grado del círculo terrestre.
Los conocimientos de Colón sobre estas cuestiones no se debían a un estudio sistemático, sino que son de segunda mano y producto de una vinculación directa a lecturas improvisadas, de tal manera que cuando inició su primer viaje, en su cabeza se agitaban una mezcla de error y verdad.
Las lecturas que posiblemente influyeron de forma más directa en sus planteamientos fueron tres; la Biblioteca Colombina conserva ejemplares con múltiples anotaciones marginales (2.125 entre las tres obras) que evidencian una lectura atenta, aunque se discuta su significación.
-Il Milione, dictado por Marco Polo, en una edición de 1485. En esta obra, Cristóbal Colón sin duda encontró las referencias geográficas a ese Extremo Oriente en el que pretendía desembarcar tras la travesía del Atlántico, y con ellas esas noticias de las riquezas de los imperios asiáticos con los que tanto deseaban conectar los europeos de la época.
-Historia rerum ubique gestarum, de Eneas Silvius Piccolomini -que después sería Pío II-, editado en Venecia en 1477.
-Imago Mundi, de Petrus Alliacus, publicado en Lovaina en 1480-1483.
Estas dos últimas obras, sobre todo la de Alliacus, compendian los saberes geográficos de los humanistas del siglo XV, en los cuales estaban recogidas las aportaciones de Ptolomeo, Aristóteles, Plinio y demás tratadistas del mundo clásico.
De todas formas, si Colón presentó su proyecto al rey de Portugal entre 1483 y 1485, no podía haber leído todavía Il Milione conservado de su biblioteca (era de 1485) y ésta parece ser su primera lectura a tenor de las anotaciones marginales; por otro lado, tampoco es creíble que hubiese podido leer el Imago Mundi. De hecho, algunos autores sugieren que estas obras sirvieron para mejorar con posterioridad sus planteamientos, al dotarlos de la erudición necesaria, mientras que Juan Gil y Consuelo Varela van más lejos al afirmar que los libros los adquirió -y, por tanto, anotó- después de 1496, al calor de las polémicas suscitadas a raíz de sus viajes.
En estas condiciones, surge de inmediato la cuestión de en quién se basó Colón para establecer la posibilidad de llegar a Asia a través del Atlántico. Su hijo Fernando escribió que las causas que movieron al Almirante al descubrimiento de las Indias fueron tres: «fundamentos naturales, la autoridad de los escritores y los indicios de los navegantes». Pero, ¿quiénes fueron esos autores, una vez cuestionados los de las obras conservadas de su biblioteca? La historiografía tiende a concederle un protagonismo decisivo al florentino Paolo del Pozzo Toscanelli (1397-1482), uno de esos sabios del Renacimiento con prestigio en Medicina, Astronomía, Geografía y otros saberes.
Hay distintas versiones sobre cómo se produjo el contacto
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